¿Hace un pastelillo? [Elianne Nott]

Elianne se encogió de hombros. A decir verdad se estaba empezando a aburrir, no era culpa de Angelina, era que simplemente el tema de conversación no le parecía interesante. Rebuscó en sus bolsillos, en busca de su caja de cigarrillos. ¡Ahí estaban sus pequeñines! Sacó uno y se lo puso en la boca. -¿Te importa?-. Preguntó, antes de coger el mechero. Esperaba por amor a Merlín que le diese exactamente igual.

De nuevo, Elianne me sorprendía. "¿La niña buena fumando?" De todos modos, yo no era quién para hablar, por lo que me limité a hacer un gesto con la mano señalando mi indiferencia al respecto.
- No me molesta en absoluto, pero una vez más me dejas estupefacta. Desconocía este aspecto tuyo. Definitivamente, tengo que prestar más atención en la sala común.- Eso era cierto. Pasaba en ella casi todo mi tiempo libre, si no pululando por los pasillos. Cualquier persona medianamente normal se hubiese enterado de todas las noticias que circulaban por el colegio, pero una vez más, yo no me incluía en la categoría de "persona medianamente normal".

Elianne lo encendió y le dio una calada que le sentó como un vaso de coca-cola en una día de verano. Suspiró, complacida. -No creo que estando en la sala común te enteres de muchas cosas. Yo, al menos, no tengo por costumbre pasar mi tiempo allí. Las únicos Slytherin que están por allí son los puristas. Osea, los imbéciles.- Comentó Elianne, encogiéndose de hombros mientras miraba embelezada el cigarrillo. Simplemente adoraba a los muggles por ese maravilloso invento.

Observé cómo la chica daba las primeras caladas al cigarro mientras escuchaba sus palabras.
- Lo cierto es que tampoco espero enterarme de nada, prefiero que el mundo me sorprenda.- sonreí demostrando que aquella idea realmente me hacía feliz.- Siempre sé cómo reaccionar ante las situaciones que se me presentan, por lo que es divertido vivir con la incertidumbre de qué estará pasando ante mis ojos.- Para muchas personas, aquellas palabras sonarían ignorantes, pero para mí eran la idea de una vida plena. Yo vivía en mi propio mundo, al que de vez en cuando llegaban noticias del exterior.