Terminé de dejar todo en orden para hacer los deberes más tarde, y me abrigué. Mi idea era salir al Lago, de incógnito, antes que me reprocharan por no hacer los deberes.
Corrí por los Jardines, que estaban casi vacíos. Al llegar a la vera del Lago, suspiré. No podía sentarme en el suelo, debajo de un árbol, sin correr el riesgo de morir de hipotermia, así que comencé a caminar, con zancadas relajadas, por el lugar.
En uno de mis paseos, vi un muchacho haciendo una escultura de nieve.
"Hace cuanto que no hago una" me reproché mentalmente.
―Hola ―lo saludé. No recordaba haber visto su rostro antes―. ¿Puedo ayudarte?