¿Hace un pastelillo? [Elianne Nott]

Como de costumbre, yo tenía hambre. Nadie se explicaba cómo conseguía mantener el tipo con todo lo que comía, pero tenía esa suerte. Estaba esperando ansiosa a que llegase la hora de la cena cuando una traviesa lucecilla se encendió en mi cabecita. Me levanté del banco en el que estaba y me dispuse a ir hacia las cocinas. No pude evitar una sonrrisilla mientras me movía por los pasillos en dirección a mi sabroso objetivo.
Según llegué a la entrada de las cocinas, recordé el divertido reto que Elianne me había propuesto y me decidí a cumplirlo. Entré pues en la sala llena de elfos y, con la cara más desamparada que pude poner me dirigí al elfo más cercano y le dije:
- Es que llevo sin comer tres años ¿sabes, neno?- el elfo me miró extrañado y me ofreció la bandeja de dulces que llevaba en la mano, la cual yo ataqué cual acromántula a humano.
En esta situación me encontraba, con toda la boca (y alrededores) llenos de chocolate cuando la puerta se abrió de nuevo.

Elianne tenía ganas de picar algo, pero se había pasado la hora de la cena y tenía que ir a las cocinas si quería pillar algo. Entró y, mirando por encima de un montón de comida, observó a Angelina Riddle, una chica que estaba en su casa. Hacía poco le había planteado un reto, en la Sala común de Slytherin, ¡lo estaba cumpliendo!

-¿Hay sitio para mí por aquí?-. Preguntó, dulcemente, esperando una respuesta afirmativa.

Vió entrar a Elianne, la chica de su casa que le propuso el reto. La situación le hizo mucha gracia, por lo que acabó de tragar y se echó a reír. Cuando consiguió controlarse al fin, se hizo un poco a un lado, pera indicarle a Elianne que se sentase y, alcanzándole una magdalena glaseada de rosa le dijo con una chocolateada sonrisa:
- ¿Hace un pastelillo? Estos tres años sin comer, dan mucho hambre- y se echó a reír de nuevo esperando a que la Slytherin tomase asiento junto a ella en los suelos de la cocina.

-Tres años, ¿eh?- Comentó Eliianne sentandose a su lado y cogiendo la magdalena. -Casi parece una dieta sacada de una revista-. Bromeó Elianne, mirándola exageradamente de arriba a abajo. -Pero ha funcionado, sí señorita.- Y, fuera bromas, Angelina era muy guapa ella, sin necesidad de dietas ni nada por el estilo.

A decir verdad, a Elianne siempre le habían reventado las dietas solo para adelgazar. Si al menos tuvieran alguna razón lógica, como mejorar la salud. Y, sobretodo teniendo en cuenta que mucha obsesión podría derivar en obesidad. Elianne estaba delgada sí, pero también era muy, muy bajita. Casi habría preferido ser voluptuosa y alta, la verdad-

Finalmente, Elianne tomó asiento a mi lado. Agarré el primer trapo que encontré y me limpié con él la boca. La chica me observaba mientras lo hacía. Yo no pude evitar un rápido examen a su figura. Era realmente guapa y tenía buen cuerpo, un poco bajita, quizás, pero mejor eso que ser tan alta como yo. Odiaba mi altura, sin poder ponerme tacones según con quién fuese.
- Cierto es que, sacada de una revista o no, esta dieta me encanta- y sonreí, ahora con la boca un tanto más limpia. Saqué entonces una caja de chicles de menta de mi bolsillo. Mis padres me los mandaban, pues eran imposibles de encontrar en el mundo mágico. Tras meterme uno en la boca, le ofrecí a mi acompañante.- ¿Quieres uno? Tranquila, no te contagiarás de muggleidad.- y sonreí de nuevo.

-No, gracias, me apetece seguir comiendo.- Respondió Elianne sintiendose ligeramente ofendida por lo de los muggles. ¿Qué narices? -Me has ofendido profundamente con eso de los muggles, ¿eh?- Bromeó. La verdad era que Elianne no entendía demasiado el porqué de que los prejuicios se siguieran manteniendo. ¡Vivían en el siglo XX! ¡El de los mayores cambios en la historia del ser humano por Merlín!

Me agradó bastante descubrir que Elianne no compartía el odio de otras serpientes hacia los muggles, pero no podía dejar que ella pensase que yo sí, por lo que me dispuse a aclarar ese aspecto.
- Tranquila, estoy de acuerdo contigo, me he criado entre muggles y si guardo algún rencor hacia esas personas, no hubiese sido distinto de haberse tratado de magos.- Sonreí, aunque en mi interior se derramó una lágrima al pensar en mi familia. Pude olvidarlo rápidamente, pues en el siguiente mordisco que dio, Elianne se manchó las comisuras de la boca con chocolate.

En un acto reflejo y aún sonriente, alargué la mano en la que aún sostenía el trapo para limpiarle las manchas.- Tienes un poco de chocolate... ¡Listo!

Elianne le sonrió. Su madre, ciertamente, nunca le había hecho eso. -Qué tierna eres, cariño-. Le dijo, riendose con suavidad. -Es que soy bastante mala comiendo, siempre me acabo llenando de migajitas-. Se quejó, a decir verdad, su manera de comer no era elegante. Más bien basta, para qué negarlo. Elianne suspiró y siguió comiendo, intentando evitar llenarse de migajas.

Reí ante el comentario de la chica, más por apuro que porque me hiciese gracia, y la observé seguir comiendo. Parecía poner cuidado en no mancharse, pero así todo, unas traviesas migajas acabaron sobre su túnica. Sonreí divertida.
- Tranquila, yo no soy precisamente una dama del renacimiento en cuanto a la elegancia en el comer.- Reí ante mi propio comentario. Me sentía a gusto en presencia de Elianne. No era como otras Slytherins, ella tenía algo especial.

-Ya, seguro, eso decís todas las que comeis como damitas... ¡Oh, que te den magdalena!- Practicamente escupió, cuando se le cayó lo poco que le quedaba al suelo. -Las magdalenas no son para mí. ¿Hay algo de fruta por ahí?- Preguntó, mirando a su alrededor.

Negó con la cabeza. -Bueno y, ¿qué es de tu vida? Sobretodo porque no te conozco de nada-. Cuestionó observando a la chica con curiosidad.

Finalmente, Elianne desistió en su intento de comerse a la pobre magdalena que acabó por los suelos. Tras comprobar que carecíamos de fruta, se dirigió a mi para interesarse por mi vida. Con cierta precaución para no contar de más, le respondí con la mayor tranquilidad que me fue posible.
- Bueno, aún me estoy adaptando a la vida por aquí y en mi casa todos están como deben estar... Por lo demás he de decir que no conozco a mucha gente por aquí, pero hago lo que puedo.- La miré un momento para añadir, quizás con demasiada curiosidad- ¿Y qué es de ti?

-No lo sé, supongo que lo de toda la vida. Los Slytherins me respetan, le caigo bien a los hufflepuff que conozco, los ravenclaw se me hacen un poco tontos y, exceptuando a un par de Gryffindors, no podría estar mejor con la casa de los leones.- Le comentó ella. -Tengo una amiga Slytherin que es relativamente nueva, así que supongo que estareis pasando más o menos lo mismo. Es todo cuestión de adaptarse, en mi opinión-. Dijo, en un intento de animarla.

Parecía que Elianne no se quedaba corta a la hora de dar consejos. Pude descubrir por su forma de hablar que era una chica decidida. No parecía tener prejuicios hacia nadie. Eso me gustó. Había poca gente así en la casa de las serpientes.
- Gracias por el consejo, lo tendré en cuenta.- sonreí para mostrar que no me la tomaba a broma.- ¿Y qué trae por aquí a la perfecta Slytherin?

-Tenía hambre, me distraje en la biblioteca haciendo una trabajo de pociones. Sí, yo tampoco puedo creer que una serpiente esté haciendo deberes, pero es lo que hay.- Dijo, bromeando. A decir verdad, Angelina le estaba empezando a caer muy bien, a pesar de ser una novata. Y, posiblemente, tendría una historia detrás de esa cara bonita. A lo mejor Elianne tenía suerte y, además de haber encontrado compañía para comer, había encontrado a alguien interesante.

No pude contener la risa ante el comentario de la chica. Parecía ser que además de aquel "algo" especial que tenía, la serpiente no se quedaba corta en cuanto a sentido del humor.
- Así que eres aún más perfecta de lo que me temía, además haces los trabajos escolares- me rasqué la barbilla y entrecerré los ojos, como is estuviese pensando en algo con mucho ahínco- Definitivamente, creo que no, no hay nadie más perfecto que tú en nuestra querida casa.- Añadí con la mejor de mis sonrisas.

-En eso tendré que darte la razón. Es una pena, pero soy perfecta. Y la única.- Respondió, bromeando. A decir verdad Elianne nunca se había considerado perfecta a sí misma. Sería aburrídisimo ser perfecta. -Aunque, hablando en serio, no soy perfecta. Soy muy dada a caer en la tentación, supongo que es mi mayor defecto-. Comentó, sinceramente mientras se servía un poco de zumo de naranja. Tenía sed. Bastante. Y se sentía acaloradilla.

Parecía ser que la chica perfecta no se consideraba tan perfecta al fin y al cabo.
- Bueno, lo decía solo porque parece ser que por aquí todos se consideran perfectos, pero al final nadie lo es.- Sonreí nuevamente antes de añadir- Imagino que eso de que la perfección no existe debe de ser cierto.- Me gustaban ese tipo de afirmaciones. Nunca supe quién las había dicho, pero siempre recurrí a ellas para solucionar mis dudas.

-Oh, claro que existe. Pero es distinta para cada quien. Algún día encontrarás a alguien con tantos defectos como virtudes y te parecerá perfecto.- Comentó Elianne, encogiéndose de hombros, era lo que siempre le decía su hermano cuando ella se quejaba de lo idiota que era la gente. Aunque, a decir verdad, Elianne no creía en el amor, creía en el respeto que se podía conseguir a lo largo de los años compartiendo con una misma persona y creía en la amistad. Pero, ¿en el amor? ni de coña.

-Eso suena bastante... no sé... empalagoso. Podría haberlo dicho mi madre para solucionar una crisis de amor adolescente... Pero puede que sea cierto.- Por una vez, no me entristecí al hablar de mi madre. De hacho, lo dije como si fuese la cosa más normal del mundo. Imagino que tanto tiempo sin verla me habrá hecho olvidar un poco. Me alegró esa situación por lo que sonreí.

Elianne se encogió de hombros, indiferente. -La verdad es que simplemente estaba diciendo lo que diría mi hermano.- Le dijo, sin darle demasiada importancia. -Bueno, cuéntame, ¿qué tal te llevas con las otras casas? ¿Algún enemigo?- Cuestionó, con una sonrisa en la cara. La verdad veía díficil que tuviese alguno. Ella no tenía y era bastante borde la mayor parte del tiempo.

La pregunta me cogió totalmente por sorpresa, pero reaccioné mejor de lo que nunca hubiese pensado.
- Lo cierto es que tres de las personas con las que mejor me llevo son de otras casas: dos Gryffindor y una Ravenclaw, por lo que yo diría que sí que me llevo bien con las otras casas. Pero bueno, tampoco es que yo haga nada por evitarlo.- La segunda parte de la pregunta fue la que respondí con cierto odio.- Desgraciadamente, hay una persona que con tan solo un encuentro, se ha ganado mi más fiero odio. Me apena bastante que sea un Gryffindor, pero yo no me siento culpable. Fue el quién se lo buscó.

-Bah, no te preocupes, seguro que es el mítico Gryffindor que te juzga por el color de tu corbata, que aún los hay-. Dijo Elianne, restandole importancia. A decir verdad, le molestaban tanto que intentaba llevarse con ellos mejor que con los demás, solo para que se tragaran su orgullo. Extraño, sí, pero a Elianne le encantaba su particular venganza.

-Y dime, ¿ya tienes algún objetivo?- Preguntó, con sana curiosidad mientras le guiñaba un ojo.

Asentí cuando hizo aquella observación, pues no podía estar más acertada. Pero lo que dejo a continuación me hizo reír. "Si solo fuese uno..."
- Lo dices como si solo se pudiese tener uno... Pero sí, hay ya quien está en mi punto de mira...- no pude evitar reír de nuevo, pues era la primera persona que me preguntaba por aquél tema en concreto.- pero lo importante es...¿Y tú?

Elianne le guiñó un ojo. -Bueno, a decir verdad nunca tengo un objetivo fijo, supongo que no hay nadie demasiado llamativo.- Respondió, suspirando con fingido dramatismo. No era su culpa que todo el mundo fuera tan soso y aburrido. Y, que los interesantes, no le atrajeran. Elianne a veces creía que Merlín estaba en su contra.

-No te preocupes, estoy segura de que habrá alguien que te interese... Solo que no prestas la suficiente atención. Yo me dejo llevar, no soy tan quisquillosa.- Aquello no era cierto del todo. Según para qué, yo era una de las personas más perfeccionistas que conocía. Obviamente, no le exigía lo mismo a alguien para pasar el rato que a alguien con quien tenga pensado algo serio. Pero no me iba a poner a explicarle aquellos matices a Elianne.- Y que conste que con eso no me refiero a ese tipo de cosas del estilo de "Todos tenemos nuestra media naranja" y ñoñerías así. Sólo digo que el mundo es muy grande, y alguien tiene que haber que te llame la atención.