Medianoche [Sirius]

Medianoche, hora perfecta para salir a pasear por los pasillos de Hogwarts, siempre y cuando seas alguien que tenga habilidad para esquivar a los profesores y prefectos en sus rondas, si no, no es algo que aconseje.

Aquella noche había decidido subir a una de las torres del castillo para meditar sobre lo sucedido días atrás mientras observaba el bello paisaje nocturno desde las alturas. Aquel suceso no era otro si no el rescate imprevisto de Sirius.

Me preguntaba cómo estaba, casi hacía una semana que no tenía noticias de él, y eso que el día anterior había ido a la Casa de los Gritos a ver si seguía allí. Pero ni rastro.
Estaba preocupada porque no sabía si lo habrían encontrado, pero de momento no tenía manera de saber si era así o no.


Suspiré y salí al balcón de la torre. La temperatura era baja y la brisa soplaba suavemente, sin embargo, no tenía frío. Dejé que mi vista se perdiera en los lindes del Bosque Prohibido.

Lo últimos días los había pasado buscando todas mis pertenencias y citándome con la Directora, pues esta se estaba encargando de limpiar mi nombre yendo a juicios y abogando en mi defensa.
Finalmente el día anterior me había dado la buena noticia: había logrado que me declararan inocente, aunque seguía estando en vigilancia preventiva.

Aquello no me hacía mucha gracia, pero estaba feliz por haber logrado mi propósito de años: ser libre.
Además, me habían contratado como profesor de Historia de la Magia. Y, aunque no me gustara mucho aquella profesión, agradecía que le hubieran dado trabajo a un expresidiaro como yo.

Así, desempeñando mi nuevo cargo, subí a una de las Torres de Hogwarts para hacer mi ronda nocturna.
Pensaba en que sólo me faltaba contactar con Alexandra como le había prometido cuando, al llegar a la parte superior de la Torre, la vi asomada al balcón.

Me acerqué a ella y le dije con seriedad, aunque sonriendo:

- Señorita Peverell... ¿Cuántos puntos podría restarle a su casa por esto?

Me hubiera alarmado por aquella pregunta de no haber sido porque reconocí la voz del hombre al instante.

- ¡Sirius! - exclamé feliz, girándome a mirarle sonriente y lanzándome a abrazarlo - ¡Estás aquí! ¿Eso significa que te contrataron?

Normalmente no era tan efusiva, pero realmente había estado preocupada porque le hubiera pasado algo.

Abracé a Alex mientras sonreía.

- Eso significa que me contrataron y que soy libre - respondí - La Directora logró que me declararan inocente, aunque aún me vigilan un poco como precaución.

De la alegría que me dio escuchar aquello di un par de saltitos felices antes de abrazarlo de nuevo, plantándole un beso en la mejilla.

- ¡Eso es genial! - exclamé - No sabes cuanto me alegro por ti, te lo mereces.

Y cuando me di cuenta de lo que había hecho, me sonrojé.

Me hizo gracia la efusividad de Alex, aunque me sorprendió un poco su beso.

- Y todo gracias a ti - le dije, sonriendo.

Negué con la cabeza.

- No, qué va, tú te has esforzado para llegar hasta aquí - respondí - Yo sólo te di un empujoncito. Además, tarde o temprano la verdad iba a salir a la luz.

Reí un poco.

- Y tanto que me empujaste - bromeé - Si no llega a ser por tí aún estaría en Azkaban, no te quites mérito.

Negué con la cabeza, divertida.

- Bueno, pues entonces también agradécele a la Directora - le dije - ella te ha librado de todos los cargos.

- Claro que le agradezco - respondí - Pero no sé como devolverle el favor...

Me quedé pensativa unos segundos.

- Prueba a decirle que no quieres cobrar el primer año de trabajo en recompensa - bromeé, riendo - Seguro que aprecia mucho ese dinero ahorrado.

- Si, ¿no? - respondí riendo - La verdad es que tampoco creo que eso lo apreciara mucho, así que esperaré a ver en qué puedo ayudarla y lo haré.

Luego de unos segundos le pregunté medio en broma:

- Y dime, ¿has estado preocupada por mí?

- ¿Bromeas? - le pregunté - ¡Claro que he estado preocupada!

- No sabía si te había pasado algo, y cuando ayer fui a la Casa de los Gritos y no te encontré temí que te hubieran encontrado - le conté - Llevo toda la semana intranquila a la espera de saber alguna noticia de ti.

Había estado realmente preocupada de lo que le pudiera haber ocurrido.


[Me voy a dormir, y tú también deberías XD, bss! ^^]

Me di cuenta de que Alexandra había estado muy preocupada por mí, y eso me conmovió.
Le cogí una mano con cariño.

- Lo siento por haber tardado en encontrarte - me disculpé - Pero tampoco deberías de haberte preocupado tanto por mí, te dije que iba a estar bien - sonreí.


[Ok, me iré yo también... hasta mañana ]

Dejé que me cogiera la mano mientras le miraba.

- No, no te disculpes - negué - Es normal que no pudieras hacerlo antes. Pero no me digas que no me debería de haber preocupado, porque si te hubiera llegado a pasar algo no me lo habría perdonado.

Tiré de su mano y la apegué a mi, abrazándola protectoramente.

- No habría sido culpa tuya - le dije.

Sirius me abrazó y yo pasé las manos por su espalda. La diferencia de alturas hacía que me sintiera abrazando a un osito o algo parecido (xD)

- Si la habría sido, porque te dejé solo cuando quizás me podrías haber necesitado - rebatí - Me fui por temor a una expulsión, pero eso no habría sido nada en comparación con el dolor de perderte.

Cuando me di cuenta de lo que había dicho me sonrojé.

Me sentí extraño cuando dijo aquello último, una mezcla de emoción por saber que le importaba y algo que no sabía identificar.

- Bueno, vamos a dejar de pensar en lo que podría haber sido ¿vale? - le pedí con ánimo - No ha pasado, ya está. Ahora estoy aquí contigo.

Me separé un poco de él para mirarle y asentí sonriendo.

- ¿Sabes, Sirius? - le pregunté - Sé que apenas y nos conocemos de un día pero... ¿Te puedo considerar como uno de mis mejores amigos?

- Por supuesto, peque, eso ni se pregunta - le dije cariñosamente - Yo te considero mi mejor amiga desde mucho antes y no te he pedido permiso para ello.

Y era cierto. Desde el momento en que Alexandra me había rescatado se había ganado mi amistad, pero luego, con lo bien que se había portado conmigo y lo simpática que era no había dudado en subirla al grado de mejor amiga.

Me alegré al oír aquello, pero fruncí el ceño ante el nombre que había usado para dirigirse a mi.

- No soy pequeña - rebatí.

Sonreí por su molestia, pero aquello también me hizo pensar; Alexandra era muy joven para mi, aunque eso era lo normal ¿no? Teniendo en cuenta que iba a ser su profesor...

- Bueno, no eres pequeña, pero sí en comparación conmigo. ¿Cuántos años tienes? ¿Diecisiete, dieciocho? - le pregunté.

- Diecisiete - respondí con cierto temor de que se alejara de mí por eso.

Suspiré, no me había equivocado.

- Podría ser tu padre - murmuré.

- ¿Cuántos años tienes? - le pregunté al escucharle.