Pensando (Sebastian)

Chloe llegó al embarcadero, hacía mucho viento y había llovido hace poco, por lo que le costaba mantenerse en pie, resbaló, pero consiguió sujetarse a uno de los postes que sobresalían. Se quedó ahí, viendo el lago. No estaba de humor, ya le había mandado la carta al ministerio por recomendación de algunos profesores. Pronto vedrían algunos aurores a hacerle preguntas sobre los ocurrido en la casa abandonada.

La chica suspiró y se cerró un poco más el abrigo, estaba roto y no tenía cremallera. Cerró los ojos e intentó peinar un poco su pelo, alborotado por el viento.

Un chico se acercó a ella y Chloe dió un pueqeño bote por la sorpresa, cada vez le gustaban menos. Era un chico que se había traído un paraguas, la cubrió con él y la chica sonrió levemente.

-Yo soy Chloe- se presentó con una pequeña sonrisa- gracias por cubrirme con el paraguas- le dijo.

Chloe sonrió, que chico más amable, aunque cualquiera lo hubiera hecho, eso no implicaba que agradecérsolo sobrase, le parecía adorable de todos modos.

-Nunca está demás agradecer, no quería que pensases que soy una maleducada- dijo con una sonrisa. AL oír su pregunta soltó un pequeño suspiro, no podía decir a ciencia cierta qué hacía ahí.

-Pensar, alejarme de los pesados...- dijo con una sonrisa- ¿y tú?

Chloe sonrió cuando dijo lo de su sonrisa, últimamente no sonreía con la misma facilidad que antes, necesitaba estar con alguien que le cayese muy bien o la conociese muy bien, hasta el punto de que supiera qué era exactamente lo que la hacía reir.

-Gracias, ¿eres nuevo?,eso explica porqué no me sonabas demasiado...- dijo sonriendo levemente, ¿dar un paseo con él?, no sabía si era de fíar, pero parecía tan agradable, no podía ser una mala persona- está bien, haré de guía- aseguró.

Chloe sonrió tras lo que dijo Sebástian. A ella no le importaba mostrarle el colegio, seguramente se perdería sino lo hiciese, en cualquier caso, no tenía nada mejor que hacer, y no le molestaba. Chloe se giró y empezó a subir por el sendero que llevaba al embarcadero.

-¿Hasta ahora qué conoces?- le preguntó no quería contarle cosas que ya supiera.

Ya había dejado de llover, lo que alegró a Chloe, pues ya no tendría que preocuparse de no mojarse y todo eso, pero a pesar de todo, el camino seguía convertido en barro en estado puro y era difícil no resbalar o tropezar con alguna piedra que había salido a la luz.

-Pues... ¿te apetece conocer el estadio de quidditch?, es enorme, considerando que en él juegan los equipos de un colegio- sugirió- a propósito, ¿sabes que en el lago hay sirenas y un calamar gigante?- preguntó, aunque realmente era para dárselo a conocer.

Ya estaban llegando y a Chloe le extrañaba que Sebástian se sorprendiese tanto con lo que le contaba, ¿qué clase de infancia había tenido ese chico?, quizás era hijo de muggles, no lo sabía, pero estaba dispuesta a preguntárselo.

-Pues todo existe- le aseguró. Ante su pregunta sobre la distancia que faltaba para llegar al estadio respondió- no demasiado, está a la vuelta de esta colina- y efectivamente, poco después de rodear la colina, apareció el estadio de quidditch- ahí está, es genial, ¿no crees?- le preguntó con una sonrisa.

-Ahora estará cerrado, pero podemos dar una vuelta, sino estás muy cansado claro- dijo en tono de burla.

Chloe se lo pensó un rato, esto de hacer de guía era mucho más difícil de lo que parecía, no sabía si Sebástian encontraría interesante lo que a ella le gustaba y tenía miedo de sonar aburrida, pero como por ahora le estaba saliendo bien, decidió seguir a su intuuición.

-¿Quieres ir a ver el Sauce Boxeador?, aunque se esté haciendo de noche, todavía queda suficiente luz para verlo, es un árbol que se mueve y te ataca si te acercas a él, esto es un conocimiento muy útil, un par de meses atrás tuve que sacar a un chico de ahí, fue horrible, las ramas dan un miedo- le describió.

Chloe empezó a caminar hacia el Sauce Boxeador mientras pensaba en la respuesta que le iba a dar a Sebástian. Realmente no tenía ni idea de porqué el árbol se movía con vida propia, aunque siempre había querido saberlo. Un día, podía ir a preguntárselo a la profesora de herbología, quizás ella lo sabía.

-No sabemos porqué se mueve, pero ahora que lo pienso, no sería una mala idea ir a preguntárselo a la profesora de herbología. Yo tengo dos teorías, la primera es que el sauce es un árbol normal que está hechizado y la segunda es que es una especie de Sauce especial. Ambas opciones despiertan la incógnita de qué hace ahí, porque no me parece muy inteligente poner un árbol tan peligroso así por las buenas en un lugar tan concurrido como los jardines del colegio- dijo la chica.

Chloe solo había escuchado rumores sobre lo del pasadizo, así que no podía asegurárselo al chico.

-No estoy segura, yo nunca lo he encontrado, y no sé como se podría hacer sin que el árbol nos matase en en intento. Seguro que es difícil. Creo que tiene un botón o algo así con el que lo paras, lo cual reforzaría la teoría de que está encantado, pero yo nunca lo he intentado.

Sebástian paró al árbol con Petrificus Totalus y se dirigió hacia él. La chica lo siguió mientras se maldecía por haber sido tan imbécil y que nunca se le hubiese ocurrido lanzarle ese hechizo al sauce. Se acercó con cuidado, vigilando al árbol, no sabía cuanto duraría el hechizo de Sebástian, y no quería arriesgarse. Llegó hasta el tronco del árbol y se apoyó en él soltando un suspiro. Se puso a buscar una abertura o algo parecido, pero no era fácil, se disimulaba entre las raices del árbol. Tras un par de vueltas, encontró un agujero prometedor.

-Aquí parece que hay algo, ¿me dejas tu varita?- le preguntó a Sebástian, tenía que ir cuanto antes a comprarse una propia.

Chloe tomó la varita de Sebástian y apuntó con ella al agujero.

-Lumos- dijo, necesitaba ver mejor. No veía el fondo, así que se agachó más sobre el agujero, metiendo cada vez más el brazo, pero seguía sin ver el final. A pesar de que el hoyo era un poco estrecho, decidió meterse a investigar. Sin previo aviso, sacó el brazo y metió las piernas, fue bajando lentamente hasta que ya no se sostuvo más y se dejó caer. El agujero se ensanchaba abajo, hasta el punto de que podía estar de pie cómodamente, aunque su cabeza sobresalía por las raíces. Se agachó y andó un poco, el agujero se iba haciendo más bajo cada vez, pero no parecía tener fin. Volvió junto a Sebástian y salió del agujero, sentándose en una raiz.

-Esto promete, hay un pequeño pasadizo que se va haciendo cada vez más pequeño, pero no he visto que se acabase, si quieres puedes mirar- le dijo tendiéndole la varita.