Conejos (Beatrice)

Rei por lo de Rita Skeeter, pero seguramente ya tendría suficientes informadores por ahí, y tenía cosas mejores que hacer que estar atento a los demás para descubrir cosas interesantes sobre ellos.

-Buscar cotilleos no es mi pasatiempo favorito que digamos, tengo cosas mejores que hacer. Aunque ahora que lo dices, siempre puedo venderme como espía dentro del castillo si necesito algo de dinero- dije riendo, esta vez un poco más fuerte al imaginarme a mí vestido de Skeeter investigando chismes por el castillo.

Me lo había planteado sí, pero de sólo pensar que tendría que hacerme cargo de los molestos alumnos de segundo o primero ya me daba algo. A pesar de que yo me consideraba una persona paciente, no lo era cuando había un niño pequeño de por medio, eran chillones y molestos.

-Definitivamente esto está más limpio que mi casa, así que los elfos de aquí son mejores. Por ahora no tengo intención de ser profesor, quizás más adelante, cuando tolere a los niños menores de 14 años me lo plantee- dije sonriendo.

No me importó cuando se estiró hacia donde había estado sentada, apoyando su cabeza en mi regazo, es más, me gustaba la sensación y si fuera por mí, que se quedara mucho más tiempo así, no tenía problema en dejarla.

-No sé si me volvería loco, pero definitívamente no me lo pasaría bien, y ellos tampoco- reí, seguro que terminaba lanzándoles una maldición o algo por el estilo, quizás un hechizo para que se callaran no estaría mal.

Me imaginé una clase llena de conejos en vez de alumnos y reí por lo bajo, sería un expectáculo digno de verse, muy divertido.

-No creo que el hechizo funcione con personas, pero siempre se puede crear uno que sí lo haga- añadí, mantuvo su mirada sobre mí. Poseía unos ojos interesantes, de color verde mucho más oscuros que los mío, me gustaban.

Beatrice continuaba con su cabeza en mi regazo, estábamos sólos ahora, y la conversación se había agotado, no me apetecía seguir hablando de niños malcriados a los que convertiría en conejos en el remoto e improvable caso de que me hiciese profesor. Sonreí y me acerqué a ella, hasta que nuestras caras prácticamente se rozaron.

-Dime Beatrice, si te beso ahora, ¿te enfadarías?- le pregunté con una sonrisa irónica, no había que olvidar que la chica tenía novio, en teoría claro está.

Bueno, entonces ya estaba decidido, a ella no le importaba y a mí me apetecía, ¿qué más se podía pedir?, poco o nada. Me terminé de agachar hacia ella y la besé suavemente, al menos al principio. Me separé un poco después de un rato.

-Me parece que estaríamos más cómodos si la señorita Robins se dignase a incorporarse- le dije en voz baja irónicamente. Esto de agacharme para besarla iba a terminar por producirme dolor de espalda y estropearía la ocasión.

Por suerte me hizo caso y se sentó encima mío, ahora era más fácil besarla, y mucho menos incómodo, que era lo que principalmente me molestaba.

-Exageras, te apuesto a que no puedes decirme otro momento en el que me haya quejado en esta conversación- la reté. Seguro que había otros peores que yo. Coloqué mis manos en sus caderas y la atraje hacia mí para continuar con lo que había dejado a medias antes.

Sonreí sin poder evitarlo, no había sido tan así, pero se no me apetecía corregirla ahora. Nos besábamos lentamente, probando y conociéndonos. Besaba de miedo a decir la verdad. Volví a sonreir para mí y bajé, besando su cuello unos momentos para volver a su boca.

-Técnicamente no me quejé, sólo constaté un hecho- dije- ¿sabes?, tu novio es bastante idiota, no sé cómo es capaz de dejarte por ahí con lo bien que besas. Seguro que muchos chicos estarían deseando estar en mi lugar- le dije sonriendo.

Rei ante su sugerencia, aunque estaba claro que sería ella la que los besaría, yo prefería estar con chicas antes que con chicos. Seguí besándola, ahora más apasionadamente, mordí sus labios suavemente y sonreí para mi interior, ¿quién habría dicho que una tarde aburrida y común se iba a transformar en esto?

-No me apetece, estoy muy bien aquí, además, ¿para qué ver cómo te besan otros cuando te puedo besar yo?, que miren ellos- le dije un momento cuando me separé para tomar un poco de aire.

No pude evitar reir tras su pregunta, llegué a la conclusión de que siempre se quedaba con la peor parte de lo que decía, era un poco molesto, porque tenía que aclarme todo el rato, aunque en el fondo sabía que ella entendía lo que decía.

-Que manera más absurda de malinterpretar mis palabras...- murmuré en voz baja mientras hundía mi cabeza en su pelo y besaba su cuello. Lo mordi suavemente, dejando una pequeña marca escondida que se pasaría dentro de poco. Volví a besarla en la boca y me separé, levemente jadeante.

-Me parece que estamos teniendo demasiada suerte, seguro que en el momento más inoportuno entra alguien y nos estropea la fiesta- dije riendo, tras lo cual volví a besarla, mientras no fuera su novio, por mí que entrase cualquiera.

Sonreí, Beatrice me gustaba, más que otras chicas con las que había llegado hasta novios, pero por desgracia, estaba con otro que muy listo no debía de ser si la dejaba en semejante soledad. En cualquier caso, no era momento de precipitarse, quizás no siempre era como ahora. Debía conocerla mejor a toda costa.

-¿Y qué haría para que no nos estropearan la fiesta señorita Prefecta?- le pregunté en tono de burla mientras acariciaba su espalda y la besaba otra vez.

Rei ante su idea de lanzarles el hechizo de conejos a los que nos interrumpieran aunque técnicamente no servía con las personas. Sellar la entrada ya era más inteligente y útil, aunque las consecuencias que acarrearía hacerlo en el caso de que alguien quisiese entrar no serían muy buenas.

-Sellar la puerta es mejor idea, pero seguramente no va a entrar nadie, los pocos alumnos que quedan estarán jugando a algo por ahí, así que no te molestes- le dije mientras mordisqueaba su cuello, intentando no dejar marca porque esta se vería más que la otra.