Chocolate (Edmond Dantés)

Me moría por un poco de chocolate, necesitaba chocolate, y a donde mejor que ir que a las deliciosas cocinas. Seguro que algún elfo sumamente majo me haría un chocolate calentito para superar al crudo invierno. Odio el invierno, es una de mis partes menos queridas del año. Bueno, si tomo chocolate caliente me gusta. Pero de resto ¡no! Ehm, estoy divagando, a lo que iba. Estaba apunto de abrir la puerta (que en realidad es un cuadro) cuando vi a un chico, guapísimo, si alguien me pide mi opinión, acercarse. -Hola ¿tú también vienes por el chocolate?- Saludé alegremente.

El frío era horrible, pero estaba haciendo lo posible por sobrellevarlo... salí a trotar, hice un poco de ejercicio, me di un baño, sin embargo el frío no desaparecía, caminandor por los pasillos habìa escuchado unos rumores sobre unas cocinas, reí para mis adentros, pues tenía algo de hambre, y también un poco de frío... unas galletas y un poco de chocolate caliente parecían una buenísima opción, apresuré el paso hasta el cuadro donde se suponía estaba la cocina, y antes de llegar, visualicé a lo lejos a una muchacha preciosa, con cabello oscuro y largo, ojos pequeños y definitidos... de rostro estilizado... la mejor compañía que podría tener en la cocina y a estas horas, me saludó de improviso, por lo cual contesté al instante

- Hola.. oh si, Digo.. hace muucho frío.. y tengo algo de hambre

Agregué riendo para abrir el cuadro y pararme a un lado, ofreciendole pasar primero

- Adelante, bella dama

Seguí con tono galante y una amplia sonrisa. Una vez estuvimos ambos dentro de la cocina miré con ojos de niño en una dulcería el sinfín de cosas deliciosas que había alrededor, sin embargo la más deliciosa estaba frente a mi, y estaba caminando.

- Y... eres.. Griffindor?.. de qué año ereS? nunca te había visto

Inquirí curioso, era imposible que una chica tan linda se me pasara por alto.

-¡Oh! ¡Qué caballero!- Dije con modales de damisela. -Que sepas que nadie hace eso...- Le comenté riendome. Le sonreí y entré, qué buena pinta tenía todo... Empezando por el chico, por supuesto. -¡Oh! ¡Chocolate!- Exclamé como una niña pequeña mientras me acercaba a una taza de chocolate que había encima de una mesa. Lo cogí y lo probé impulsivamente.-Mmm... Está buenísimo. Deberías probarlo-Le dije, relamiendome los labios.

-Si, soy una leona. Grrr-. Hice una parodia de lo que algunas de mi casa llamaban "el rugido del león. -Hombre, es que no soy muy llamativa. Soy de esas que se parecen a los demás.- Respondí, encogiéndome de hombros. -Yo voy a séptimo ¿y tú?-

- Yo también voy en séptimo.. y definitivamente no eres de esas personas que pasan desapercibida... anda, mírate... eres lindísima

Agregué acercándome a ella quedando a escasos centímetros de su rostro, imité el sonido "grr" que ella había hecho para luego tomar el tazón de sus manos y darle una probada al chocolate, que sabía dulce y delicioso, aunque estaba seguro que sabía mucho mejor en sus labios.

- Umm.. si, está DE-LI-CIOSO

Agregué apegado a su rostro miràndole fijamente a los ojos para luego dar la media vuelta e ir a buscar algo para comer, dejando el tazón en sus manos, encontré una manzana, la cual tomé y le di una mordida, me senté en una mesa grande donde seguramente cocinaban y me quedé mirándole con una sonrisa.

- Creo que no te vi porque soy algo distraido... ten por seguro que si te hubiera visto antes, no te quitarìa los ojos de encima

Dije riendo para darle otra mordida a la manzana, mientras le miraba sonriendo y me quitaba el chaleco.

- Hace calor aquí, no crees?

-No, me estoy muriendo de frío...- Respondí abrazándome a mi misma. Yo me estaba helando y él se estaba desvistiendo... Qué cruel era la temperatura conmigo.

-Ya te lo dije, además está calentito.- Dije ignorando lo... comestible que era el chico. No sería la primera vez que malinterpretaba las señales de un chico y me iba mal... Muy mal. -¿Y tú nombre?-

-Oh, me siento halagadísima... Creeme, aquí la que no hubiese quitado los ojos hubiese sido yo- Le dije, sonriendole mientras cogía un croissant. Que estaba buenísimo. -Mmm... Yo quiero aprender a cocinar como los elfos por Merlín.-

- Pero yo tengo calor.. tu tienes frío.. quizá si nos juntamos un poco más.. podamos estar ambos a gusto

Contesté sonriendo mientras le hacía un guiño con mi ojo, bajandome de la mesa donde estaba sentado, acercándome paso a paso, lentamente hacia ella, no amenazantemente, al contrario, con una amplia y amistosa sonrisa.

- Mi nombre es Edmond Dantés, y el tuyo?


Agregué dándole un leve besito en la mejilla como presentación, había escuchado que en ciertas partes eso era una especie de saludo, por lo cual abusé de aquello para probar levemente su suave piel con mis labios... sin embargo, algo me decía que ese no sería el último beso de la noche, o al menos deseaba que no fuese asi.

- Oh... si, como digas... con tu aspecto... debes estar llena de pretendientes


Dije sonriéndole sin separarme mucho de ella, mirándole atentamente y capturando cada uno de sus gestos y sus razgos en mi mente.

-Yo soy Tanya Záitseva-. Dije dandole un beso en la mejilla a pesar de que, en Rusia, la costumbre era dar la mano. -¡Ven aquí tío!- Le dije, para luego abrazarlo con mi, legendario, abrazo de oso.

-¿Y tú qué? Seguro que hasta tienes club de fans.- Respondí, fulminandole, de broma, con la mirada. -¿Me das un trozo?- Dije, cogiendole la manzana de la mano y dandole un mordisco. Qué confianzuda soy... Bueno, me quiero igualmente.

- Cuidado

Contesté cuando me abrazó efusiva y juguetonamente, pues en vez de separarme de ella, me quedé pegado a su cintura, entrelazando mis brazos tras esta y apegándome más a mi cuerpo. La costumbre de las frías tierras donde Durmstrang estaba, me había hecho mantener una temperatura corporal tibia siempre, a parte el ejercicio y todas esas cosas me ayudaban a mantenerme cálido, para que cualquier persona que tuviera frìo, pudiera desaparecerlo pegada, así conmigo, en especial si era una leona tan linda como ella.

- No des un primer paso a algo que no puedas acabar

Agregué riendo divertido para verle mascar mi manzana, antes de que ella lograr comerla toda, me posé en sus labios y le quité un pedazito de esta, en un beso bastante sensual y placentero, sus labios sabían a manzana, eran dulces y deliciosos.

- No sé si sean tus labios o la manzana... pero ese beso fue delicioso

Confesé como no solía hacerlo, quizá sería un buen plus para que al menos no quisiera asesinarme por haberle besado tan confianzudamente.

OhDiosMio, fue mi único pensamiento coherente. ¿Y yo me creía confianzuda? ¡Já! Primero abrazandome por la cintura como un galán (sí, me gustó ¿y qué?) y luego dandome un beso. ¿Quién se había creído? ¿Brad Pitt? ¿Drácula?

-Bueno, bueno, bueno... Y yo que creía ser la confianzuda. Me has dejado quedar muy mal, que lo sepas.- Me quejé, con aires de niña pequeña pero sin separarme demasiado de Ed, ¿le podría llamar Ed? Mmm... Le preguntaría. -Pues ahora me apetece comer más.

Su rostro me hacìa pensar que quizá no le había gustado, la nueva sensacion de provarme y ser provada, al menos para mi había sido una experiencia espectacular, deliciosa y placentera, le vi hacer una queja como una niñita pequeña, reì divertido y me preparé para salir corriendo, quizá me hechizaría, pero bueno, siempre vale la pena correr el riesgro... escuché cad auna de sus palabras, pegando mi mirada a esos labios rosa que se movían y se movían, diciendome un sinfin de cosas... de todos los mensajes, uno me dejò estupefacto.. comer más?... se lo daría, no dudaría en hacerlo, Tanya tendría toodo lo que quisiera esta noche.

- Tus deseos son órdenes, mon amie

Contesté tomando un poco de chocolate para mantenerlo en mi boca, besarle nuevamente, y compartir el chocolate con ella.

- Es idea mia o el chocolate sabe màs dulce cuando está mezclado con tus labios?

Pregunté tras separarme de sus labios, por culpa de la necesidad de aire.

-No quería comer más chocolate, pero ya que insististe... Bueno, estaba bien.-. Respondí, indiferente. La verdad era que me daba un poco de asquillo compartir mi chocolate con sus babas y las mías, pero eso es porque soy un poco obsesiva-compulsiva con la limpieza. Antes de que Ed, tenía que preguntarle si me dejaba llamarle así, dijera algo o se sintiera decepcionado lo cogí por la nunca y le di un beso de esos que no se les permite ver a los niños pequeños.

- Ah si?... conque te gusta jugar sucio

Agreguè riendo al sentir ese beso cargado de pasión y deseo, de esos besos para mayores de 18 años... le sonreí divertido y comencé a caminar en dirección a ella, hasta acorralarla contra la mesa, alcé una ceja y sacando un trozo de manzana, lo puse entre mis labios para ofrecérselo.

- Por cierto, puedes llamarme Ed, cariño

Dije entredientes pues tenía el trozo de manzana en mi boca.

Le cogí el trozo de manzana con una sonrisa en la boca y me lo comí porque, a pesar de estar coqueteando con un chico totalmente guapísimo, tenía hambre. Típico de mí. -Para un poco que no quiero causarle un trauma a los pobres elfos-. Le dije, riendome. En ese momento comprendí lo que me había dicho antes de cogerle el trozo de manzana. -¡Eh! ¡Me dejas llamarte Ed! ¡Toma ya!- Exclamé antes de volverlo a abrazar, efusivamente.

- Ahora quiero mi premioDije riendo, llendo quiza un poco lejos pero tomando sus dos muslos para sentarle sobre la mesa y volver a besarle, apasionadamente, mirar alrededor y trancar el cuadro para que nadie pudiera entrar.
- ha sido un guusto conocerte TanyaAgregué riendo para luego mirar alrededor e ir a buscar un bol
- dime que quisieras comer y yo te lo preparao

-Guau, guau, guau... No te ofendas Eddy, pero no me apetece ir más allá de los besos contigo hoy. ¡Qué nos acabamos de conocer! Y a mí el sexo así porque sí en cualquier lugar no me va demasiado, a decir verdad. Yo soy más de hablar mucho y, luego, tener sexo; pero la charla es fundamental para mí. No me quiero acostar con alguien a quien le gusta maltratar elfos o al que le gusta demasiado el rosa fosforito ¿lo entiendes?- Le dije, sinceramente, cogiendole las manos que estaban en mis muslos para entrelazar mis dedos con ellas. Luego le di un beso suave, relajado, que contrarestara toda su pasión porque a mí, a decir verdad, no me apetecía nada acostarme con un desconocido, por muy guapísimo y jodidamente bueno que estuviera.

- Sexo?

Susurré divertido mientras le miraba y sonreía, continué su beso ténue, suave y tierno, extinguiendo toda la pasión de mi cuerpo voluntariamente, quizá había hecho algo equivocado que le había hecho pensar errado, no era mi intención tomarle, menos allí, digo... nisiquiera sabía nada de ella, tras el beso, ahogue una risa y le quedé mirando, ladeé mi rostro y le sonreí, aún con cara divertida.

- Tranquila, no podemos ir tan rápido, quizá hice algo mal, lo siento.

Dije con seriedad y al mismo tiempo con tono tranquilo y sereno, en realidad no era mi intención hacerle creer algo errado, y peor aún, obligarle a algo que ella no quiera.

- Quisieras comer algo conmigo?

Pregunté mirando alrededor, estabamos solos y podíamos ocupar toooda la comida que aquí estuviera para nosotros, preparar cosas extrañas o hasta jugar con ella, mal que mal, nunca sabrían de nuestra presencia aca.

Tonta. Tonta. Tontatontatontatonta. Soy imbécil. Juro por Merlín que de haber podido me hubiese dado un golpe en la cabeza. Allí estaba yo, con un chico guapísimo y sexy mientras metía la pata de forma casi, casi irremediable. Me sonrojé con fuerza y maldije en ruso. -Me encantaría, ¿qué te apetece?- Pregunté, intentando parecer inteligente y divertida. Seguramente fue patético.

- De ser por mi prepararía un sandwich enorme, por eso mismo te pregunto- Dije mientras abria la puerta del refrigerador mirando todo lo que este tenía para ofrecernos, un sinfin de comidas, todas muy variadas, ingredientes como para cocinar lo que fuera que quisieramos comer - Tenemos helado, frutas, verduras varias, pan, buff.. un montón de cosas- Agregué mientras miraba en el interior de la heladera dándole la espalda a Tanya por un instante. - A todo esto, lo siento, quizá se me pasó la mano- Seguí metiendo el dedo en la herida mientras sacaba un par de cosas de la heladera- Elige, dulce o salado?-

-Me apunto al sandwich-. Dije, alegremente. Luego Edmond dijo algo referido a mi pequeño error. Sí, ya sé que fue enorme pero me gusta restarle importancia a las cosas. - Fuiste un poco duro ¿con qué?- Pregunté inocentemente acercandome a Edmond para mirar lo que había en la nevera. -Coge el zumo de calabazas, realmente lo amo-. Recomendé.

Sonreí mientras sacaba el jugo de calabaza y un poco de queso, tomates, lechugas, y un montón de verduras y otras cosas, tomando un baguette bastante grande y partiéndolo para armar el sandwich, aproveché la cercanía de Tanya para acercarla a ella también, con delicadeza a la mesada, poniéndome tras ella y guiando sus manos para armar el sandwich, mientras apoyaba mi mentón en su hombro y a veces frotaba mi mejilla con la suya, en señal de cariño, valla, ya me había encariñado con la chica, seguí guiándole hasta terminar de abrir el pan y allí le guie las manos a las lechugas.

- Qué tal te parecen unas clases de cocina con Chez Edmond?- Pregunté divertido, dándole un besito en la mejilla, pues ya sentía la confianza suficiente, era agradable su espalda cálida.

-Me parecen una buena idea, desde luego. Sobre todo si tenemos en cuenta que yo no tengo la menor idea sobre cocina. Recuerdo aquel día que mis padres... ¡Oh, perdona! Estoy divagando.- Me interrumpí a mitad de la oración seguramente a Ed no le interesaba lo más mínimo mi vida. Por otra parte, seguramente sería un buen amigo. Me daba esa sensación de buena persona. Y de ligón, pero eso es otra historia. -Dígame, Sr. Edmond, ¿qué va a preparar esta noche a parte de este delicioso sandwich?- Pregunté, imitando la voz de alguna presentadora de televisión.

- Voy a preparar una velada perfecta.. una cita ideal, y un .. - Me callé para estirarme y darle un besito en el costado de sus labios - y un beso tierno y dulce en tus labios, te gusta el menú?- Pregunté risueño al tiempo que le ayudaba a deshojar la lechuga y comenzaba a esparcirla por el largo del baguette, frotando mi rostro en el cuello de Tanya, adoraba su compañía... era como cálida.. y me hacía sentir en confianza, al mismo tiempo que me gustaba en demasía. - Hey.. quiero que me cuentes tu divagamiento, anda, yo te escucho- Agregué divertido mientras le hacía alcanzar el queso.

Me besó dulcemente, con suavidad, yo diría que incluso con algo de cariño. Le sonreí. -Me parece una buena idea, sí.-. Le dije, sintiendo como me estrechaba entre sus brazos, estaba bien... Entonces dijo que no le importaba escucharme divagar, qué mono. -Bueno, la cosa es que aquel día estaba sola, totalmente sola, en casa y no tenía la menor idea de como hacer nada. Y con nada me refiero a no saber poner a hervir agua. Qué sufrimiento tan horrible, hasta que recordé (bueno, en realidad mi mejor amiga me lo recordó) que existia el servicio a domicilio. No recuerdo haber estado tan feliz por haber visto una pizza en mi vida-. Dije, resumiendo la historia. Bueno, más bien obviando que Elianne, mi mejor amiga, casi me había asesinado por tonta.

- Que bueno que te guste el menú, cuando halla algo que no te guste, solo debes decirlo- Agregué divertido mientras movía nuestros cuerpos como si bailaramos mientras cocinaramos, era divertido, luego estiré sus brazos y tomamos el queso, comenzamos a partirlo en rodajas y comenzamos a esparcirlo nuevamente por el largo pan baguette, en un descuido de Tanya le di un besito en el cuello, riendo divertido, para luego preguntar algo curioso - que genial.. y tus amigos?.. tu familia? los ves a menudo?.- En realidad me hizo recordar a mi gente de Durmstrang, pese a los problemas allá también tenía amigos, y tras el gran asunto, nunca más había vuelto a saber de ellos.