¿Aburrida? Ya lo veremos [Abigail Adams]

Luego de haber ido a la enfermería y que la señora Pomfrey haya curado a Abigail en menos de cinco minutos, caminamos normalmente hacia nuestro destino: El Bosque Prohibido.

Cuando salí del castillo sentí la lluvia mojar mi cabello, que agradecí tener atado y no suelto, hacía frío y había viento. Estaba oscuro por culpa de las nubes, pero era de día. Me iba a empapar... Tal vez los árboles amortiguarían un poco la lluvia, querida y húmeda lluvia. Estábamos al borde cuando me detuve y me di vuelta para ver si Abigail estaba conmigo, ya que no le había hablado en todo el camino.

Abigail sufría en silencio. La rodilla, gracias a Madam Pomfrey, había dejado de dolerle. Pero su cabello era otro cantar. No. No le dolía el cabello. Solo sufría porque se frizaría en el momentó en que entrara al castillo nuevamente. Suspiró, y agradeció que al menos estuviera mojado de momento.

Al ver voltear a Harumi, la serpiente enarcó una ceja.

―¿Piensas que me quedé atrás? ―preguntó, divertida―. ¿Y dejarte toda la diversión a tí solita? No, gracias, querida.

Ella, efectivamente, estaba detrás mío. Tenía el cabello empapado, probablemente como el mío

-Nunca se puede saber, tal vez te habías acobardado.- dije con el mismo tono divertido que ella había utilizado, y antes de darle tiempo a contestar comencé a caminar más rápido, adentrándome en el bosque.

Luego desaceleré el paso, veía los árboles alrededor, que no daban ningún aspecto acogedor, menos ahora en invierno, que ya se les habían caído las hojas. Había olvidado eso, ya no habría posibilidad de amortiguar la lluvia, que caía cada vez más fuerte, empapando hasta la ropa.

―Que se acobarde tu... ―dejó la frase en el aire. No quería insultar a la familia de la tejoncita.

Al ver que Harumi se internaba en el Bosque, Abigail se adelantó con paso veloz, hasta llegar casi a su lado.

Las ramas, totalmente desnudas, tenían un aspecto indudablemente tétrico, pero la serpiente pasaba entre ellas sin registrarlas casi. ¿Ayudaba el hecho que hubiera vivido tres veranos y un invierno en Siberia? Posiblemente. Abi no se planteaba esas preguntas.

―Bien ―su voz interrumpió la melodía de las gotas de lluvia al chocar contra cualquier superficie―. Ya estamos aquí. ¿Ahora? ―preguntó. No le molestaba el Bosque, no le molestaba la presencia de Harumi, le fastidiaba la constancia de las gotas de lluvia, chocando contra su rostro o cualquier otra parte de su cuerpo (la ropa no ayudaba mucho, pues estaba usando un uniforme de entre-estación, no de verano).

Me di cuenta de que Abigail estaba más cerca de lo que pensaba, probablemente había acelerado el paso cuando yo lo hice. Seguí caminando haciendo caso omiso a su pregunta, mientras la lluvia seguía mojándome y yo no la soportaba, el flequillo me tapaba los ojos por estar mojado.

-¿Te dan miedo los vampiros? ¿O alguna criatura mágica?- pregunté distraída, sin concentración, la tierra estaba húmeda y mis zapatillas quedarían llenas de barro.

Abigail bufó.

―Tenía bosques parecidos en los alrededores de mi mansión, en Siberia ―repuso, con un sonido que se acercó bastante a un siseo―. ¿A tí? ―sus oportunidades de asustarla crecían. Y los planes en la mente de la serpiente, también.

No, definitivamente, no le tenía miedo a esas cosas. Había otras peores de las cuales preocuparse. Un vampirito, una criatura mágica... con un movimiento de varita estarían liquidados. Sus temores eran aquellos que no podía deshacerse de ellos con un hechizo.

Seguí caminando distraída, corriendo mi flequillo para atrás, me nublaba la vista.

-¿Viviste en Siberia? Genial.- mencioné, prácticamente no la conocía, pero no me sorprendía tampoco. Había evadido mi pregunta, haciéndomela a mí.

-A mí... Me dan miedo los dragones, pero ellos no están aquí, de eso puedo estar segura.- no tenía por qué ocultar esa información, aunque vacilé antes de contestar. Iba oscureciendo, no sabía qué hora era y las nubes grises tapaban el cielo. No se escuchaba nada más que nuestra conversación y el sonido de la lluvia golpeando los objetos.

"Dragones" se anotó mentalmente la serpiente. Con este clima, no podría hacer nada con ellos, pero lo apuntó en su cerebro por si en el futuro se presentaba la oportunidad de hacer alguna travesura inocente.

―Sí, no es tan genial cuando tienes que andar con ropa de otoño en agosto ―repuso, bufando con el recuerdo.

―Joder ―volvió a decir―. Esto sigue siendo aburrido.

Me reí entre dientes con su respuesta.

-¿Qué otros lugares conoces?- pregunté, no sabía si me respondería y me daba igual. Me di cuenta de que, relativamente, habíamos seguido un sendero que parecía marcado en el bosque, cuando escuché su queja.

-Entonces... Adentrémonos más... Tú también puedes aportar ideas si tan aburrido te parece...- dije, dejando atrás el sendero y yendo en dirección donde había árboles, árboles y más árboles, muy juntos. Costaba pasar, así que iba con cuidado de no tropezarme con ninguna rama o tronco.

―Conozco ―hizo memoria― casi todo Moscú, Suiza, parte de Alemania, Italia, pues allí nací, Francia, Bélgica, y gran parte de Sudamérica (off: no pude evitarlo :B). Y estoy viviendo en Hungría―respondió, como si no fuera nada. Y los lugares que le quedaban por conocer...―. ¿Y tú? ―preguntó. Creyó que sería poco educado no devolver la pregunta.

―Pues... ―Abigail dudó―. Podríamos sentarnos en uno de estos troncos, y analizar qué hacer ―sugirió. Claro que no tenía nada en mente, pero seguramente, algo se les ocurriría.

Ahora sí me sorprendió un poco, luego pensé que ella era probablemente sangre pura y su familia millonaria o algo por el estilo, además de que con los trasladores mágicos los viajes eran más rápidos, no como los aviones muggles.

-Yo... Yo conozco Inglaterra, Japón y Francia... ¿Viajas por trasladores mágicos?- intenté que mi orgullo no se despedazara, pero ella era muy diferente a mí. Luego, jugué en su contra.

-¡Qué divertido! ¡Sentarnos a charlar! Para eso nos quedábamos adentro... Seguro que te cansaste y por eso quieres detenerte.- dije sarcásticamente, despreciando su idea. Aunque luego me sentí culpable por tratarla así... Claro que no iba a admitirlo.

―Usualmente ―Abigail comentó―. Pero un par de veces hemos usado el medio muggle ―frunció el ceño―, avioles, o algo así ―dijo, recordando la cara de felicidad de Sammy al subirse al aviol.

―¡Contigo, todo es divertido! ―repuso, con un tono de voz de exagerada emoción. Su rostro, en cambio, seguía serio, lo que denotaba el evidente sarcasmo―. Si me cansara, ¿qué problema tendrías con ello? ―preguntó, alzando ligeramente la barbilla. No estaba cansada. Estaba fastidiada, que era distinto.

Sí, era una sangre pura que apenas conocía el mundo muggle, sin embargo me causó gracia cómo había llamado a los aviones.

-Se llaman A-V-I-O-N-E-S.- le dije enfatizando cada letra, seguramente no conocía casi nada del mundo muggle, ni siquiera como usar un teléfono o algo por el estilo.

-Si tanto te aburro no deberías haber venido conmigo entonces. Ningún problema, sólo comentaba.- contesté indiferente, mientras seguía caminando con cuidado pisando las ramas.

La serpiente siseó.

―Aviones, avioles ―murmuró―. ¿Cuál es la diferencia? ―para ella, ninguna. Con N o con L, eran instrumentos de tortura muggle.

―Tampoco es que tuviera mucha opción ―dijo Abigail, alzando un poco la voz―. Entre aburrirme contigo, o aburrirme sin tí, prefiero lo primero ―repuso―. Al menos, puedo molestarte ―ésa era una de sus actividades favoritas: molestar a la gente. Es que tenía tanto tiempo libre... Ignoró el comentario siguiente, dando por ganada esa batalla.

Abi no lo admitiría nunca, pero la tejoncita le caía bien. Un poco.

Suspiré resignándome a explicarle qué era un avión y que para los muggles era muy importante. Luego escuché lo que mencionó.

-¿En serio? ¿Entonces por qué aún no estás molestándome?- le seguí el juego, distayéndome un poco... Por culpa de eso tropecé con una rama cayendo al suelo. Amortiguando el golpe con mis manos, para no mancharme la ropa de barro; lo conseguí, pero aún así me había raspado la palma de la mano con alguna hoja o algo así. Y se me mancharon los pantalones hasta las rodillas.

―Porque me siento especialmente bondadosa ―replicó Abigail, antes que la tejón cayera al suelo. "Y porque aún no se me ocurre nada" añadió en su mente.

―Oye, ¿estás bien? ―la pregunta salió inconscientemente de sus labios, en un tono de voz que denotaba un ligero matiz de preocupación. Al darse cuenta de ello, se tapó la boca con ambas manos.

Me levanté rápidamente del suelo y escuché su pregunta.

-Si... Sólo me raspé la mano.- contesté mirando la palma de mi mano, tenía un poco de sangre. No sabía si utilizar un Episkey, pues nunca me había salido del todo bien... Y tampoco hacía mucha falta. Seguía de espaldas a ella cuando contesté, así que no pude apreciar que se había tapado la boca.

Con la caída me había olvidado de lo último que me dijo, así que no contesté. Me miré las ropas sacudiéndome con la mano sana.

Al estar Harumi de espaldas a Abi, pudo ver claramente la mano con un poco de sangre, y tierra a su alrededor. Decidió que eso no le gustaba ni medio, así que le lanzó un hechizo, lo más oculto que pudo para que se le curara. Claro que el rayo de luz fue notorio, pero la serpiente fingió no haber hecho nada.

Siguió caminando, pasando al frente.

―¿Sabes? Me sigo aburriendo ―dijo, más para atormentarla, y para mantener la conversación que otra cosa.

Llegué a notar un rayo de luz y la herida de mi mano cerró, supuse que Abi había utilizado el hechizo que yo no me atreví a usar.

-Gracias.- le dije, aunque ella había fingido no hacer nada.

Pasó por mi lado, ahora yendo por delante de mí. Caminé detrás de ella, ahora sí con más cuidado.

-Es que tú no te conformas con nada... le contesté algo molesta. El Bosque parecía estar en calma, así que sí era aburrido. Pero la lluvia no ayudaba, pues seguía cayendo bastante fuerte... Qué más daba, si estaba ya completamente empapada.

―No es eso ―repuso la serpiente, ignorando el agradecimiento―. Es, sencillamente, que esto es aburrido. Cuando vengo, suelo divertirme ―explicó, aunque no supo por qué. La Slytherin se aburría rápido, pero esto estaba fastidiando, así que, aunque fue el primer pensamiento que se le cruzó por la cabeza, dijo:

―¿Verdad o reto?

Seguía caminando por detrás de ella, esquivando cada ramita que había en el piso. A veces yo era un poco torpe para caminar... Escuché entonces su pregunta.

-Ohh... Buena idea, creo que empezaré con verdad.- contesté, no sabía qué tipo de retos ella hacía, por eso decidí elegir verdad, al menos para empezar.

Luego, me pregunté cómo conocía ella este juego, ¿también era de magos? Entonces era muy conocido en el mundo muggle... No lo sé.

Abi resopló algo que sonó como "Miedosa". Pero luego se encogió de hombros, para pensar.

―¿Cuál es tu mayor trauma de la infancia? ―preguntó, buscando algo con qué fastidiarla en ese momento.

Conocía el juego por el padre de una amiga, quien las mantenía a ella y a su hija entretenidas horas y horas.

Cuando escuché la pregunta de Abigail seguí caminando, ahora pensativa...

-La verdad... No sé. No tengo recuerdos muy claros... Y no creo haber pasado nunca por algo precisamente malo, cuando era pequeña nunca estaba sola, siempre andaba con mi hermano mayor o mi madre... Tal vez el día en que Alan desapareció, pero no lo recuerdo, ni siquiera tenía un año...- decía lo que me venía a la cabeza, luego pensé en algo que hubiera pasado en los primeros años de Hogwarts pero tampoco se me recordé nada terrible.

-Bien, ahora es tu turno. ¿Verdad o reto?- dije mientras seguía caminando detrás de ella y la lluvia empapaba mi cuerpo.

Bien, eso no contestaba a su pregunta exactamente, pero si era lo mejor que había, podía vivir con ello.

―Elegiría reto, pero dire verdad porque tú lo dijiste también ―dijo la serpiente, con un tonito de voz algo fastidioso. ¿Qué era lo peor que podía preguntar?

Mascullé algo así como caprichosa pero ella no logró escucharlo. Pensé durante menos de un minuto hasta que se me ocurrió una pregunta, algo complicada pero...

-Si tú y toda tu familia estuviera en peligro de muerte y tuvieras la posibilidad de salvar a una sola persona, ¿quién sería? Puedes incluirte a ti misma también. no tenía idea de qué me contestaría, ahora si ya me estaba cansando de caminar, y la ropa mojada pesaba.