Reprimiendo los malos recuerdos con un poco de lectura (Evelyn)

-De misterio-Dije mientras sonreía -Pero sin sustos... Soy muy miedosa-Le pedí, mientras cambiaba mi rostro, me avergonzaba ser así.

Apoyé los codos sobre la mesa, y mi rostro sobre mis manos mientras le miraba. Esperando a que comenzase su historia

-¿Un estuche de monerías?-Me reí ante su comentario, permitiéndome elevar un poco la voz, ya que estábamos solos.

Esperaba que aquello no molestase al chico, aunque tenía mejor cara, volví a sonreirle, mirando durante un instante por la ventana, había dejado de nevar, pero todo estaba blanco, bueno, al menos, tendríamos nieve para varios días si no hacía demasiado sol, cosa que dudaba. Miré al muchacho de nuevo, sonriendo con sinceridad

Observé las expresiones que Evelyn hacía en ese momento. Sonreía, se avergonzaba, bromeaba… Eso me levantaba el ánimo. Era una buena chica, pronto tendría que dejar mi forma de ser introvertida y conocerla mejor. Tampoco quería quedarme sin amigos toda la vida por andar de desconfiando.

-Bien… ¿Con qué comenzaré? –me pregunté a mi mismo para ordenar mis ideas y darle inicio al cuento que le narraría a Evy esa noche. Aclaré mi garganta y miré fijamente a los ojos de la chica-. Estaba completamente acorralado –inicié-, su cuerpo ya no daba para más, el chico había corrido demasiado, caído en varias ocasiones, lastimando sus rodillas con el rígido suelo de piedra. No había forma de escapar. La calle estaba bloqueada por el barandal del puente, sólo tenía dos opciones: Morir ahí, en manos de sus perseguidores ó arriesgarse a lanzarse al agua helada, intentar nadar hasta la orilla más cercana. Ninguna le pareció una buena opción, tenía miedo de saltar pero tampoco quería morir, no ahora que había logrado sobrevivir a anteriores torturas… Se escucharon a lo lejos las voces de sus perseguidores, en poco tiempo darían con du paradero. El niño tembló de miedo, llorando en silencio mientras, temblorosamente, ocultaba un pequeño bulto de mantas entre sus ropas…

Relaté con voz sombría, con sus respectivas entonaciones para llamar toda la atención de Evelyn.

Escuché atentamente su historia, su voz era realmente buena para narrar. El niño, me daba pena, hice una mueca, pobre niño... Agua helada... O muerte... Siempre me había metido en la piel de los personajes, y de un momento a otro, me vi en esa situación, comenzaron a dolerme las piernas, cosa que no entendía, y sentía miedo en el cuerpo. No debería ser así. Cerré los ojos un momento mientras hablaba, quería deshacerme de esos pensamientos, mientras hablaba, yo era la protagonista de su historia, incluso oí unas voces, producto de mi imaginación.

Cuando se quedó en silencio, salí de mis pensamientos y le miré, fijamente, cogí una de sus manos

-¿Y que pasó?-Le pregunté con curiosidad, con cierto tono aniñado en mi voz

Evelyn parecía sentirse dentro de la historia, lo supe por cómo lo expresaba con su rostro. Suspiré y miré hacia la ventana, buscando con que más continuar la historia que inventaba con pura improvisación.

-Ya no había tiempo que perder, el niño no tenía más opción más que arriesgarse a la gran altura la que estaba y nadar. Miró a sus espaldas… ya sentía sus pasos, sus voces enfurecidas retumbándole en los oídos, los ladridos de sus perros de cacería. Imaginaba sus filosos colmillos blancos penetrándole la piel, haciéndole sangrar una vez más, así cómo habían herido anterior mente su cuello; se había salvado de esa mordida de puro milagro. El niño se trepó a lo alto del barandal, se aseguró de que el bulto de mantas quedara bien sujeto a sus ropajes… tomó aire y estrujó sus parpados. Se lanzó…

“Como feroces garras de inmensas bestias, las manos del líder de los perseguidores, tomaron al chico del cuello antes de que pudiese estar oficialmente con los pies separados del tubo de metal. Lo apretujaron hasta privarle de la respiración, abriéndole la herida de mordida de perro, provocándole nuevamente esa vieja hemorragia carmesí que tanto lo agotaba. El niño gritó desgarradoramente… buscaba arrancarse del cuello esas manos asesinas… El hombre soltó una risa macabra, helándole la sangre al muchacho… Tomó su cuerpo como si fuese cualquier cosa y lo azotó en el suelo, haciéndole una rajada en la frente…

“Ya no había forma de que el niño saliera vivo de esa, sus perseguidores junto con sus perros le tentaban la piel con colmillos, pistolas y navajas. Lo miraban con desdén y burla. El muchacho estrujó nuevamente su rostro, aguantando el dolor de sus heridas, rompiendo en llanto mudo. Buscó el bulto de mantas para sujetarlo con fuerza… No moriría sin antes proteger su tesoro...

((Off : Siento la tardanza.... ))

Volví a mirarle atentamente cuando habló de nuevo, y volví a sentir su historia, como si me estuviera pasando a mi.

Noté una ligera presión en mi cuello, debí haber saltado antes... También sentí el dolor al caer al suelo, no entendía como podía haber gente tan cruel.
No sabía que había entre esas mantas, pero la curiosidad me invadía, me acerqué hasta Gabriel un poco, cogiendo sus manos, y mirandole fijamente

-¿Qué había entre las mantas?-Pregunté con curiosidad -¿Cuál era ese tesoro?-Quería oír toda la historia, me estaba encantando su forma de relatar y necesitaba oír mas.
Solté sus manos, quizás estaba siendo demasiado ansiosa, me aparté de nuevo, no quería asustar a Gabriel

(descuida y perdón, no me di cuenta cuando respondiste xD)

Me sentí orgulloso, había captado toda la atención de Evelyn hasta el grado de ponerla ansiosa por saber el desenlace de mi cuento improvisado. Sonreí siceramente cuando tomó de mis manos y no pude reprimir una risa agradable, me había conmovido el rostro que se llenaba de una ajena expresión de cohibimiento. Dejé que me guiara un impulso y estiré mis dedos hasta el punto de acariciar sus pómulos con ternura y ademán amigable. Tenía un bonito rostro, no podía negarlo. Supiré y miré atravez de la ventana, nuevamente empañada por el frío que hacía a fuera del castillo debido a la inmponente nevada que caía sobre todo Londres.

No iba a aclararle las dudas a Evy acerca de los detalles sueltos de mi cuento, si lo hiciera, perdería el sentido de su trama misteriosa.

-Sentía que le llegaba su hora, había fallado en su misión de proteger el bulto, "su bulto" de mantas que era de gran importancia para todos, a tal de ser capaces de dejar correr la sangre de inocentes para conseguirlo, tenerlo en sus manos y sentir su poder. El muchacho respiró hondo y se atrevió a cruzar miradas con el líder de los perseguidores,, ese conocido e inombrable asesino que le miraba con ojos de basilisco. Se tuvo que tragar el miedo y en su interior se repetía "Si he de morir, lo haré con honor... no dejaré que obtengan mi tesoro". Una ideología demasiado madura a la edad del chiquillo.

"El resto de la banda de perseguidores se hartaron de seguir esperando a que aconteciera algo a favor o en contra, y cómo si se hubiesen puesto de acerdo, tododssacaron de sus pequeñas fundas, las navajas que escondían en sus fajas. Tomaron al mismo tiempo al niño y comenzarona masacrarlo. Lo apuñalaron hasta que el niño soltó el más desgarrador llanto de dolor... suplicó que le soltaran, que no le lastimaran más. El líder vociferó, obligando a los bandidos detener su impulsiva masacre. No los había detenido por compasión, a lo contrario... quería ser el quien le pusiese fin a esa persecución que había iniciado hacía 7 años atrás.

"El muchacho cayó nuevamente al suelo, ahora sus ropas se tenían de rojo carmesí. El hombre se acercó al niño, hasta que se podían ver sus narices a centimetros del rostro del chico. Todo se sumió en un silencio espectral... a todos se les heló la sangre cuando el hombre de aspecto siniestro y andrajoso soltó por primera vez su voz. Era una voz fría y ponsoñosa... "Ya has idio demasiado lejos con esto, te has librado milagrosamente de mi, pequeño pedazo de mierda, pero ahora, este es tu fin... ¿Creíste que podrías ganar este juego sin esfurzo? ¿Creíste que podrías jugar el rol de niño y hombre al mismo tiempo? Pues creíste mal... tu impulso infantil te ha traicionado, dame el tesoro y rometo que tendrás una muerte rápida, por el contrario si no me lo das sufrirás como nunca antes y aún así me quedaré con el...".

"El muchacho le enfrentó con valentía: "he visto lo que has hecho con otras personas, incluso has empezado a torturarme a mí, pero escucha muy bien mis palabras, ni siquiera muerto te daría él tesoro por el que he luchado y el cual no mereces". Al oirlo, el clan de perseguidores delincuentes se soltaron a reír, todos menos el líder que seguía mirandolo con ojos... que quien los viera diría que eran un ejemplo claro de un el más acertado augurio de muerte...

Le dí la perfecta entonación de los dialogos para que Evelyn pudiese sentir aun más la trama sobre su piel.

Me sonrojé levemente cuando acarició mi mejilla, pero no me aparté, y le dediqué una sonrisa, esperando que siguiese con su historia.

Cuando volvió a hablar sentí la misma emoción que de niña, cuando mi padre me contaba tantas historias de princesas, pero ésta, era diferente.

Escuchaba atentamente cada palabra, y observaba cada gesto del muchacho, estaba realmente embobada, esa historia me había enganchado. Seguramente Gabriel pensaría que tenía cara de tonta, pero no me importaba demasiado en ese momento, yo solo quería escuchar como acababa todo.

No me dijo que había entre las mantas, y eso aumentó aun mas mi curiosidad ¿Qué sería? Debía ser algo realmente importante para protegerlo con una vida, la vida de un niño.
¡Necesito saberlo!... Suspiré, nerviosa, y volví a coger su mano.

-¿Por qué son tan malos?-Le pregunté con un tono un tanto aniñado -Sigue, por favor-Le pedí, con una sonrisa