Encuentro de amigas secretas (Ariel Eriksen)

Miré el reloj una vez más, mientras daba vueltas por la habitación. Decidí que ya había esperado demasiado, así que bajé a la Biblioteca, dando trompicones. Habíamos quedado en encontrarnos allí con Ariel, una de las mejores personas que conozco, pero que mi madre, con sus estrambóticas ideas, no me dejaba tratar.

Al llegar a mi destino, me metí entre estanterías, hasta llegar a una mesa medio oculta, la última del amplio lugar.

Dejé mi mochila sobre la mesa, y saqué el libro que leía, "Divina Commedia", en italiano, de Dante Aligheri. Si cualquier persona me veía por casualidad, pensarían que estaba leyendo, aunque en realidad, necesitaba hablar un poco con Ariel.

Había quedado con Meredith en la biblioteca, el sitio al que siempre intentaba ir y que nunca encontraba. Llegaba tarde, pero es que para poder llegar, había ido a parar al bosque, al lago, al campo de quidditch, a las mazmorras, al gran salón, a mi cuarto, a la sala de los menesteres... en definitiva, a cualquier lugar menos donde debía llegar, al final tuve que ir a mi cuarto y coger el mapa que me había dado Roi.

Cuando llegé busqué a mi amiga por todos lados, cuando la vi, cogí un libro y me senté a su lado.

- Disculpa ¿se puede? - pregunté como si no la conociera.

Sabía que debíamos mantener nuestra relación de amistad en secreto por la madre de ella, de modo que me comporté como si hubiera llegado ahí por casualidad y me senté a su lado. Lo cierto es que esa situación me reventaba, pero no podía hacer otra cosa.

Ari llegó un poco tarde, pero no le di importancia. Tomó un libro, se sentó a mi lado y preguntó si se podía.

―Claro ―repuse, con una sonrisa. Detrás de mi libro, tomé un pergamino y una pluma, y escribí: "Gracias por venir : ). Necesito hablar contigo.".

Necesitaba hablar conmigo, si ella tuviera idea de lo mucho que yo necesitaba hablar, aún no sabía como decirle a Roi que...

Suspiré, saqué un pergamino y una pluma y le puse la respuesta.

"¿De que necesitas hablar? ¿Hay algo que te preocupe?"

Recibí su papel.

"En realidad, a tí te preocupa algo" escribí. "Se nota en tu rostro". Rogué que no me malinterpretara. No se le notaba para todos. Se le notaba para mí, que la conocía.

Suspiré, responder eso era mas difícil de lo que mi amiga se imaginaba.

"¿Que tal si primero hablamos de lo que tú necesitas hablar y luego hablamos de lo mio?"

"Bien" escribí. Esto de escribir detrás de un libro era molesto y difícil, así que mandé al demonio a mi madre y a todo lo que ella pensara, y pasé a explicarle a Ariel todo, pero en voz alta.

―Mi padre tuvo otra recaída ―dije, en un susurro―. Con esto del cáncer, está cada vez más débil.

Ariel sabía que hacía un año aproximadamente, a mi padre le habían encontrado un tumor benigno en un pulmón, pero ahora se estaba convirtiendo en maligno.

Suspiré e hice el gesto de acariciarle el pelo, pero me paré a medio gesto.

- Ummm... ¿Crees que puedo abrazarte? - pregunté en un susurro.

Odiaba esa situación, pero no podía hacer otra cosa y no quería traerle problemas a mi amiga. La verdad era que ese tipo de situaciones no se me daban demasiado bien

- Mer... intenta estar tranquila, lo que tenga que pasar pasará, seguro que tu padre se recuperará, es un hombre fuerte. Hace tres semanas mi abuela me envió una carta para pedirme que vaya a verla, está en el lecho de muerte, pero no pienso ir, no pienso correr el riesgo de que vuelva a golpearme - contesté escuchando en mi mente el sonido del látigo, Arianne tenía razón, mi bisabuela perdió el derecho a verme cuando me golpeo con el látigo.

Sabía que ella me preguntaría por lo que me preocupaba y obviamente no era mi bisabuela, era el hecho de que yo estaba... nada mas pensarlo llevé una mano a mi vientre y sentí nauseas, pero se me pasó enseguida.

La abracé yo, pues lo necesitaba. Ambas lo necesitábamos, se nos notaba. Esta situación me sobrepasaba. "Maldita seas, mamá" pensé. La solté suavemente, aún maldiciendo a mi madre.

―A mí no me engañas. No estás así por lo de tu abuela ―repliqué―, aunque tienes razón en no verla. Te hizo daño, y esas cosas no se perdonan con facilidad ―añadí―. Personalmente, yo iría y le diría todo en la cara, y que todo se desarrolle como tenga que desarrollarse. Pero tienes razón en no querer verla. ―me encogí de hombros.

―Ahora dime por qué estás así ―le pedí, susurrando.

Sonreí y correspondí al abrazo, aunque la idea de decirle todo a la cara, era apetitosa.

- Hawái está un poco lejos, si no haría lo que dices.

Suspiré, estaba claro que no podía ocultarle aquello a mi amiga por mas tiempo, de modo que cogí el pergamino, prefería escribirlo y que nadie mas se enterara del asunto hasta que se me notara.

"Estoy embarazada" Fue lo único que escribí, de todas formas seguro comenzaría a preguntar, de modo que esperé a que comenzará a preguntar.

Al recibir el papel de mi amiga, y leerlo, por supuesto, quedé momentáneamente shockeada, para luego volver a abrazarla.

―Felicitaciones ―susurré en su oído. Al fin y al cabo, era lo que se le decía a las embarazadas, ¿no?―. El pa...―interrumpí mi comentario, y pasé al pergamino.

"El padre es Roi, ¿no?" escribí. Era lógico, dentro de todo, que no quisiera que se enterara todo el mundo del embarazo.

Alcé una ceja sorprendida, pero luego caí en la cuenta, claro, ya le había dicho anteriormente a Mer que me gustaba Roi. Aunque no me esperaba esa reacción, me esperaba una reacción mas parecida a la de Kath, pero me agradaba que está vez no me regañaran.

"Sí, pero el no lo sabe y no sé como decirselo, ni tampoco si debería, él... no sé si quiere tenerlo, pero en caso de que no quiera, yo no puedo obligar a nadie a ser padre ¿entiendes lo que quiero decir? Estoy hecha un lio. Yo tengo muy claro que voy a tenerlo"

Al leer su papel, volví a sorprenderme. Claro, ahora entendía su preocupación.

"Cuando te sientas lista, dícelo" escribí, con la letra un poco chueca. "No debes esconder cosas como éstas." Recordaba que muchas novelas habían terminado mal por eso. Pero esto no era una novela, era la vida real "Si quieres, yo te acompaño. Y, por supuesto, cuenta conmigo en todo momento."

Lo cierto es que no era capaz de decirle a Mer que mi idea inicial era no contarle nada a Roi, pero... ¿realmente sería justo no decirselo?

"No, debo decirselo yo" me quedé unos segundos paradas y luego continué escribiendo "gracias, Mer, eres una buena amiga"

"A pesar de que tengamos que vernos a escondidas" pensé, en vez de amigas pareciamos una pareja de amantes como Romeo y Julieta pero sin besos.

―Tú eres una mejor amiga, una de las mejores personas que conocí, y conoceré jamás ―dije, en un susurro. Esto del secretismo me molestaba, y sabía que a Ariel también, pero era eso, o no vernos―. Juro que en estos momentos, odio a mi madre ―luego, lo pensé bien―. Ok, no, no solo en estos momentos. El 90 por ciento del tiempo la detesto.

―De veras, gracias ―dije, luego de un par de segundos de silencio―. Por todo. Por soportar esto del secretismo. Por confiar en mí. Por soportarme a mí... ―enumeré. Me sentía inmensamente agradecida con la chica.

La escuché con cara de sorprendida mientras mis mejillas se iban encendiendo y luego le sonreí mientras le acariciaba la cabeza de manera fraternal, solo unos segundos, pero necesitaba hacer eso.

- No, gracias a ti, por ser mi amiga a pesar de los deseos de tu madre, sé que esto también es difícil para ti y gracias a ti por dejarme ser parte de tu vida y querer ser parte de la mía.

Noté mi estómago raro y llevé una mano a mi vientre, unas pequeñas nauseas que pasaron en seguida.

"¿Sabes? Me encantaría que Roi pudiera venir conmigo al ginecólogo, dentro de poco tendré la primera visita. Y tengo ganas de estar de tres meses solo para notar como se mueve" escribí emocinada.

Eso de que el bebé diera patadas era algo que me hacía mucha ilusión, no entendía muy bien porque, pero me emocionaba.

Sonreí, al oír las palabras de Ariel. Era una chica dulce, sin dudas.

Recibí su papel y al leerlo, sonreí tiernamente.

"Sería muy bonito" escribí "Sobre todo, la tierna imagen. Tú con una barrigota de nueve meses y Roi tocándola, para sentir al bebé patear es una imagen hermosa". La imaginé, y sonreí ampliamente.

Una ligera sensación de envidia se apoderó de mí. No, no envidiaba la situación de mi amiga. Solo envidiaba que ella fuera a ser madre. ¿Por qué? No lo supe en realidad, pero el saber que una pequeña vida depende de tí era una linda idea.

Leí lo que Meredith escribió y la imagen se dibujó inmediatamente en mi cabeza, cosa que causó dos reacciones.

La primera, que mis mejillas comenzaran a encenderse, ¿razón? ni idea. Segunda que mis ojos comenzarán a brillar de emoción, yo quería eso, pero... no sabía que pensaba Roi sobre el tema del bebé, ni encontraba el momento propicio para decírselo.

"Estoy deseando que llegue ese momento" escribí.

"Y yo" escribí. Cualquier cosa que la hiciera feliz a ella, me haría feliz a mí. Pero antes de pasárselo, añadí "Pero ¿cómo harás con las clases y todo eso?"

Era un tema delicado. No había ninguna norma que prohibiera que hubieran alumnas embarazadas, pero aún así... Clases básicas como Pociones, DCAO o Cuidado de Criaturas Mágicas podrían ser nocivos para el bebé.

Suspiré mientras leía el papel y me quedé pensando unos segundos.

"Bueno, durante mi primer mes de embarazo, tengo que ir a la primera prueba ginecológica, supongo que le preguntaré al ginecólogo que puedo hacer con eso. Realmente hay tantas cosas que debo tener en cuenta ahora mismo, siendo tan torpe como soy, tendre que ir con especial cuidado de no caerme"

Me quedé pensativa unos segundos y de golpe me vino un fuerte deseo de comer brazo gitano de crema catalana, mi postre favorito.

"Tengo antojo" escribí y le pasé el papel.

Solté una risita cuando, luego de leer el papel, me imaginé a Ariel preguntándole a un ginecólogo muggle sobre eso.

"Podemos enrollarte en esa tela con burbujas de embalaje" sugerí, bromeando "Aunque sería raro verte por los pasillos así". Claro que no lo sugería en serio.

"¿Quieres que vayamos a las Cocinas?" le propuse "Te diría que cocino yo, pero la verdad es que quemo hasta el agua..."

Sonreí una vez más y se lo pasé.

Asentí ante la propuesta de mi amiga y sonreí.

- Tranquila, yo sé cocinar, si quieres te puedo hacer galletas, son mi especialidad - dije en voz baja - ¿como lo hacemos? ¿Salgo yo primera, te esperas un poco y vienes? ¿O vas tú, me espero y voy? - pregunté para que nos nos vieran demasiado juntas

―¿Y si se van mejor todos al demonio? ―sugerí. No, esa no era yo, pero no me gustaba la situación. Negué con la cabeza―. Sal primero tú, cuento hasta cien y salgo yo, ¿sí? ―le pregunté―. ¿Dónde y cuándo nos vemos?

Ahora que sabía que mi amiga estaba embarazada, ignoraba si sería útil, pero necesitaba acompañarla, al menos. Ella lo había hecho con lo de papá. La volví a abrazar.

No pude evitar ponerme a reír, realmente era mejor mandar a todos al demonio, pero obviamente, si quería lo mejor para mi amiga, los demás no podían saber que compartíamos algo mas que la mesa de lectura.

- De acuerdo, entonces voy yendo - contesté levantándome, recogí los libros y antes de salir añadí - ¿En las cocinas en 10 minutos?

―Vale, nos vemos allá ―respondí en voz baja, mientras ella juntaba sus cosas. Mentalmente, comencé a contar. "Uno, dos, tres..."

Los de alrededor no sospechaban que éramos amigas, aunque comenzaran a hacerlo luego que yo la hubiera abrazado como tres veces. Podían irse todos a la mierda. Abi tenía razón.

(off: ¿Seguimos con este o abrimos en las Cocinas? y ¿seguimos ahora, o dentro de un tiempo?)