El que esté libre de pecado, que lance la primera piedra. [Nata Reeve]

Ir a las Tres Escobas es extraño en ella. Entrar en ese lugar sólo le provoca recordar las visitas de su padre y el extraño comportamiento de este último. Nada, ni nadie saca de la cabeza a la rubia chica que su progenitor le esconde algo. Por eso hizo la poción, por eso robo las plantas, estuvo horas y días completos uniendo ingredientes y por eso la utilizó en sus compañeros de casa.

Arianne suspira y busca una mesa para sentarse. Inmediatamente llegan a atenderla como si esperaran ver a alguien cerca de ella. La chica sólo niega lentamente y da una pequeña sonrisa a la dueña del local.

—Señorita Arianne, qué sorpresa verla por acá —comienza a decir rápidamente—. Su padre no nos comunicó que vendrían.

La sonrisa de la chica se enfrío en su rostro. Siempre sacan a su padre a colación, siempre logran que un buen momento se arruine. No hay que malinterpretarla, la Slytherin adora a su padre, lo admira como a ningún otro a pesar de todo lo que ha ocurrido, pero le molesta que todo lo que ella haga tiene que estar involucrado su progenitor. Ahora recuerda porqué no le gusta.

—Es que mi padre no viene hoy, sólo estoy esperando a una amiga —contesta educadamente. Algo característico de ella cuando se trata de adultos, claro.

Pide una cerveza de mantequilla, la cual toma con tranquilidad. Había quedado con Nata en ese lugar a pesar de que no le agrada el local. Ve hacia el exterior y se percata que ha comenzado a anochecer, la otra Slytherin debería estar por llegar. Observa a su alrededor y varias miradas se posan en ella. ¿Por qué? Pueden ser varias razones, pero la principal debe ser porque es la hija de Demian Sinclair. Vivir con los pecados de su padre es la cruz de la chica y nada puede cambiar eso, pero el punto es que nadie en ese lugar puede criticar algo de su progenitor, porque nada de lo que se dice de él se puede comprobar.

"Sencillo" piensa Arianne dando un sorbo al vaso "el que esté libre de todo pecado, que lance la primera piedra, ¿no?" Una frase muy muggle pero perfecta para esa ocasión. Y es en ese momento cuando escucha la puerta abrirse, dándole a entender que descansaría de pensar tanto.

Ya estaba oscureciendo, una muchacha de cabello largo y lacio caminaba de manera apresurada, se dirigía hacia las Tres escobas, un lugar al que hace buen tiempo no había entrado, la última vez fue hace casi año y medio cuando invitó a una “presa” suya a tomar una cerveza de mantequilla, solo que en este momento la cosa era diferente, se iba a encontrar con su amiga y compañera de casa Arianne, que debía de haber llegado ya, a Nata no le gustaba hacer esperar.

Por fin había llegado hasta la puerta del lugar, sin esperar más la abrió e ingreso, su mirada recorrió el lugar hasta parar en su amiga, la rubia bebía una cerveza de mantequilla, la noto media extraña, aunque al parecer se debía a todas las miradas que se posaban en ella, Nata sacudió su cabeza en negación, Esta gente no la dejan en paz, pensó. Nata se acercó hacia la mesa con una sonrisa que se notaba que era sincera, si bien en Hogwarts sonreía a menudo a varios de sus compañeros, esas sonrisas eran solo una pantalla, a la única persona que le sonreía verdaderamente era a su amiga Arianne.

- Hola Aria, ¿Te hice esperar mucho? – le preguntó mientras se sentaba - ¿todo bien? – y con una señal ordenó al mozo que le traiga una cerveza de mantequilla.

Arianne suspira mucho más tranquila al ver a Nata aparecer y sólo atina a sonreirle de manera agradecida. Porque por mucho que a Sinclair le guste ser el centro de atención, le es cómodo cuando no existen murmullos en contra de su familia. ¿Cómo defender lo indefendible? Si lo que hablan de la intolerante familia es lo único que pueden probar.

Observa el lugar antes de contestar. Había decidido ir a relajarse ahí, sacarse la máscara de arrogancia que siempre lleva y mostrarse sincera con por lo menos una persona. Una de las pocas verdaderas amistades que tiene.

—Para nada, Nata —le contesta, luego de saludarla con elegancia—, pero como sabes los minutos se hacen lentos cuando casi todo un local habla de tí.

Sonríe con sinceridad, para luego pedirle al mozo que traiga otra cerveza con mantequilla. Era lo más suave que había de toda la lista y ella no puede darse el lujo dar una mala imagen.

—Todo bien, lo de siempre, mi padre me planta y mi madre está igual de lejos. ¿Qué hay de tí, para ser compañeras de casa y amigas no te he visto mucho?

El mozo venia con la segunda cerveza con mantequilla de Arianne y con la primera de Nata. La chica le dio un sorbo escuchando a su amiga – Si – afirmó a lo dicho por la rubia – lo note en cuanto entre a este lugar – Nata se había dado cuenta que las miradas se posaban una y otra vez en su amiga, situación que le parecía difícil, ya que ella era una chica que una de sus tácticas era pasar desapercibida.

Al escuchar sobre el padre de su amiga hiso que sienta cierta preocupación, sea por razones X era usualmente que él la plantara, aunque a pesar de ese aspecto Nata sentía admiración por el respetable mago.

- Es cierto – le dijo – por desgracia no nos hemos encontrado mucho ahora último – le dijo con pesar – no hay mucho de interés creo, he estado trabajando en crearme una imagen de chica buena – luego a eso dibujó en su rostro una sonrisa tonta y se rió – oh! Cierto – dijo recordando un suceso extraño para ella – un chico me reto a visitar el mundo muggle - se rió nuevamente – ¿te imaginas?, tuve que ir para defender mi honor – dijo concluyó dando un largo sorbo a su cerveza.

Arianne casi se atraganta con su bebida al escuchar lo último que le había comentado Nata. El mundo muggle. La observa sorprendida y a la vez se reflejaba el desdén en su mirada por lo que tuvo que hacer.

—Espero que haya sido por lo menos interesante —dice ella, con voz algo aguda, posiblemente por la risa que estaba tratando de aguantar.

Es que imaginarse la situación ya era cómico. Arianne sólo veía a una Nata con su papel de chica buena, sorprendida por todo lo que veía. Es que ella estuvo así cuando visitó Londres con Jacob y en muchas ocasiones estuvo tentada a sacar su varita y hechizar a varios muggles que la miraban extraño.

—Tienes que contarme tu odisea —pide, para luego dar otro sorbo a la cerveza de mantequilla—. Y me imagino que cumpliste con el reto como es debido, a tu nivel, ¿no?

Nata se alegró de haber hecho reír a Arianne, por lo menos la haría distraer de problemas o sentimientos incómodos que pudiera tener en ese momento. – Nunca me imaginé que ese suceso fuera a ocurrir en estas épocas – le comentó mientras daba los últimos sorbos a su cerveza.

- En un momento un niñato muggle me embistió – dijo recordando el hecho que le había provocado una rabieta en el momento del ataque – faltaba poco para que sacara mi varita y mandara a volar a ese niño.

La chica indicó nuevamente al mozo a que le trajera otra cerveza con mantequilla – el chico que me acompañaba me estaba volviendo loca, - luego pensativa dijo – creo que perdí la compostura en algún momento – puso cara de estar un poco preocupada – aunque luego quedamos en no tocar el tema sobre muggles, sangre sucias y demás seres.

El mozo volvió con otra cerveza de mantequilla – gracias – dijo Nata mientras daba un nuevo sorbo - ¿En cuanto a ti, Aria? – preguntó - ¿alguna experiencia extracurricular? – preguntó ya que su amiga había conocido bastantes compañeros a los largo de este tiempo.

Arianne la mira burlona y con una sonrisa de oreja a oreja, arquea sus cejas lentamente y dice:

—¿Un chico? —El tono que utilizó fue suave, aunque se notaba la diversión en él. Aunque no siguió hablando al escuchar la pregunta de Nata.

"¿Experiencia extracurricular?", repitió la chica mentalmente y sólo una escena llegó a su cabeza. Carraspea incómoda y toma un poco su bebida, que por cierto se estaba terminando. ¿Debería pedir otra?

—Bueno —comienza a decir, luego de regañarse por su pensamiento tan fuera de lugar—, he tenido un par de duelos, encuentro con leonas perdidas, también visité Londres muggle aunque no sufrí como tu, querida. —Piensa un poco más y se da cuenta que no es tanto lo que ha ocurrido o por lo menos que sea digno de mencionar.

Ante la expresión de Arianne, la chica no pudo evitar sonrojarse, pero eso solo fue por unos instantes – un chico, nada especial – dijo rápidamente y seguido escuchó a su amiga.

Nata notó a su amiga un poco incómoda, Que habrá sucedido, pensó, aunque no preguntó ya que esperaría a que ella en el momento “adecuado” se lo dijese.

- Leonas perdidas – volvió a decir la chica con una sonrisa en el rostro – hace tiempo que no me encuentro con alguno de ellos – dijo refiriéndose a algún Gryffindor torpe – ¿Qué tal te fue en los duelos? – le preguntó interesada – apuesto a que bien – le dijo con una sonrisa sabiendo que su amiga era astuta – también estuviste en Londres muggle? – le dijo sorprendida – me parece que es un caos, gente por aquí y por allá, suena extraño pero sin los muggles ahí el mundo muggle seria mejor – dijo esa frase que más parecía una frase de algún borracho, aunque ella en ese momento no se encontraba bajo los efectos de la bebida.

Su vaso estaba un poco menos que la mitad, pero estaba con tanta “sed” que de varios sorbos seguidos ya había terminado el segundo seguido a eso pidió, elegantemente, al mozo otro vaso mas.

Cuando ve que el mesero se acercaba, Arianne aprovechó de pedir otra bebida para ella. Estaba relajada, era la primera vez que entraba a ese lugar sin su distinguido padre, el cual habría hecho callar las voces que se propagan cuando ven a un Sinclair.

Dispuesta a responder cada pregunta de Nata, la chica bebió de su hidromiel mientras recordaba lo que le había dicho.

—Bueno, la leona tenía garras y se supo defender bastante bien —comenta divertida—. Algo que no se está viendo mucho —agrega, aunque con tanto león dando vuelta, lo más obvio es que haya de todo en esa casa—. Con los duelos... prefiero no hablar de ellos, más que nada porque en uno de ellos me venció un león que ahora se cree serpiente.

Sí que le molesta recordar ese duelo. Más que por el hecho de perder, fue el con quién perdió. Pudo haber sido cualquiera, pero como la suerte no la acompaña, le toco luchar contra ese león en específico.

Se encoge de hombros, y niega con la cabeza para sacarse el mal humor que se está formando y poder responderle con respecto al Londres muggle.

—Sí, también estuve allá, aunque lo mío fue para saltarme clases —dice ella riéndose—. Los muggles son unos salvajes y me miraban como si fuera yo la extraña ahí. —Mira a Nata, esperando ser entendida, mientras claro, seguía disfrutando de su nueva bebida—. Nunca volveré a ese lugar a menos que sea realmente importante.

¿Un león que se creía serpiente?, cierto, Nata había escuchado algo sobre eso, en un momento de aburrimiento había encontrado una revista Corazón de bruja, donde había leído al respecto – Creo que se a quien te refieres me entere por ahí de dicho suceso – dijo con voz extrañada, no conocia muy bien al chico pero si lo habia visto.

- Jajaja – rió Nata divertida – hay muchas clases que invitan a ser ignoradas, - pensando en alguna de las veces que ella también se había “hecho la vaca”, frase muggle, ese año.

- Es cierto, hay tantos caminando por todas partes y empujando en vez de pedir permiso – dijo recordando un poco de su experiencia en la “tercera dimensión” – estamos igual, tampoco creo que vuelva por ahora, con una vez me basta.

Hace buen tiempo que Nata no tomaba esta cerveza con mantequilla, la verdad no sabría como su organismo iba a reaccionar, pero ella estaba tan entretenida conversando con su amiga que empezaba a no darle tanta importancia al número de vasos que tomaba.

- Arianne – dijo Nata tomando en su mano el vaso – brindemos por este momento y porque nos encontremos más seguido.

Arianne hace una mueca el nombre Corazón de Bruja, espera que su padre no escuche algo de esa revista o se meterá en problemas, en graves problemas. Suspira ante las palabras de Nata, sí, educación es lo que le falta a los muggles, falta que los adiestren y que sepán actuar como debe ser, como cualquier ser humano mínimo debe actuar.

Ve a su amiga levantar su vaso, brindando y ella no pudo hacer menos. Se sentía algo contenta, con ganas de reir, ¿no estará tomando mucho?

—Para que nos encontremos más y visitemos más seguido este lugar —dice ella, para luego dar un gran sorbo.

No puede evitar pensar que la única vez que se emborrachó había sido en su casa para una fiesta de su padre, y si no fue por un amigo de la infancia, posiblemente la habrían pillado. Ahora que lo recuerda, debería comunicarse con él, aunque no recuerde el nombre ni el colegio donde estudia. Piensa un poco y se da cuenta que tiene un problema.

Evitando más tonterías, Arianne vuelve a posar su vista en la vampireza.

—Londres muggles descartado, entonces —agrega luego a lo dicho por su amiga—. Tenemos que buscar otros lado spara visitar, como que Hogsmeade y el castillo son cada vez más aburridos.

Los vasos de las dos amigas chocaron armoniosamente, Nata estaba sonriendo, si bien era una chica risueña, para lograr su imagen de chica buena, pero que esta vez la sonrisa era sincera, ahora sentía que estaba sonriendo más de lo normal.

Para este momento la chica podía sentir que el alcohol estaba subiendo un poco, pero no se detenía ya que creía que todavía podía dominarlo y además que hace tiempo, por no decir décadas, que no había probado ni una gota de alcohol, si mas no recuerda, la última vez fue en su último año en Durmstrang, cuando uno de sus amigos logró infiltrar grandes cantidades de alcohol, ni mencionar como terminó esa historia. Para este momento la cultura etílica de Nata estaba por los suelos.

Nata asintió al descarte de Londres muggle, estaba pensando en un lugar donde encontrarse con su amiga, por un momento pasó por su mente Cabeza de Puerco, luego sonrió para ella misma – que lugar propones – dijo pensando aun en uno - ¿algún lugar al aire libre? Como el acantilado – y bajando la voz un poco por si las moscas dijo - ¿Callejón Knockturn?

"El Acantilado o el Callejón Knockturn." Repite Arianne, meditando sobre los lugares. Normalmente, habría podido explicar con excelentes argumentos el porqué sería bueno o no ir a esos lugares, pero sentía su lengua rasposa. ¡Qué poco aguante tiene, por Merlín! Sólo se ha tomado dos cervezas de mantequilla, una hidromiel y espera que la segunda aparesca en la mesa. ¡Nada!

—Me agrada el acantilado —comenta ella escuetamente, porque su atención se posó en el nuevo vaso, para tomar un poco y limpiarse inmediatamente. Mira a su amiga y abre la boca para seguir con lo que decía pero la cierra al no recordar que era. Hace una pequeña mueca de frustración y un bufido se escapa de ella.

Bebe un poco más y una canción apareció en su cabeza y sin importarle que alguien pueda oírla comienza a tararearla, mientras juguetea con el vaso.

—El callejón sería una buena opción —susurra al poder retomar el hilo de la conversación—, talvez haya algo interesante que ver ahí.

En eso vuelve a tararear la extraña canción que recuerda haber escuchado en su visita al Londres muggle. Por lo menos la canción era buena sino estaría pidiendo lejia para tomar.

—Por cierto —exclama de la nada, interrumpiendo sus extraños pensamientos, llamando la atención de los que estaban a su alrededor. Arianne los mira y sólo atina a reir ligeramente y seguir con lo que decía—, dicen que cerca de Hogwarts hay unas cuevas, ahi también podríamos visitar, ¿no lo crees?.

Nata había avanzado más de la mitad con su tercer vaso y el mundo se había puesto feliz, bueno su mundo se había puesto feliz, por así decirlo, eso era lo que ella sentía, las risas venían cada vez más seguido. Cuando escuchó que Arianne empezó a tararear una canción, la chica quiso seguirla, pero aparte de no conocerla, ya que nunca la había escuchado, el alcohol, que con cada sorbo subía mas, le hacía más difícil el trabajo, por lo que solo atinó a reírse.

- Pues podríamos probar un día en el acantilado – paró para dar un sorbo a su cerveza – y si no nos parece nos damos una vuelta por las cuevas – otro sorbo – y por ultimo podemos parar al callejón.

Diciendo esto la chica dio un largo sorbo al vaso, terminando su tercero, al parecer estaba con “sed” – las cuevas suena interesante, por lo menos no habrán mirones – dijo mientras dio una breve mirada a su alrededor y algunos que estaban en otra mesa se voltearon.

Haciendo nuevamente una seña indico al mozo a que le trajera una cuarte cerveza, aunque su mente le decía que hasta ahí nomas, parecía como que su cuerpo estuviera al mando de la situación, ignorando lo que le dictaba el cerebro.

Al escuchar las palabras de Nata, Arianne no pudo evitar boquear por unos segundos para inmediatamente largarse a reir a carcajadas. Posiblemente esté llamando la atención de los ya por sí curiosos, pero simplemente no podía detener tal ataque.

El alcohol ya tenía un enfermo control sobre ella, nunca estando sobria tendría una actitud así en público. Su padre se sentiría avergonzado. ¡Qué bah! Su padre ni siquiera se imagina que su hijita está media borracha en Hogsmeade.

—Eso sonó... tan... tan... —La frase, entrecortada por la risa, queda en el aire al olvidar la palabra que diría. Las carcajadas aumentan por tal hecho y necesitó de unos minutos para poder tranquilizarse.

Tomo un gran sorbo de su trago y mira detenidamente el vaso, aún soltando pequeñas risitas. Nunca se había reído de tal manera, nunca se había sentido tan libre. Mira a Nata, mientras una de sus manos pasa por su estómago tratando de aminorar el dolor que le provocó la insesante risa.

—Nata, ¡por Merlín!, ¿en el acantilado, en las cuevas y en el callejón?—dice haciéndose la sorprendida y comenzando, obviamente, a molestarla, dándole a entender que es lo que ella había pensado al escuchala hablar—, no sabía que el exibicionismo fuera de tu agrado, querida. Al parecer ese chico que te retó a ir al mundo muggle a... ampliado tus horizontes

Al escuchar a su amiga reírse, no pudo evitar imitarla, aunque claro está que también el alcohol la estaba ayudando, el mozo venía con la cuarta cerveza de la chica, al llegar a la mesa las vio a las dos riendo, bueno riendo extrañamente, el mozo las miró un rato, sin embargo decidió no molestarlas dejo de una vez el vaso de Nata y se fue.

Nata tuvo que tomar unos cuantos pequeños sorbos, para tranquilizarse luego del ataque de risa sufrido, si hubiera tomado un buen trago tal vez habría tenido que luchar para que no saliera volando de su boca por la risa, todavía podía controlar eso.

Finalmente pudo escuchar lo que su amiga le quería decir, en ese momento su semiebrio cerebro pudo analizar lo raro que había sonado su frase, poniéndose un poco roja otra vez estallo en risas y más aun cuando en su mente se apareció una imagen perturbadora de ella y el mencionado chico, las risas se convirtieron en una toz – cof cof cof – otra vez risa – cof cof woow o.O mi imaginación hiso de todo en este segundo – admitio controlando sus risas.

Ya más calmada y luego de dar un largo sorbo de su cerveza, le dijo – bueno tonces donde será nuestro próximo lugar de encuentro – espera, espera, espera, ¿acaso había dicho tonces en vez de entonces.

Las risas de Arianne se cortaron por unos segundos. Parpadeó un par de veces y ladeo la cabeza levemente, el primer comentario de Nata no había ayudado mucho en lo que ella se había imaginado por lo que no aguantó ponerse a reir nuevamente, apretándose el estómago, que ya comenzaba a doler.

—No sé si quiera saber qué es lo que hiciste en tu mente con el chico ese, Nata —dice movimiendo las manos, como si estuviera espantando algo pero sin perder la risa.

Hubieron varias preguntas que se formaron en su cabeza, pero prefirió callarlas por el momento, estaban bastante divertidas como para arruinar el momento con ideales que en ese preciso instante, sobran.

—Me parece que visitar las cuevas está bien, algo extremo que no llamaría la atención de mi padre —responde a la pregunta hecha por su amiga riéndose porque ella había dicho: tonces—, si me aparesco por el callejón alguien le contará. Y no quiero eso —termina de hablar con una pequeña mueca de disconformidad.

Y ahí estaba nuevamente, bebiendo de su vaso, riendose de nada y con un montón de preguntas con respecto al chico de Nata. ¿Debería hacerlas? Posiblemente, sino la curiosidad la llevará a hacer cosas que luego se arrepentirá.

—Nata —la llama algo seria para todo lo que se ha reído, con poca elegancia -gracias a los efectos del alcohol- afirma su rostro en una de sus manos, mirándola fijamente—, ¿qué es lo que sabes de ese chico? ¿Es de los nuestros o de... los estorbos?

El ver a su amiga reír nuevamente, ocasionó que estallara una leve carcajada, era obvio Nata ya no controlaba sus risas, efecto del alcohol podría ser. Los movimientos que hacia Aria con sus manos también le causaron gracia. Para poder controlarse y recobrar un poco la compostura, si es que había alguna, la chica dio nuevamente unos cuantos sorbitos para luego dejar el vaso nuevamente en su lugar.

Era cierto en el callejón era más que seguro que alguien podría ver a Arianne y comentárselo con su padre, las cuevas por el contrario era un lugar más sigiloso, por así decirlo.

- Las cuevas parece ser el lugar más indicado para nuestro próximo encuentro – afirmó la muchacha.

Llegó el momento en que Aria le preguntó sobre el chico, con el cual había estado saliendo y de alguna extraña manera, que hasta ahora Nata no sabe el porqué, se habían hecho amigos.

- Es un Ravenclaw – comenzó – es de sangre pura y su familia es adinerada – relató primero la parte buena, aunque lo segundo era lo que le disgustaba de él – el problema es que no concuerda con nuestros ideales, - bufó la chica – ha decidido seguir el ejemplo de su padre – dijo tratando de imitar la voz del chico en forma de sátira – la situación es que ahora se mezcla con cualquier cosa, - finalizó.

Arianne puso toda su atención en Nata, específicamente en las palabras de ella. Estaba teniendo una incríble habilidad para desconcentrarse, pensar en cosas fuera de lugar o fijar en la pequeña mancha que había al otro lado del local, una mancha que al parecer se movía, ¿o acaso es ella la que no logra enfocar bien? Pues parece que es eso.

Cuando su amiga dejó de hablar, Arianne suspira al entender lo que su amiga dice. Ella también tiene amigos que no piensan como ella, provocando varios debates cuando el tema sale a flote. Algo que no le agrada, pues con sus amigos, la rubia serpiente no tiende a ser venenosa. No tiende, palabras claves.

—Y como cualquier otro pro muggle cree que puede hacerte cambiar de opinión, ¿no? —comenta levemente, sabiendo que muchos tratan de hacer eso, pero al repetir mentalmente las palabras de Nata, hubo algo que llamó su atención—. ¿Seguir el camino de su padre? No me digas que su madre no piensa como él.

Había dejado el tema abierto para darle tiempo a Nata de responder, mientras ella seguía pensando, le estaba costando demasíado hacerlo y al mirar su vaso se va dando cuenta el porqué, o mejor dicho, va aceptándolo. Está media mareada, tal vez bastante, sólo es cosa de ver que ya lleva cuatro vasos tomados en tan poco tiempo.

—Bueno, bueno, a pesar de que tu chico sea como es y piensa lo que piensa. —Calla unos segundos para meditar sus palabras, estaba demasíado repetitiva, redundante y quedaría en ridículo si sigue así—, por lo menos, al hablar contigo ya no se está mezclando con cualquier cosa. Terminarás dándole nivel a sus relaciones, querida Nata.

La chica terminaba su vaso número ... bueno eso ya no importa, Nata acababa de perder la cuenta del numero de vasos que ya habia tomado, cabe recalcar que no han sido muchos, lo que sucede es que ahora la cultura etílica de Nata estaba hasta por los suelos, ya que hace mucho tiempo que no tomaba.

- Bueno, sí, eso en un principio - recordó Nata la primera conversación con este chico, el cual había tratado de hacer justo lo que su amiga acababa de mencionar, tratar de hacerla cambiar - pero ya no, al parecer ya comprendió de que no cambiaré mi postura - sonrió triunfante mientras que también admitía mentalmente que mucho había influido la promesa que tenía de no tocar ese tema cuando esten juntos, que hasta ahora lo estaban cumpliendo bien.

Con un suspiro y en su mente maldicionedo el porqué de los tres hermanos justo Michael tenía que ser el que salió medio "torcido", es decir el que no siguió los principios de su madre, - Exactamente - afirmó ella - su madre cree mucho en la pureza de la raza y trata siempre de llevarlo por el buen camino, a pesar de que el condenado no le haga caso igual se quieren - dijo Nata, pues eso era lo que le había dicho su amigo, que apreciaba mucho a su familia fuese como fuese.

- Sí - confirmó Nata entusiasmada ante lo dicho por Aria - es cuestión de tiempo, no lo pienso cambiar, pero si él solo se da cuenta, entonces sería magnífico - dijo la chica mientras debatía con ella misma si pedir otro vaso o parar, al final llamó al mozo para que le trajera otro vaso más, era obvio que el lado razonable había perdido la batalla.

―¿Magnífico, eh? ―dice la chica moviendo sus cejas sugestivamente. ¿Alguien entiende lo que le está pasando? ¿Cuándo ella se expresaría de esa forma tan... burda? Sin embargo, aunque todo apuntaba al alcohol que estaba consumiendo, Arianne lo pasó por alto y siguió bebiendo del nuevo vaso que había frente a ella.

No puede evitar reir al imaginarse a su padre enterarse de su estado. Se lo iba a comentar a Nata pero encontró mucho más interesante la canción que volvía a aparecer en su cabeza. Vuelve a tararearla y se siente estúpida al no poder hacer algo contra eso. ¿Debería tener fuerza de voluntad, no? Mínimo el poder controlar lo que piensa o ¿acaso está pidiendo mucho?

Observa el vaso atentamente, apoyando sus manos entrelazadas en la mesa y colocando su cabeza sobre ellas. Veía como las burbujas subían con lentitud y se dio cuenta que todo le da vueltas. De la nada levanta su cabeza y observa a su amiga.

―¿Te gusta él? ―pregunta con la voz rasposa y sólo atina a reir por aquello―. Pregunto porque... porque... en realidad no tengo idea del porqué te pregunto eso, Nata.

Nata asintió con la cabeza, luego escuchó a su amiga tararear una canción, la cual no la reconocía. La muchacha bebió un poco de su vaso, ya no lo hacía al igual que al principio que tomaba sorbos seguidos, ahora por alguna razón se lo había tomado con calma, aunque ya era demasiado tarde, digamos que el alcohol se encontraba algo elevado dentro de su organismo, todo lo que había consumido viajaba rápidamente por la sangre invadiendo cada célula de su cuerpo, eso no podía ser algo bueno, sin embargo, para estas alturas, era una situación que ya no importaba mucho.

Aria le preguntó si le gustaba el chico, era algo difícil de descifrar en especial para Nata, pero ella creía que sí, el chico le gustaba, aunque fuese lo que fuese, estar con él era diferente, se sentía confiada - Bueno - dijo ella mientras por el nerviosismo tomaba dos sorbos de su vaso - con él me siento diferente - dijo - me atrevería decir que sí me atrae - dijo finalmente mientras se acomodaba en su asiento.

- Aria - Nata le dirigio una mirada tranquila a la chica a quien tenía en frente, - quedamos que nuestro proximo encuentro será en las cuevas verdad? - la muchacha se encontraba entusiasmada, tal vez era por el alcohol, quien sabe.

Arianne le sonríe, asintiendo lentamente para no marearse. se había dado cuenta que cuando se mueve muy rápido la cabeza comienza a darle vueltas. ¿Estúpido, no? Mira a Nata y cree comprenderla, cree saber lo que ella le dice. Cree, porque en ese momento nada había seguro en su cabeza. Si lo piensa bien, ya no tiene seguro nada.

Cuando escucha lo de visitar las cuevas, asiente con fuerza, olvidando todo eso de la lentitud. Cierra los ojos por unos segundos y los abre para poder enfocar su vista. Bufa al darse cuenta que estaba demasíado mareada, pero se ríe cuando se imagina tratar de salir de ese lugar dignamente.

―Síp, síp ―le dice con una voz cantarina y algo infantil, una que sólo utiliza muy, per muy de vez en cuando―. Tenemos que ver eso ―razona y de su bolso saca un pergamino, una pluma y la tinta―: y anotarlo, no sé si recordaremos esto mañana.

Bien, estaba actuando estúpidamente, pero no se le puede pedir más. Es una de las pocas veces que de Arianne Sinclair nada -ni positivo ni negativo- se sacará.

―¿Cuándo? ¿Cómo? ―comienza a preguntar, moviendo su pluma entre sus dedos, mientras bebe algo más de su vaso―. Te iba a preguntar dónde pero eso si que hubiese sido inutil. Bueno, más inutil. ―Y se larga a reir, pensando que si mañana se llegase a recordar de esto, entre quejidos por la resaca, se regañaría.

La chica le dedicó atención a su vaso, estaba casi lleno, ya que había bebido poco de este vaso que hace unos segundos atrás le había traído el mozo. Después de darle dos vueltas, lo levantó y lo dirigió a su boca, dando un rápido, pero largo, sorbo. No se acordaba desde que hora habían comenzado a tomar, ni en qué momento había empezado a sentir algunos de los efectos del alcohol, lo que si sabía era que no sabía lo que ocurriría al momento de ponerse de pie.

Al tocar el tema de las cuevas, Nata vio como Aria sacaba un pergamino, pluma y tinta, al comienzo la chica estaba confundida, pero luego su amiga le explicó la razón, le causó gracia la idea de Aria, salió una pequeña sonrisa de su boca, sin embargo, de alguna forma tenía razón, así como estaban, con poco control de sus acciones, lo más razonable era tener que anotar en que quedaban.

- ¿Cuándo? – repitió ella pensando en el día adecuado - ¿El fin de semana lo tienes libre? – preguntó ya que ella no tenía ni un plan, la pregunta era como llegar hasta ahí - ¿conoces el camino para llegar hasta ahí? – no creía recordar haber pasado por ese lugar alguna vez, por lo menos no intencionalmente.

―Sí, no tengo nada que hacer esos días ―responde luego de unos minutos al tratar de recordar si tenía algo que hacer. Vamos, que el alcohol ya está teniendo varios efectos en ella, con decir que con suerte se debe de acordar que día es ese―. Entonces el fin de semana. ―Cuando iba a escribir recordó algo que era de real relevancia―. Nata, ¿qué día es hoy? Día, día… así lunes, martes, miércoles y etcétera, etcétera.

¿Ven? Y además está hablando más incoherencias que de costumbre y con la voz ya algo –bastante mejor dicho- rasposa. Simplemente no está acostumbrada a eso, no quiere saber la pinta que debe tener; por primera vez en mucho tiempo Arianne no quiere mirarse al espejo.

―Y sí, sé donde está ―le responde la otra pregunta que su amiga le había formulado―, nunca he ido pero por lo menos sé el camino de ida… y creo que de regreso también.

Muchas incoherencias de una sola vez. Si no estuviera tan borracha posiblemente sentiría vergüenza de sí misma. Posiblemente, palabra clave, ya que con lo ególatra que es, hasta saldría con un comentario narcisista que deje mal a los que en ese momento están sobrios.

―¿Entonces? ―vuelve a hablar, luego de tomar un poco de su vaso y de jugar con la pluma que mantenía en su diestra―. ¿Nos juntamos el sábado en el vestíbulo? Temprano, eso sí, pues con el frío que está haciendo no creo que el sol quiera salir, ¿te parece?

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