Comprando una varita

Vi como Alexandra cerraba la puerta de la tienda con tristeza. Luego miré a Alina.

- Nada, lo que has visto - respondí de mala gana.

- Si, y qué - respondí, frunciendo el ceño - Ya oíste también que no he dejado que eso vaya a más, ¿no? Así que no tienes de qué preocuparte.

- ¡No hables así de Alex! - la defendí, mirando a Alina enfadado - Y quizás ella no sea tan despampanante como tú, pero es más buena, simpática y divertida.

- Y lo más importante, ¡Me siento a gusto con ella! Cosa que nunca sentí contigo.

Me ablandé un poco al ver a Alina así.

- Si, no estuvo mal pero... con ella es diferente - le dije - Y sabes que yo nunca te correspondí de la misma manera...

Era mejor dejar las cosas claras que crear falsas esperanzas.

- No, no es eso.. tú eres buena, Alina - le dije - Pero a la que quiero es a Alex.

Lo había dicho, hasta ahora había sido incapaz de decir esas palabras, pero ya no había manera de ocultarlas.

Aquellas palabras me cayeron como un jarrón de agua fría. Si Alina creía eso... entonces lo más probable es que Alex también lo pensara así.

- No, lo hice por su bien - repliqué - Y no necesito excusas, Alina, de haber sido de otra forma te lo hubiera explicado con calma...

Sentí temor por la amenaza de Alina, no quería que su venganza la sufriera Alex, pues ella no había tenido culpa de nada.
Me quedé unos segundos parado, mirando la tienda con anhelo de que Alexandra saliera y me perdonara. Pero evidentemente no fue así.

Finalmente me fui caminando con paso lento por el Callejón.