Una tejoncita atrapada... (Robin)

Tenia un plan entre manos, ya era hora de llevarlo a cabo... Lo primero era conseguir que la sangre sucia de Robin viniera a mi y que mejor manera que atraerla con la idea de contarle algo sobre Daniel Black... seguro que no se resistiría, después de todo seguro que era una cotilla más...

El sitio... fácil, que mejor lugar que la mazmorra, seguro que bajo tierra hasta se sentiría cómoda esa tejoncilla tonta....

Me senté cerca de la entrada en espera de que aquella medio Muggles cayera en mis manos...

No conocía a Cristian Gazzari, pero había recibido una lechuza suya aquel día en la que me decía que me diría algo sobre Daniel, me interesaba mucho lo que tenía que contarme sobre él porque aquel día no lo había visto y era extraño ese hecho ya que me solía encontrar con él todos los días en la sala común al bajar para ir a desayunar y me sentaba con él en el desayuno. Pero había desayunado, habían terminado las clases del día, había hecho mis deberes y, a media tarde aún no lo había visto. ¿Dónde se había metido? Esperaba que estuviese bien y que no se hubiese vuelto a saltar las clases.

Bajé a las mazmorras dando saltitos, no se me oía ya que iba descalza. Como siempre... No había muchas escaleras hacia las mazmorras, era un lugar curioso y bonito en su oscuridad. Los de Slytherin tenían mucha suerte de tener allí los dormitorios. A la entrada del lugar, justo saliendo de las escaleras, estaba él sentado. No lo conocía porque nunca lo había visto pero no había nadie más allí.

- Hola,-lo saludé sonriente.- ¿Eres Cristian Gazzari?

Aquella tejoncita no solía llevar zapatos, por lo que no hacia ruido pero ese hedor a Sangre sucia me hacia saber que no tardaría en hacer su entrada...

Me incorpore al verla... “Si soy yo... supongo que tu eres Robin” No me gustaba tener que aparentar ser tan estúpido y caballeroso, si al menos hubiese sido una asquerosa maga.... pero no tenia que ser una medio Muggle... hasta los Muggles tenían mas derecho a vivir que aquella abominación....

“¿Creo que conoces a Daniel Black no?... supongo que conoces la trágica historia de su triste vida...” Dije sonriente “Pobrecito ¿verdad?...” Volví a sonreír.... “¿Crees en los accidentes?” Mire fijamente a sus ojos de rata de alcantarilla, de miserable existencia... “Yo no....”

Él se levantó cuando yo llegué y lo saludé. Al hablar me pareció detectar un tono extraño en su voz aunque al principio no le di importancia, hasta que comenzó a hablarme de Daniel, como me había indicado en la carta. No pude evitar fruncir el ceño confusa.

- ¿Trágica historia? ¿Triste vida...?-repetí, cada vez más y más extrañada. ¿Accidentes? ¡¿Dónde estaba Daniel?! No lo había visto en todo el día y si antes estaba preocupada, ahora lo estaba más. Me mordí el labio inferior, nerviosa, y casi comencé a hiperventilar.- ¿Dónde está Daniel? ¿Está bien?-pregunté con ansiedad en la voz y en la rapidez de mi cuestión.- No le ha ocurrido nada malo ¿Verdad?

Me senti satisfecho al ver la cara de miedo en el rostro de Robin... “Tranquila tejoncita, solo ha salido a ver a Gregory, al parecer tenían asuntos familiares...pero me agrada ver que te preocupas por ese torpe maguito...”

Me cruce de brazos y mire con una sonrisa a aquella ratita... “No sabes la historia trágica de la vida de Daniel.... para ser medio pareja parece que no sabes mucho de ese inútil....”

“Quizás no te la contara por no entristecerte o por que no le tuvieses pena por el... que conmovedor...” dije soltando una carcajada....

“Creo que te contare una pequeña historia...” mire con desprecio a Robin y me apoye sobre una de las paredes de la mazmorra...

“Sus padres murieron en un accidente... bueno o en lo que el cree que fue un accidente... paso hace ya algunos años... yo vivía en Paris, un ganado muy selecto del que alimentarme la verdad....” mostré mis dientes para confirmar lo que era, por si le quedaba algún abismo de duda...

“Aquella noche salí a cazar, era una noche cerrada de lluvia intensa, cuando un coche se cruzo en mi camino, el pobre padre de Daniel trato de esquivarme y se estrello...” sonreí

“Cuando me acerque al coche su padre estaba ya muerto, una pena que no me guste alimentarme de bichos muertos...” reconocí con indiferencia... “Pero su madre estaba abrazada a Daniel, era tan conmovedora la imagen...” dije con ironía....

“Me acerque a ellos y su madre al ver lo que era no se asusto, al revés se ofreció a que me alimentara de ella o hiciera lo que me placiera de ella... algo que me pareció simpático, acababa de perder a su marido y me ofrecía su vida... claro a cambio de mi promesa de no hacer nada al pobre Daniel...”

Me acerque a Robin y me apoye en sus hombros... “Como un chico bueno acepte, no podía rechazar el ofrecimiento de aquella chica... te ahorrare los detalles, pero no puedo negar que es tan bello beber trago a trago, robar la vida poco a poco hasta que notas que el corazón deja de latir...” Solté una carcajada... “soy un romántico lo siento....”

Me acerque al oído de Robin... “Te preguntaras ¿por que te cuento esta historia tan bella verdad niña?” me incorpore un poco “Supongo que me gusta torturar a Daniel, vengo a ofrecerte un trato...”

Volví a alejarme de aquella Ratita triste... “Sabes, en el colegio no me dejan alimentarme como debería... lo mismo a ti te apetecería ser mi alimento... a cambio prometo no hacerle pupita a tu torpe tejoncito...”

Cruce mis manos... “¿Qué dices niña....?”

Respiré hondo, aliviada. Pero aquel Slytherin no me estaba gustando, no parecía ser como Mirajane, sino como los demás Slytherin. No quería escuchar lo que me estaba contando pero él seguía hablando y riendo, soltando ironías, mofándose de Daniel y dejándome a mí por los suelos. Cuando me enseñó los dientes tras soltar aquel comentario, me puse nerviosa. Otro vampiro... ¿Pero ése era bueno? Ya me había encontrado con diversidad de criaturas de esa raza y no sabía con qué me podía topar en adelante ni cómo era aquel vampiro en particular.

Después de mirarme de la misma forma que los niños de la escuela muggle -por lo que reconocí el sentimiento que desprendía-, comenzó a contarme cómo asesinó a los padres de mi querido Dani -yo no sabía nada de eso, ni siquiera que habían muerto- de aquella forma, como si no fuese nada, como si lo que hubiese hecho hubiera provocado cosquillas. Casi al final de la ''historia'', yo ya estaba llorando y me sobresalté cuando se apoyó sobre mis hombros. Su carcajada volvió a sobresaltarme y sollocé un poquito. Después se acercó a... Pensé que me mordería pero sólo dijo algo y yo sentí un escalofrío notorio.

El labio me tembló, decía que le gustaba torturar a Dani. ¿Por qué? Si era uno de los chicos más buenos que conocía... ¿Por qué quería hacerle daño? Se separó de mí y me propuso algo, algo que no me gustó. ¡Quería beberse mi sangre! Me mataría... No, no lo haría, porque si muriese se quedaría sin sangre. Fruncí el ceño y los labios, aún con lágrimas en los ojos.

- ¡No!-le espeté.- ¡Se lo prometiste a su mamá, no le harías daño, ahora no puedes hacer el trato con otra persona por el mismo precio! ¡Y se lo diré!

Me quede mirando como lloraba, pero ni mucho menos esperaba un no de sus labios, la mire sonriente... “Si se lo prometí a su mami... espera....” Mire al cielo y levantando los brazos dije... “Mami de Daniel, si no quieres que Daniel sufra mándame una señal....” Baje los brazos.... “Parece que la Mami de Daniel ya no esta para protegerlo.... Que penita..... ¿verdad?”

Me empecé a reír a carcajadas y me acerque a Robin... “Persona.... ¿tú?... si que te valoras Sangre Sucia.... dejémoslo en que eres alimento...” dije mientras volvía a acercarme al cuello de Robin...

“Si corre ve y dile que sus padres fueron asesinados, seguro que después de eso seguirá siendo el niño bueno que conoces... ¿estas dispuesta a perder al Daniel que conoces para siempre?” Sentencie mirando friamente a sus ojos....

¿Pero qué estaba haciendo? Era como si se estuviese burlando de mí, como si me humillase. Porque así me sentía, humillada. Seguía llorando sin importarme lo que el vampiro pudiese pensar o hacer, me dolía el pecho desde que había escuchado lo sucedido con los papás de Daniel. Y estaba entre la espada y la pared. No quería que hiciese daño a mi Dani... No podía concebirlo. Me estremecí cuando volvió a acercarse, pero yo me alejé de él con aspecto decidido y el gesto serio en el rostro.

- No.-dije.- Porque ella esté muerta no puedes romper la promesa, ella dio su vida por la de su hijo. Ahora no puedes devolverla a la vida por lo que no puedes hacer daño a Daniel. No hay vuelta atrás, y mi sangre no te gustará si está sucia.-caminé hacia las escaleras y luego empecé a correr subiéndolas.

Deje que aquella maldita niña empezara a subir las escaleras cuando de un salto me puse frente a ella... “Parece que no te han enseñado modales tus papis... Creo que me agradecerán que te los enseñe...” Empecé a reír mientras agarraba la túnica de Robin.

La varita callo del bolsillo interior al suelo... “Una tejoncita llorona indefensa...” dije y la empuje suavemente contra la pared...

Robin perdió el equilibrio y callo las 3 escaleras que había subido con la desdicha de que de su brazo empezó a brotar un hilo de sangre.... La visión de la sangre me hizo perder la cabeza...

El Frenesí de la Sangre estaba llamándome con insistencia... “la tomare por las buenas o por las malas niña estúpida...” dije mientras de un salto saltaba y tomaba el brazo de aquella medio Muggle y empezaba a beber de su sangre....

Me paré en seco en medio de las escaleras cuando él apareció delante. Cierto era que no recordaba que era más rápido que yo, pero no pensé que fuese detrás de mí. Solté un suave grito de expectación cuando se rió y me agarró por la túnica, haciendo que mi varita cayera del bolsillo y rodara por las escaleras. Mal día había escogido para no llevarla tras la oreja. Una tejoncita llorona indefensa, sí, eso era yo... Patética, demasiado inocente. ¿Pero tampoco podía confiar en mis compañeros? ¿Los estudiantes de Hogwarts? Si eran peligrosos... ¿Por qué los dejaban entrar en la escuela? Yo no era una cobarde, lo eran los que temían tanto a Voldemort y se unían a él por esa razón.

Cristian me empujó contra la pared pero no pude mantenerme bien sobre el escalón y me caí, corriendo la misma suerte que mi varita. Caí al suelo boca arriba, con la mirada confusa por el golpe que me había llevado en la cabeza y los brazos abiertos. Uno de ellos me dolía, el mismo que tomaba el vampiro, pude ver lo que hizo, pero no grité. Al menos no me había mordido, pero la caída sí me había dolido. Escuché lo que dijo, me dejaba claro lo que estaba haciendo.

- No...

Tras beber un sorbo de sangre recupere un poco la cordura… “Niña estupida, no sabes ni mantenerte de pie” mire la herida de su tobillo, estaba claro que en ese estado no podría moverse.

“Desde luego eres tan torpe y tonto como tu amiguito Daniel, no valéis para nada…” esa caída había trastocado mis planes, no podía dejar que Daniel la viera en ese estado o haría preguntas.

“Por ser tan torpe te has ganado un premio Tejoncita, no solo serás mi alimento, si no también mi asistenta del hogar…” dije riendo… “Solo espero que tu torpeza no empeore o me pensare en quitarte de en medio para siempre…”

“Si gritas tendrás una muerte rápida, te lo prometo… todo lo contrario que Daniel…” dije mientras me acercaba a su cuello… “Creo que es hora de alimentarse…”

Escuchaba claramente las palabras que salían de su boca. Y seguía preguntándome por qué no aparecía alguien por allí; Un Slytherin, un profesor, Mirajane... Aunque tal vez eso no fuera buena idea. Tal vez si alguien veía la escena, Cristian se pondría más nervioso y haría daño a más gente a parte de mí, y yo no quería eso. Me hacía daño tratándome tan mal, él me había hecho caer, era imposible haberme mantenido en pie en unas escaleras después de un empujón. No tenía derecho a llamarme torpe por eso.

Lo siguiente no lo entendí para nada. Ya no me dolía la cabeza y me enteraba de todo lo que pasaba, incluyendo el dolor de mi tobillo y la horrible pinchazón que sentía en el brazo que el vampiro había tomado. No me había mordido pero había estado bebiendo. Entonces ¿Cómo había salido mi sangre? ¿Qué me había hecho en el brazo? Como fuese no comprendía a qué se refería con que sería su asistenta del hogar. Después me amenazaba con matarme y, nuevamente, me hacía chantaje con Daniel. No quería que hiciera daño a Dani, me tembló el labio inferior y giré la cara, mi respiración agitada. Ahora sí me mordería, y yo no quería eso. Apoyé la mano, cuyo brazo estaba sano, en su pecho para alejarlo. No podía gritar, pero sí hablar en voz baja.

- No, por favor...-supliqué entre lágrimas y algunos sollozos. Pensé en dónde podría encontrarse mi varita, la necesitaba. Y, si no había otra cosa que hacer, me transformaría en mi forma animaga.

Mire con desprecio a Robin... “¿Tus padres es que no te enseñaron a decir que Si nunca? ¿Acaso crees que me importa que te guste o no lo que te voy a hacer?”

Tome mi dedo y lo deje a poco centímetros de la cabecita de la tejona... “Metete esto en tu cabecita hueca, no me importan lo más mínimo ni tus lloros ni tus suplicas, eres una insignificante Sangre Sucia, para mi eres solo mi alimento...”

Cogí su cabeza y aparte el pelo que le caía sobre su cuello mientras con la otra mano apartaba un poco la túnica y mordía con delicadeza su cuello...

Tome un par de sorbos de su sucia sangre... “después de todo tu sangre es dulce, me gusta...” dije volviendo a meter mis colmillos dentro de su cuello y saciando me sed de sangre...

Pareció detenerse un momento, sólo para hacerme sentir peor. ¿Por qué la gente me hacía daño? ¿Tal vez me lo merecía? Porque entonces no entendía la razón de ello, o quizá sí. Algunos magos, sobre todo los de Slytherin, eran muy "estrictos" en cuanto a los supuestos rangos de sangre. No le gustaba que fuera hija de muggles pero desconocía por qué él me había escogido a mí como víctima, y qué tenía en contra de Daniel. Respiré desesperadamente, hiperventilando. Me había apartado el pelo del cuello y un poco la túnica, después ocurrió lo esperado, el mordisco. Me dolió un poco, pero tan sólo dejé escapar un suave quejido y me sacudí un poco, no podía gritar condenando a Dani a un claro sufrimiento.

Escuchaba cómo bebía, fue poco tiempo lo que duró antes de hacer otro comentario. Que le gustase mi sangre no me parecía nada bueno, quería que aquello acabase ya, quería ir a la enfermería, me dolían mucho el tobillo y el brazo. Sollocé mientras él volvió a alimentarse con mi sangre. Me lamenté por ser tan débil, porque todos pudieran hacer conmigo lo que quisieran, porque nadie pudiese ayudarme, porque yo misma no pudiese defenderme, por el dolor que estaba sufriendo en aquel momento, tanto físico como mental. No pude más y mi llanto llenó las mazmorras.

Termine de alimentarme y me separe unos centímetros de ella escuchándola llorar... “Así me gusta, cuanto más llores mas espesa será tu sangre... sigue sigue...” dije riendo...

“Tranquila Tejoncita, si tu calvario solo acaba de empezar...” dije mientras me agachaba y tomaba su varita y la guardaba... “Creo que mantendremos a la ratita alejada de su palito...”

Me acerque otra vez a Robin y la tome en brazos, no pesaba casi aquella chica, la tendría que alimentar bien si quería poder alimentarme de ella con asiduidad, aunque ya encontraría alguna forma....

“Estas preparada... si no lo estas lo siento tanto que no podré pegar ojo en toda la noche...” dije burlándome

Después de un rato que se me hizo eterno, volvió a separarse de mí y se rió con otro comentario que él mismo había hecho. No estaba asustada, sólo algo desesperada, no sabía qué más quería hacerme, decía que mi calvario sólo acababa de empezar, eso no era bueno y me daba escalofríos. Sentía mi cuerpo entumecido. Entonces, el suelo dejó de amortiguar mi peso, me había cogido en brazos y podía sentirlo. Era como si flotase porque no notaba una tensión en sus brazos. Claro, era vampiro, para él no pesaba tanto... Después volvió a burlarse de mí, cada vez que hacía un comentario sentía una punzada en el pecho, como si me atravesaran con algo. Me sentía débil en aquel momento, demasiada sangre había bebido por lo que parecía. No veía bien, estaba cansada y mis gafas estaban algo torcidas en mi rostro, un ojo veía a través de ellas, otro por debajo. Pero aún así lo veía todo borroso. No podía ni quise moverme. Algo tenía entre manos y quería saberlo. Porque me preguntaba si estaba preparada y quería saber para qué.

- ¿A dónde... A dónde me llevas? ¿Qué vas a hacer conmigo?-pregunté en un débil susurro.

Mire con descaro a Robin... “Nunca te han dicho que estas mas guapa con la boca cerrada... pues yo te diré que no estas guapa ni de una forma ni de otra, pero al menos no das dolor de cabeza....”

Camine con Robin en brazos y con sutileza roce su tobillo contra una de las paredes... “lo siento tanto....” dije... esperaba que al menos mientras lloraba por el dolor no tuviera que aguantar sus tontas y absurdas preguntas, como si por mucho preguntar le fuera a hacer el mínimo caso a aquella rata sucia....

Salí a buen paso de las mazmorras, no quería que nadie me viera, no estaba bien visto secuestrar a los alumnos... con lo interesante que era a torturar y humillar...

Ese comentario hiriente no me había hecho daño, como los otros anteriores. No era superficial, y no me importaba si no era bonita ni que la gente lo pensara. Lo que sí me hizo daño fue el roce de mi tobillo con la pared. Solté un alarido provocado por el terrible dolor que sentí, mi pie estaba roto, seguro. Si gritaba, ¿Por qué nadie me oía? Necesitaba ayuda... Y pronto, me daba la sensación de que no me llevaría a la enfermería a curarme ni mucho menos. Los chicos que tenían clase por la tarde debían bajar a dejar en su habitación los libros para ir al comedor ¿No? El comedor... Tenía hambre...

Seguía mareada, necesitaba sangre en mis venas o moriría -sí, había estudiado algo de medicina, algún libro sacado de la biblioteca-, pero no me quedé callada a pesar de lo que dijo, no me importaba que me llamase fea, guapa, lo que fuese, yo quería saber a dónde iba conmigo en brazos.

- Quiero saber... A dónde me llevas...

Aquella chica parecía no entender nada, sus preguntas me estaban exasperando, como si por pesada le fuera a hacer caso... “Si sigues preguntando quizás terminaras otra vez golpeándote el tobillo contra la pared...” dije esperando que pillara la idea...

Era ya tarde, el sol se había escondido y los alumnos volverían rápido a sus dormitorios, no podía perder un segundo más... con lo cabezota que era aquella chica seguro que trataba de gritar o hacer cualquier tontería, así que puse mi mano sobre su hombro y presione buscando dejarla inconsciente, así no tendría que aguantar más ni sus preguntas ni sus lloros que ya estaban acabando con mi paciencia...

Abrí una de las ventanas que encontré en un pasillo del colegio y salte al patio con la tejoncita en brazos... no me gustaba la idea de enseñarle a aquella ratita mi escondrijo, pero no me quedaba otra, no podía llevarla a la enfermería...

No me inmuté cuando dijo aquello, tan sólo me mordí el labio inferior, cohibida. Veía cómo todo estaba borroso, pero aún así veía la luz artificial del castillo, ya era de noche. Se escuchaba un revuelo proveniente del Gran Comedor, seguro que todos estarían por allí. Hasta el momento estuve gimiendo y llorando por el dolor de mi pie y el de mi brazo, qué punzadas sentía en ambos, en el brazo más que en el tobillo. Quizá si me hubiese puesto zapatos no me habría hecho daño en los pies, pero ahora ya no había vuelta atrás. Sentí algo en mi hombro y cerré los ojos, como si me hubiesen apagado.

La chica había perdido el conocimiento y yo al fin podía permitirme el lujo de pensar con tranquilidad, aquellas preguntas absurdas unidas a su vocecita chillona me estaban sacando de quicio, quizás la mejor opción era terminar con esa vida tan miserable, pero luego recordé a la madre de Daniel llorando, era más interesante hacer sufrir a la gente que acabar con sus vidas....

El patio del colegio estaba bastante tranquilo, la mayoría de los estudiantes irían a cenar, yo en mi caso me había adelantado y había tomado ya mi cena....

Me lance a la carrera en dirección al bosque prohibido, mi escondrijo no estaba muy alejado del colegio, al menos a la velocidad que un vampiro podía moverse...

Mientras caminaba seguía dándole vueltas a la posibilidad de abandonar a la tejoncita, pero un gemido se escapo de sus labios, parecía que volvía a la realidad, por desgracia para mi el tiempo de tranquilidad se acababa, en mi cabeza solo pensaba en la tontería que iba a decir aquella niña nada más despertar....

Parecía una especie de anestesia la que me recorría porque me desperté como si acabase de dormirme. Realmente no sabía qué había pasado, no me dolía la cabeza por lo que no podía haberme dado un golpe. Tampoco recordaba que me hubiesen dado un pinchazo o algo así, al estilo muggle, no pensaba que eso pudiesen hacerlo en un colegio de magia, y eso no podían hacerlo en Hogwarts. Entonces me di cuenta de que alguien me llevaba en brazos, sentía punzadas en el tobillo y el brazo derechos, y el aire glacial del invierno me golpeaba en la cara. Recordaba que había tenido un mal encuentro con Cristian Gazzari, un vampiro que quería hacer daño a Daniel y que casi me había matado a mí. Todo estaba oscuro por lo que no pude ver a quién me portaba en brazos. Sólo esperaba que fuese Daniel.

Hacía frío, mucho, y yo no podía aguantarlo con la túnica y los pies al aire. Me rechinaron un poco los dientes y gemí por el frío, entrecerré los ojos, el aire tan fuerte comenzaba a hacerme daño en la cara. La escondí en el pecho de quien me llevaba y me acurruqué un poco para intentar pasar menos frío.

Sentí como aquella chica se metía bajo mi chaqueta, parecía que tenia frió, que penita una ratita con frió... bueno al menos mantenía su sucia boca cerrada, así que no dije nada y seguí corriendo en dirección a mi pequeña choza...

Ya habíamos llegado cuando note que Robin empezaba a volver en si, así que pare y la deje apoyada sobre un tronco... “pareces ser más fuerte y resistente de lo que esperaba, mala suerte para mi... o para ti, hasta que te recuperes vivirás conmigo...”

Sonreí con descaro... “Si se que suena tan tentador para ti como para mi, en mi casa las normas las decido yo, quiero que quede claro, y harás lo que te ordeno o sufrirás o mejor dicho...disfrutaras de un espectáculo protagonizado por tu Tejoncito amado” empecé a reír... “tranquila a ti no te haré nada, pero serás espectadora en primera fila de la agonía de Daniel, así podrás tener unos lindos sueños el resto de tu sucia vida...”

Empezaba a ver algo mejor, pero no en demasía, mis lentes seguían torcidas, probablemente tendría que comprarme otras, eso no era bueno... Mamá y papá harían preguntas y yo tendría que apañármelas para no decirles algo que les preocupara y, al mismo tiempo, no mentirles, ante todo estaba la verdad. Todo, todo, absolutamente todo iba después de la verdad. Se paró en una zona y me dejó sentada en el suelo, con la espalda apoyada en el tronco de un árbol. Mis pies se quejaban por el frío de la nieve, pero mi tobillo parecía calmarse por el mismo motivo.

¿Parecía ser más fuerte y resistente? Podía ser una chica muy indefensa pero podía soportar muchas cosas. Y caerme por unas escaleras no era lo peor que me había ocurrido en la vida. No, en Hogsmeade, haría ya más o menos un año -tampoco llevaba la cuenta-, otro vampiro me había atacado y me había torturado hasta que habían venido a ayudarme.

- He pasado por cosas peores...-susurré.- No toques a Daniel.-dije algo enojada. Y lo estaría más si hacía daño al chico con el que compartía mi amor.

Sonreí al escuchar a la ratita decir que le había pasado cosas peores y que dejara a su noviete… “Que desilusión es que no sea el único que le gusta hacerte daño… pareces una llorica quejándote todo el día, ¿de verdad crees que das pena? A mi solo me das ganas de vomitar, eso y hambre…” dije riendo… “No olvides nunca lo que eres, mi alimento, el resto de lo que pienses o sientas me da igual…”

Volvi a mirarla amenazante, “Estoy arto de tu comportamiento y si esperas darme ordenes sobre lo que hacer o no con Daniel estas equivocada, Daniel es otro Tejoncito estupido que el destino hizo que se cruzara conmigo, me gusta ver sufrir a la gente, y veo que voy a disfrutar mucho con vosotros dos…” dije mientras me reía…

Tome con la mano el tobillo lastimado… “Si vuelves a contradecirme o a causarme problemas, desearas que no fuera el tobillo lo que se te rompió… ¿Queda entendido? Ratita estupida…”