Cazando (Sólo para valientes xD)

No supe como llegó así de rápido a mis espaldas, pues estaba seguro de que no era una vampira, pero... ¿Entonces?

Al estar tan cerca me costó esquivar el hechizo, y me acabó dando en el brazo izquierdo, dejándolo de sentir.

Era buena.

Rápidamente contraataqué lanzándome sobre ella y tirándola al suelo, dispuesto a morderla.

El vampiro se lanzó sobre mi y acabamos ambos en el suelo. Sabía que me iba a morder, y lo estaba esperando, porque mi sangre no le iba a saber a sangre... si no a algo parecido al óxido.

Ventajas de la metamorfomagia avanzada.

Como ella no hizo nada por resistirse mordí su cuello victorioso, pero nunca me hubiera esperado aquel sabor...
Hice una mueca y bebí un poco más, aunque tuve que dejarlo porque aquello no parecía sangre.

- ¿Cómo es posible? - le pregunté, sujetándola de los brazos, los cuales coloqué sobre su cabeza, para que no escapara - No eres vampira, hueles mejor que cualquier humana... pero no sabes bien, ¿Qué eres?

El vampiro me mordió y comprobó lo que yo ya sabía.
Sonreí sin molestarme en tratar de escapar.

- Sólo soy un demonio de chica... - respondí, jugando con las palabras.

Me pareció que aquella chica ocultaba algo tras su respuesta.

- Bueno, pues a pesar de que tu sangre sepa mal, voy a matarte - sentencié, volviendo a atacar aquel cuello de saber tan extraño.

El vampiro volvió a morderme. A diferencia del resto de personas normales, a mi no me dolía tanto, pero tampoco resultaba agradable que estuvieran tratando de desangrarte.

- Me estás aburriendo ya... ¿sabes? - le dije.

Un segundo después había desaparecido, pero no me había ido de allí.

Su sangre me revitalizaba más que cualquier otra, y deduje que era debido al poder de ella.

Sin embargo, de pronto me vi agarrando aire, pues la chica había desaparecido. Pero sabía que seguía por allí, la olía.

- Sal de donde estés, no estoy para jugar al escondite - gruñí. Quería acabar con eso ya.

Sonreí desde la rama a la cual me había subido.

- Estoy aqui - le dije, indicándole mi posición. Cuando me miró le apunté con la varita - ¡Sonríe al pajarito!

- ¡Lumos Maxima!

Un rayo de luz mucho más potente que el Lumos le dio de lleno. De haber querido hacerle realmente daño hubiera usado el Lumos Solem, pero ese me bastaba para cegarle un poco, pues sabía que él no estaría acostumbrado a la luz.

Cuando miré hacia donde venía la voz un rayo de luz me cegó.

- Joder - mascullé, cubriéndome los ojos con las manos, eso no me lo había esperado.

Enfadado cada vez más me lancé hacia ella, porque aunque no pudiera verla podía olerla. Golpeé la rama en la que estaba subida, partíendola y haciéndola caer.
Aprovechando esto le lancé un Crucio más potente que el primero.

El vampiro saltó hacia mi y partió la rama sobre la que estaba, haciéndome caer al suelo. Pero lo hice de pie.
Luego sentí como un cruciatus me alcanzaba, y este era más fuerte que el anterior.

Haciendo un esfuerzo levanté también la varita y le lancé a él el mismo hechizo aprovechando que estaba concentrado en atacarme con el suyo.

Ahora los dos sufríamos la misma maldición. Aunque a mi nunca me había gustado usarla porque... me traía malos recuerdos.

No me esperaba que ella me atacara al mismo nivel, principalmente porque no la veía una chica de usar Maldiciones Imperdonables.

Mantuve mi hechizo a pesar de que sentía como si me estuvieran rompiendo por dentro.

El chico mantuvo la intensidad de su ataque, el cual comenzaba a dañarme. Hacía tiempo que no me topaba con alguien de tanto poder.

- ¿Cuánto tiempo piensas aguantar? - le pregunté sin cesar yo tampoco la maldición.

- Tanto como haga falta - respondí - Prepárate, porque vas a sufrir.

Entonces me concentré al máximo en el ataque, intentando reunir todo el odio acumulado para hacer el conjuro aún más fuerte, llevándolo a límites que hubiera vuelto loco a cualquier ser humano. Sentía las ganas de hacer daño, ahora sólo estaba transmitiéndolas a la maldición.
Era cuestión de segundos que la chica comenzara a retorcerse o a gritar.

Mis ojos se volvieron rojos por la ira.

Noté el incremento de poder en la maldición. Sentía mi cuerpo arder y tuve que cerrar los ojos mientras respiraba entrecortadamente, intentando aguantar el dolor que me provocaba.
Era consciente de que estaba soportando más que cualquier humano.
Además de que... ahí volvían a estar los recuerdos.

- Olvida, olvida... - me repetía a mi misma - concéntrate en mantener tu propio hechizo...

El sufrimiento me partía por dentro y no fui capaz de decirle nada.

La chica no había gritado, pero notaba como iba cediendo poco a poco. Reí malvadamente y aumenté todavía más si era posible el poder del Cruciatus.

- ¡Vamos! - le dije - Quiero oírte gritar.

A pesar de que yo también sufría los efectos de su maldición me fui acercando a ella con gran esfuerzo hasta quedar a un escaso metro.

- Quiero que supliques antes de que te mate.

No pude evitar que un gemido de dolor se escapara de mis labios mientras me dejaba caer de rodillas en el suelo. Sin embargo, era mayor el dolor psíquico que el físico. Las barreras del Obliviate habían comenzado a desmoronarse...

Liberé al vampiro de mi hechizo para llevarme la manos a la cabeza. Las imágenes se me amontonaban, y los recuerdos luchaban por salir, luchaban para destruirme...

- No recuerdes, Olvida... - me repetía interiormente.

¿A quién prefieres, a mamá o a papá?

- Olvida...

¿Es mejor que les lancemos un Crucio o un Sectumsempra?

- ¡Olvida! - me grité esta vez en voz alta mientras me agarraba con fuerza la cabeza.

La chica cayó de rodillas y dejó del lanzarme el Crucio. Por fin...
Sonreí victorioso sin cesar mi hechizo, quería que gritara de verdad, no simples gemidos.
Sin embargo, me estaba dando cuenta de que ella sufría por otra cosa además, no sabía qué, pero aquello que dijo no iba dirigido a mí.

- ¡Grita!, va a ser lo último que hagas antes de que te mate... - le exigí.

Acorté las distancias y le puse la varita en el cuello, de manera que la poca distancia intensificara el dolor del cruciatus.

El vampiro colocó su varita en mi cuello y sentí como si este se me fuera a partir.
Pero no me daba cuenta, porque la cabeza me daba vueltas y estaba comenzando a marearme. Quizás no fuera tan malo que me matara... quizás así me ahorrara el sufrimiento de mis recuerdos...

- N-no... no gritaré - le dije como pude, mis manos enterrandose en mi pelo con fuerza.

Me sorprendió que aún se resistiera, pero eso aumentó mi enfado y con ello aún más la potencia del Crucio. Era increíble que lo aguantara, cualquier humano ya habría muerto.

- Quiero que grites, quiero que sufras por haberte atrevido a desafiarme... - le dije - ¡Grita! o te lanzaré un imperius para obligarte a hacerlo...

Los recuerdos me estaban consumiendo, mi razón se estaba perdiendo y no podía resistirme con ese dolor recorriendo mi cuerpo.
Si me dejaba llevar... se iba a desatar un desastre.

- ¡No! - negué, aunque no sabía si a mi misma o ante la insistencia del vampiro.

Le clavé la varita en la parte baja de la mandíbula, obligándola a mirarme con violencia.

- ¡Hazlo! - la taladré con mi mirada, roja como la sangre que bebía, roja como la sangre que iba a fluir pronto de su garganta...

Alzó mi rostro duramente y vi sus ojos de un rojo intenso.
Dolía tanto...

- No lo haré, mátame si quieres, pero no gritaré ni te suplicaré... - le dije. Quería acabar ya, quería que se llevara mi vida.

Unas lágrimas resbalaron de mis ojos. Era humillante que me viera llorar, pero el sufrimiento me corrompía por dentro.

Sin deshacer el hechizo le abofeteé la cara fuertemente, lanzándola al suelo. Odiaba que la gente me contradijera.
No me importó que sus lágrimas me mostraran el enorme dolor que estaba sintiendo.

- ¡Estúpida!

Luego pise su brazo, el cual aún sujetaba la varita, y se la quité, lanzándola lejos por si se le ocurría defenderse al final. Después hice fuerza y pronto oí el crujido que indicaba que se lo había partido.

- Tú te lo has buscado, ahora te torturaré lentamente, y no te dejaré morir hasta que hagas lo que quiero.

El vampiro me golpeó y acabé contra el suelo. Después pisó mi brazo y me arrancó la varita, tirándola lejos.
Hice una mueca de dolor cuando el hueso cedió bajo la presión y se partió, clavándose en mi músculo y casi atravesando mi piel. Bueno, con suerte me seccionaba una arteria y me moría...

Estaba ida, porque su insulto me había recordado...
Me había recordado a cómo me llamaban mis padres cuando no hacía bien lo que me mandaban.
Finalmente los recuerdos fluían libremente. Era cuestión de segundos que perdiera el control de mi misma.

Gruñí de rabia al ver que la chica no reaccionaba por mi golpe. La cogí del brazo partido a propósito y la arrastré por el suelo, al llegar hasta un árbol la alcé y la golpeé contra él una y otra vez.

- Grita - la golpé de nuevo - ¡Grita! - la estampé aún más fuerte, el tronco crujió - ¡GRITA!