Aligerando el estrés (Arianne Sinclair)

―Eso es demasiado muggle para mi, Meredith ―se sincera, no le mentirá a la chica con respecto a como ella ve el mundo, pero tampoco será como con cualquier otra persona… con respecto al tema, claro.

Comienza a comer un poco de su postre y no puede evitar pensar que el de los elfos es mucho mejor que el comió en el Londres muggle hace unos meses atrás. ¿Es que acaso le echarán algo diferente o qué? Ríe por lo que la otra chica dice y asiente, divertida, dándole la razón. Su padre puede ser muy consentidor, pero nunca ha terminado por comprenderla.

―¿Y qué me cuesta de esa madre que se cree bisiesto? ―le pregunta curiosa, era algo que quería saber de hace un rato, pero que no había querido decir por algo de… privacidad.

―Pues, en realidad, no hay mucho que contar ―respondí, luego de tragar un trozo del magnífico pastel de chocolate―. Cree que puede disponer de mi padre y de mí cuando se le da la gana, dando órdenes a diestra y siniestra, y pretende que las cumplamos, cuando ella no hace más que enviar una carta cuatrimestral de tres renglones y aparecer un par de días cada cuatro años.

Volví a morder el pastel, algo enfadada con mi madre.

―La última vez que apareció, fue para mis dieciséis ―añadí―. Pretendía que la recibamos con honores ―solté una risa algo sarcástica―. No entiende que no queremos que siga apareciendo ―murmuré, algo más apenada.

Mi madre no era precisamente una madre ejemplar. Más aún, siendo vampiro. Pero tampoco se esforzaba por intentarlo.

Sentía curiosidad por la madre de Aria, pero no me atrevía a preguntarle. En cambio, dije:

―¿Cómo es tu padre?

Arianne asiente ante las palabras de Meredith, ella es una de las pocas personas que la comprende casi por completo, su madre también la abandonó, aunque con la diferencia de que ella no la ve desde que tiene diez años. Cuando iba a comentar con respecto a eso, escucha la pregunta de la Ravenclaw. ¿Cómo es su padre? Pues… eso no es algo fácil de responder, ni siquiera ella que es su única hija como él dice, lo sabe por completo.

―Mi padre ―repite con tranquilidad, luego de suspirar―. Mi padre es la persona más extraña del mundo ―le dice con una pequeña sonrisa en su rostro―, es demasiado misterioso. Es el patriarca de mi familia y está a cargo de los dineros de esta, además que trabaja en el Ministerio como Desmemorizador, sólo por gusto. ―La mueca de su cara desapareció, había omitido el hecho de que su verdadero gusto es ser Mortífago―. Me consiente en todo o… casi todo, no logré convencerlo de que me compré un animal mágico sólo porque soy demasiado ególatra para su gusto, por lo que me regaló un gato.

Un gato que en un comienzo no le agradaba pero que terminó siendo demasiado como ella. En una ocasión le dijeron que los gatos demuestran la verdadera personalidad de su dueño y este era un caso en extremo.

―No lo sé ―sigue hablando―. Lo es todo para mí, Meredith, sin él… me quedo sola. ―Su voz se convirtió en un susurro, en uno que la hizo estremecerse―. Si mi padre no estuviera… tendría que crecer de una vez… hacerme cargo de mi familia, posiblemente casarme con alguien de mi nivel para poder hacer eso… no lo sé. Sin él terminaré sola.

Arianne suspira, no le gusta hablar de eso, en muy pocas ocasiones lo ha hecho y en esta ocasión sólo dejó que sus pensamientos salieran. ¿Contarle aquello a una desconocida? Sí, es una locura, sobre todo para alguien como ella, pero siente una confianza tan única hacia la chica de Ravenclaw que no se arrepiente.

―Y eso es lo de mi padre ―dice, recuperando su buen humor―. Creo que nunca había hablado tanto de él, puesto que a pesar de todo no sé mucho del gran Demian Sinclair.

―Creo que te entiendo ―suspiré. Claro que la entendía. No en muchas cosas, como su disgusto por lo muggle, aunque tal vez era porque yo me había criado en parte entre esas chucherías. Pero en esto sí. Un padre consentidor, del cual depende todo tu universo. Asentí. Sí, la entendía.

Era raro. Se notaba que la relación entre Arianne y su padre era profunda, lo cual hacía que fuera extraño que ella lo calificara como misterioso.

Otra cosa extraña era que también se notaba que la serpiente no compartía sus pensamientos muy a menudo. Y no era normal que lo hiciera conmigo, alguien a quien acababa de conocer, pero agradecía el voto de confianza de la chica. Y sobre todo, que se supieran entender mutuamente. El pulmón perforado de su padre, el misterio del de Arianne; las madres ausentes...

Tal vez no eran taaaaaaaaaaan diferentes después de todo.

―Nunca nadie termina de conocer a una persona ―cité―, ni a sí mismo ―añadí. Una de las citas favoritas de mi padre, que repetía como un loro.

Una pequeña sonrisa se forma en el rostro de Arianne cuando Meredith terminó de hablar. Sí, nunca nadie termina de conocer a las personas, porque si así fuera su padre se habría esperado el abandono de su mujer o también, ella misma, que sigue esperando que su progenitor le diga algo de aquella mujer.

Un pequeño suspiro se escapó de ella y movió la cabeza rápidamente de lado a lado para sacar aquellos pensamientos de su cabeza. Vuelve a mirar a la Ravenclaw por unos segundos, antes de terminar, finalmente, con su trozo de pie de limón.

―Y bueno, ¿quieres hacer algo? ―le pregunta ella, tapando un pequeño bostezo―. Si no salgo del soporífero calor de las cocinas creo que me dormiré. Aunque creo que deberíamos buscar algo en común, no creo que mi tipo de diversión vaya con tu personalidad, linda. ―Una pequeña risa escapó de Arianne, es que lo que acaba de decir es demasiado cierto. Mere es demasiado buena como para pensar que haga algo como lo que ella misma haría.

Bajé mi vista hacia mi pastel. Me lo terminé de comer, mientras veía a Aria sonreír y luego suspirar y negar con la cabeza. No sabía en qué pensaba, pero seguramente era algo de su familia.

―Vamos ―dije, ante su propuesta. Aunque no lo admitiera, a mí también me estaba adormeciendo la Cocina―. Es una buena idea ―comenté. Buscar algo en común. Éramos muy diferentes, hasta en gustos para pasteles, pero, al menos por ahora, teníamos una linda relación. Al menos, nos entendíamos.

―Veamos... ¿Cuáles son tus actividades favoritas? ―pregunté. Es que no tenía mucha inspiración para buscar un punto común.

(off: lamento la demora -.- culpa del colegio)