Moonlight [Con Arianne]

Era noche de cielo despejado. Eso implicaba un día de sol radiante en el que Lee Jun Ki se había mantenido en la sombra, escondido cual depredador esperando a que llegara la hora en que pudiera asomarse al mundo exterior. Depredador, odiaba esa palabra, sonaba como a monstruo. Los humanos no depredan. No cazan para sobrevivir. Él, en cambio, sí tenía que hacerlo, pero eso no quería decir que realmente fuera algo que hiciera. Lo evitaba todo lo posible. Porque eso sería reconocerse... por debajo de los humanos, infrahumano, inhumano, por debajo de puros, mestizos y sangre sucia. Lo odiaba.

Por eso, en ese día de sol radiante en el que debía haberse mantenido en la sombra, se había acercado a una de las altísimas torres del castillo. La luz del día entraba por la ventana. Cuánto la añoraba. Había caminado hacia ella. Y, una vez más, el dolor había sido indescriptible. Casi a rastras se había alejado nuevamente, lo más rápido posible, de los letales rayos, y se había retorcido en el suelo con un ardor insoportable en todo el cuerpo. Y ahí se había quedado, tirado, mirando al techo, sin fuerzas ni ganas para levantarse. No solía aparecer nadie por esos lares, pero si cualquiera lo hubiera visto, se hubiese desplazado hasta la luz para que terminara de destrozarle, no podían verle en ese estado, de ninguna manera. Quizás por ya saber cómo iba a acabar escogía ese lugar solitario. En el fondo lo asumía... pero se negaba a aceptarlo.

Horas estuvo en la misma posición, y solo era consciente del paso del tiempo por el desplazamiento de las sombras de la pared y el lejano replicar de las campanas. Entrada la noche, se había levantado, no sin dificultad por el escozor de las heridas. Por la tontería había faltado a un par de clases. No le importaba.

Con un suspiro, tomó asiento en la ventana de la torre, con una pierna colgando sobre el vacío y la espalda sobre la fría piedra. Se descubrió el brazó, y vio las quemaduras que lucía en él. Incluso por debajo de la ropa su piel ardía al exponerse a la luz solar. Era horrible. Escuchó un ruido y rápidamente volvió a taparse las heridas, girando la cabeza hacia las escaleras.

El día había estado soleado, demasíado brillante para una víbora acostumbrada a la oscuridad de su nido. A Arianne no le agradan esos días porque todos andan felices, con el ánimo por los cielos, mientras que ella sigue con su futuro acechándola. Suspira al entrar a una de las clases y no encontrar a Jun Ki. "Otra ves se ha perdido" piensa y se sienta al lado de un chico de su casa que la mira sonriente. Arianne, acostumbrada a ese tipo de actos, sólo rueda los ojos y mira al frente esperando que la clase comenzara.

Al salir de la clase, observa su alrededor para ver si encontraba al chico por algún lado, pero como ocurría en varias ocasiones, había desaparecido del castillo. Se percata como muchos de sus compañeros corren para llegar a la proxima clase, pero ella, una señorita de la aristocracia mágica, no perderá su elegancia para tratar de llegar a tiempo a una inútil clase. ¡Nada de eso le servirá para cuando la marquen! ¿Por qué le hacen perder el tiempo de esta manera? No lo entendía, la situación estaba más allá de su inteligencia. Y eso ya es decir mucho.

Otra clase terminada. Otra hora perdida en tonterías de hechos mágicos que a nadie le importa. Ya estaba anocheciendo y Arianne se planteó en buscar a Jun Ki, por primera ves en el día. Entra al Gran Comedor, y a pesar de estar abarrotado de chicos comiendo como si su vida dependiera de ello, no estaba a quién buscaba. Caminó pocos minutos cuando pensó en las torres. "Un buen lugar para estar solo" volvío a hablarse a sí misma y se encaminó a una de ellas.

―Espero que tenga una buena excusa para estar escondido acá ―se escucha decir, algo cansada.

Al abrir la puerta lo primero que ve es un gran ventanal y en él, se encuentra sentado el chico que buscaba.

―¡Hola, perdido! ―le dice con una sonrisa arrogante, muy característica de ella― ¿Qué hace un chico como tu en un lugar como... este? ―agrega al ver lo sucio que se encontraba el lugar―: y en serio lo pregunto.

Aunque le sorprendía que alguien fuera a "visitarle" a un rincón tan recóndito del castillo, tampoco se inmutó por ello, solamente se quedó esperando a conocer la identidad de quien le había interrumpido el silencio. Si era un profesor, poco le importaba, él seguía siendo un estudiante modelo aunque a veces se saltara clases, y total confiaba en que Slytherin siguiera ganando al resto de casas incluso con un par de puntos menos... ¿pero eso qué importaba? Sinceramente, un par de esmeraldas más o menos en el contador no era lo que demostraba la superioridad de la casa de Salazar.

Vio aparecer una rubia cabellera por la portezuela de madera y se sorprendió gratamente, no mucho, pero gratamente.

- Buenas noches - saludó con tranquilidad, sin moverse del sitio, con un semblante tranquilo y casi ausente, esbozando lo que podría ser un amago de sonrisa -. Nada. Solo relajarme - contestó con indiferencia, no tenía por qué dar más respuesta que esa.

Giró de nuevo la cabeza hacia fuera, viendo la luz de la luna. Era irónico pensarlo, pero esa no era sino el brillo del sol reflejado que, lejos de resultarle dañino, era casi agradable. Ver aquel astro era como reencontrarse con una vieja amiga. De hecho había pensado quedarse toda la noche allí sentado, solamente mirándola, pero ya que Arianne había llegado, tarde o temprano tendría que irse. Hablando de ella, volvió a mirarla.

- ¿Querías algo?

Sonríe al ver la indiferencia de él. Si no fuera por que es... extraño, ni siquiera se tomaría la molestia de buscarlo. Arianne es así, ve más allá del brillo de una piedra, es capaz de encontrar la riqueza que esta posee, y la chica está donde haya riqueza. No importa el tipo que sea.

Comienza a caminar por el lugar, mientras escucha la escueta respuesta que ha recibido. Y sonríe, simplemente sonríe. Le gusta pensar que a veces es una molestia, le agrada saber que apesar de la indiferencia que cualquiera puede mostrar ante ella, siempre hay una emoción debajo. Y es por eso que Arianne sigue estando cerca de Jun Ki, porque a pesar de que han pasado ya varios años, ella sigue teniendo esa sensación de que el chico es una mina sin explotar, que sin importar la indiferencia que él muestre, siempre va a ver una emoción escondida, una emoción que le encantaría saber con sólo mirarlo a los ojos.

―En realidad no ―responde, encogiendose de hombros―. Los demás son unos aburridos, y tu por lo menos mantienes esa sensación de peligro, siempre alerta.

Arianne se detiene frente a él y lo mira fijamente.

―Si dejaras de esconderte ―susurra, venenosamente―, ya no llamarías mi atención. Y tu lo sabes.

Fuera de la vista de la chica, el intento de sonrisa terminó por materializarse en una auténtica, si bien no especialmente conforme por ello. Ah, si supiera la verdad, si viera las lacerantes quemaduras que lucía bajo el uniforme... aunque quizás eso lo haría incluso más "interesante". En cualquier caso tenía claro que si no le había contado ese pequeño detalle no era por temor a lo que pensara sobre él, sino a que él mismo no se encontraba conforme con ello. Aunque decir que no estaba conforme era poco.

Soltó una breve risa irónica al escucharla hablar, fijando la mirada en sus ojos verdes.

- Siento decirte que te equivocas en eso, Arianne - replicó con un tono suave -. Yo no me escondo.Huyo. Son cosas diferentes.

No iba a añadir nada más al respecto. Si quería entender, que entendiera, y si no simplemente que lo dejara pasar. Pero la tenía por una chica lista, así que si le interesaba, de seguro podría comprender a qué se refería... bueno, no comprenderlo. Pero al menos intuirlo.

Encogió un poco las piernas, dejándole un hueco en el otro lado de la repisa del ventanal e invitándola sin palabras a sentarse.

―Huir ―susurra, repitiendo las palabras de Jun Ki en su cabeza. El viento entra por el ventanal y remueve un poco su cabello, mientras ella mira directamente a su compañero y le sonríe. Ni Arianne puede clasificar el tipo de sonrisa que le brindó pero fue lo suficiente como para darle a entender al chico que no insistiría con el tema... por ahora.

Ve como él encoge las piernas y antes de sentarse pasa un dedo por el lugar. Sucio. Deja escapar el aire un tanto frustrada pero decide de todas formas acomodarse en el espacio cedido. Y como nunca en su vida sintió... libertad. Todo gracias a ese vértigo de encontrarse a esa altura, de estar tan cerca del todo y de la nada. Y vuelve a sonreír.

―En clases preguntaron por tí ―le comentó, sin abrir los ojos, entrando en un mundo propio, del cual no quisiera ser sacada.

Aunque por naturaleza era solitario y no solía gustar de compañía, se le hacía grato estar con esa chica. Era silenciosa, no se metía más que lo necesario en las cosas de los demás y era... diferente. Esas eran tres cualidades que Jun Ki apreciaba en la gente con la que le gustaba rodearse, cuando esa relación iba más allá del simple interés. Podría decirse que Arianne le caía bien. Quizás incluso que le tenía cariño. O, por lo menos, aprecio.

- Lo suponía. Mañana si que iré, hoy no me apeteció - añadió, apartando la mirada de ella para volver a perderla en el exterior del castillo, el paisaje, el bosque que se veía no tan lejos y, allá arriba, la luna.

Volvió a verla de reojo y no pudo evitar sonreír al verla así. Tanto fue que no hizo ningún comentario más por dejarla disfrutar de ese momento de paz, mientras él hacía lo mismo. No siempre son necesarias las palabras para encontrarse a gusto en compañía de otra persona. Eso era algo que Jun Ki tenía bastante claro.

Levanta los pulgares al escucharlo y sonríe de medio lado. Arianne no es de las chicas que andan sonriéndole al mundo, en realidad, son muy pocas las personas que tienen el privilegio de verla con una verdadera sonrisa en el rostro o viéndola hacer cosas de las cuales se burla por ridículas, por ejemplo, el gesto del pulgar. No, no es que ella tenga la necesidad de burlarse de todo hasta de pequeños movimientos gestuales, sino porque existen muchas cosas poco adecuadas para una persona como ella. Así se lo enseñaron, así quiso aprenderlo.

Aún disfrutando de su mundo de libertad, decidió volver al real. No tiene el privilegio de crear un lugar en el que ella sea feliz. No tiene derecho a ello, porque está destinada al bando oscuro a servir al Lord y esa libertad tan anhelada no llegará.

―¿Y cómo te conseguirás los apuntes? ―dice, mirándolo de reojo y tratando de llevar los temas a cosas triviales.

Sabe que Jun Ki es reservado, lo ha sido desde primero, y al estar él al nivel de ella, respetará eso. Ese chico que tiene al frente es el único que puede decir que Arianne Sinclair lo respeta pero no lo hará, porque el no es de los que hablan.

―Tal vez podrías pedirselos a un ravenclaw.

Sí, trivial, superficial. Pero así ambos se sienten cómodos.

Volvió de su ensismamiento con lo que había fuera y de nuevo vio a la chica, acomodándose algo más en su sitio, aunque siendo frío, y de piedra, poca cosa se podía hacer. Aunque, bueno, había pasado todo el día ahí tirado, y solo por estar sentado ya se sentía relativamente cómodo.

— Sí, eso haré —contestó con respecto lo de pedírselo a un Ravenclaw, esa era su especialidad, al fin y al cabo, estar pendientes de las clases, tener inteligencia natural y además ganas de aprender, y si se lo pedías con bonitas palabras seguro que aceptaban a "ayudarte a aprender"—. Es lo mejor

De hecho, ya tenía en mente una persona, era una chiquilla que lo miraba quizás en exceso durante las clases, y luego escondía la cabeza. Era mestiza, tenía entendido, pero en este caso era algo irrelevante, lo que importaba era que sus notas eran especialmente brillantes. Jun Ki estaba seguro de que bastaría un poco de "persuasión" para que le dejara lo que quería.

— Hace tiempo que no salimos tú y yo, podríamos ir algún día a Hogsmeade a tomar algo —tampoco era que realmente tuviera ganas, pero no le desagradaba la idea, la verdad es que más bien era para crear conversación.


[FDR: He averiguado cómo se pone la raya, adiós, corrector de Word! xD]

—¿Salir? ¿Hogsmade? —pregunta abriendo los ojos y mirándole fijamente. Meditó por unos minutos la idea, bien nunca es malo salir del castillo a relajarse un poco, pero no le agradaba la idea de siempre toparse con tanta... escoria—. ¿Por qué no? Tal vez encontremos una forma de divertirnos entre todos los sangre sucias que el Director está aceptando.

Impuros. Sí, ese es un motivo por el cual el colegio no le agradaba del todo. Tanta gente que no se merece ni siquiera que los puros les miren, que no deberían saber de la existencia de ellos por lo menos hasta que sus "gobernantes" decidan aplastarlos, como los insectos que son.

—Aún no entiendo como es que no hacen algo para controlar esa plaga. —Mira al exterior y frunce el ceño. Arianne no es de esas chicas conversadoras, pero siente un morbo, un placer maniaco cada vez que toca el tema de los muggles, lo que la convierte en una persona habladora por lo menos por unos minutos—. Pero bueno, no sería malo ir a dar una vuelta, Jun Ki.