Por la tarde ( Libre)

-Puedes, pero eso no quiere decir que te vaya a responder.-dije mirando hacia otro lado. Aún tenía pesadillas con aquella noche.

(jajaja, en mi pueblo sí que son todos unos mal pensados XD)

- Me gustaría saberlo... Robin - pensé que nombrándola se confiaría y me lo diría. Así resultaría todo más fácil.



(OFF: en tu pueblo y en el mío xDD)

Lo miré.

-¿Para qué?

Tenía ganas de llorar, sentía que desde aquella noche no había vuelto a ser la misma...

- Podré llevar a cabo con mayor facilidad lo que quiero intentar - y suavicé mi voz al agregar.- No llores, por favor.

No estaba en mi naturaleza pedir las cosas por favor o dar las gracias, pero ésa chica... sacaba lo bueno que había en mí. Lo poquito.

-¿Qué es lo que quieres hacer?-inquirí frunciendo el ceño.

- Ayudarte - repetí.- De veras, Robin, no voy a hacerte daño - suspiré y me pasé una mano por el pelo.- Déjame intentarlo. Te prometo que si no quedas satisfecha... podrás darme todos los besos que quieras.

No bromeaba, aunque confiaba demasiado en mi poder como para soltar palabras vacías.

-¿Puedes borrarme... esto?-pregunté mirando la cicatriz. Sería algo que jamás podría agradecer lo suficiente.

- Tal vez... - titubeé.

No pensaba prometer nada. Podía fracasar o, incluso, morir en el intento. Hacer desaparecer marcas significaba un riesgo muy grande, y más si estás superaban el máximo de tamaño establecido. Y la suya lo superaba con creces.
Si yo estaba dispuesto a asumir ése peligro... era porque no tenía nada que perder.

-No te voy a impedir que lo hagas... Pero no te diré quién me lo hizo.-dije volviendo a apartar la mirada.

- Robin, no te lo pregunté por curiosear en tu vida - dije.- Es importante, ¿entiendes?

Entonces endurecí la mirada.

- ¿Fue alguien de tu familia? ¿Del Ministerio? ¿Un Dementor? - fui preguntando, mirando cada una de sus reacciones al tiempo que formulaba las preguntas.

(perdona que tarde, se me va internet T.T)

¿Mi familia? Jamás me harían daño. No conocía a nadie del Ministerio. ¡Dementores! Esos eran mi boggart, pero estaba segura de que ahora era...

-Fue un vampiro.-dije solamente en un murmullo, mirando al suelo.

¡¿Un vampiro?!, exclamé para mí, y la miré con sorpresa absoluta.

- ¿Te mordió o simplemente te hizo esto? - pregunté.- ¿Cómo sucedió?


(OFF: tranquila... Suele pasar)

¿Simplemente hacerme esto? ¿Y todo lo demás...? Mis piernas aún tenían la cicatriz de aquellos cortes, y marcas de quemaduras.

-No me mordió... Me hizo esto con... un diffindo.

Y en el estómago también... Me mordí el labio inferior recordando aquel horror en el que aguanté sin gritar, y aún no sabía cómo.

Me horroricé al entrar en su mente. Ése monstruo se había atrevido a...
Endurecí la mirada.
Ya había tomado una decisión y nada me haría cambiar de idea.

- Dame tus manos - extendí las mías hacia ella.

Miré sus manos, extrañada. Y extendí las mías para tomarlas. No sabía qué iba a hacer pero a pesar de que acababa de conocerlo, confiaba en él. Como hacía siempre...

- No debes temer - la tranquilicé en murmullos, pues temblaba un poco.- Cerrarás los ojos y dejarás tu mente completamente en blanco, ¿de acuerdo? Luego una vez que haya acabado todo... tendrás que hacer algo por mí. ¡Nada malo, por supuesto! Solamente tendrás que levitarme hasta la Enfermería. ¿Conforme?

Aunque lo mismo no hacía falta y la palmaba en ése frío pasillo.

Cuando dijo que cerrara los ojos lo hice, pero ante sus últimas palabras los abrí bruscamente.

-¡¿Qué?!-exclamé.-¡No, no! ¡Si esto te va a hacer daño no pienso permitir que lo hagas!

Solté sus manos y me separé de él con dificultad, ya que estaba sentada en el suelo aún.

- Podría hacer esto por la fuerza, Robin - siseé.- Acepta mi buena voluntad y déjame hacer. - supe que había sonado demasiado brusco, por lo que, suavizando mi tono de voz, añadí.- Estaré bien. ¿Confías en mí?

Volví a extender mis manos hacia ella.

-Has dicho que te lleve a la enfermería después, no vas a estar bien, ¿Por qué me mientes?-me levanté del suelo y me alejé.

- Será un simple desmayo - aseguré.

Obviamente era una verdad a medias, pero no necesitaba saberla entera.

Me di la vuelta y lo miré, ceñuda. Si le pasase algo por mi culpa no podría vivir tranquila. Me froté el brazo y suspiré. Me acerqué a él otra vez y extendí las manos.

Sonreí y se las agarré.

- Ahora, para que nada salga mal, cierra los ojos y no pienses en nada - murmuré.- Te aviso de que deberé hacer algo que te dolerá al principio, pero actuaré rápido, por lo que apenas lo notarás. ¿Estás preparada?

Cerré los ojos y asentí con la cabeza.

Deja la mente en blanco, la mente en blanco, en blanco, blanco...

Reí con suavidad. No valía pensarlo, pero eso era menos que nada.

Cerré mis ojos y me concentré en mi propia magia. Su núcleo giraba y giraba en forma de esfera de fuego -extrañamente púrpura-, y parpadeaba.
Tras la revisión procedí a realizar el trabajo más doloroso para la chica. El de reabrir las heridas que aquél vampiro le causó.
Cogí aire.

- ¡Diffindo! - exclamé.

Sabía que las heridas, aunque no visibles para ninguno de los dos, ya que manteníamos los ojos cerrados, comenzaron a abrirse una detrás de otra. Suponía que debía de ser sumamente lacerante para la chica, pero confiaba en que ésta no se desconcentrase y abriera sus ojos.
Tal y como le aseguré anteriormente, la sanación hasta su completa eliminación, la llevé a cabo tan pronto como el primer proceso terminó.

- Vulnera Sanentum, Vulnera Sanentum, Vulnera Sanentum,... - y así seguí hasta que noté mentalmente que todas las heridas estaban apropiadamente cerradas y se habían desvanecido como si nunca hubiesen existido.

Comenzaba a sentirme cansado, pero aún faltaba lo más duro (ésta vez para mí)
Debía transferir la marca que tenía la chica a mi propio cuerpo. Éste se encargaría de ir eliminándolo poco a poco por medio de mi magia.

Respiré más hondo aún y canalicé toda mi magia en su brazo. Las letras fueron difuminándose y borrándose tan lentamente que creí que no me daría tiempo a finalizar el proceso sin palmarla antes.
No fue así.
Pero cuando la última letra desapareció... mi cuerpo desfalleció con ésta.
Mi mente luchaba por mantenerme consciente, al tiempo que mi magia volvía a su ser con una calma desquiciante, pero había perdido demasiada energía.

Y, si se fijaba uno, en mi brazo derecho, podía leerse con letras bien grandes y cicatrizadas ése cruel mensaje: LA MALDADnoEXISTE...



(OFF: ¡toooma Testamento! xDDD Es valioso mi Corvi, ¿eh? ^o^)

(Qué maravilloso!!! Es una monada de chico^^)

Horrible, no pensé que fuera a hacer aquello mis heridas se estaban abriendo. Fue espantoso, pero como cuando me hicieron aquella marca, aguanté el dolor y ahogué los gritos. Intenté concentrarme en no pensar en nada. Finalmente pasó aquel dolor tan insoportable y sentí algo extraño en mi brazos, como si mis heridas se estuviesen cerrando.

Sentí entonces un cosquilleo en el brazo que duró unos largos minutos. No me dijo cuándo podría abrir los ojos pero di por finalizado todo cuando sus manos soltaron las mías. Abrí los ojos bruscamente y lo vi tirado en el suelo. Algo estaba escrito en su brazo, pero no me fijé en ello.

-¡Corvi! ¡Oh, Corvi!-chillé muy preocupada agachándome a su lado y tomando su rostro con mis manos.-¡Corvi, Corvi! ¡¿Te encuentras bien?!