Todo sea por la misión [Libre]

Necesitaba esto, necesitaba entrar a Slytherin, era algo esencial y puramente necesario. Mi primer pedido a Minerva McGonagall había sido, como me imaginaba, totalemente rechazado y hasta me trató de un acto de deshonor, por no sentirme Gryffindor, por rechazar lo que el Sombrero había elegido por mí, lo que en verdad era. Entendía sus palabras, pero ella seguramente en el fondo sospechaba de porque Cedric quería esto para él, pero se hacía la desentendida. Movió cielo y tierra en el Ministerio de Magia para que lo dejasen cambiarse de casa, lo único que logró es que unos pesos pesados hablaran 'amablemente' con la vice directora.

Al día siguiente, luego de disfrutar un gran festín, las señas que le hacía Minerva desde la gran puerta de entrada a la Sala Común hizo que el chico se parara, tomara sus cosas y la siguiera hasta su despacho. Esos pasillos se tornaron tan silenciosos que armaban una atmósfera de tensión y nervios, la señora de ya tan avanzada edad no emitía ni una sola palabra, ni un gesto, sólo caminaba seria. Cuando ya tenían la puerta de su despacho frente a nuestras narices, ella se limitó a abrirla para que él pase primero y, luego, pasar ella. Tomó asiento y así también la imitó él.

Habían muchos papeles sobre ese escritorio, la señora los revisaba atentamente con sus anteojos como guía, pasando hoja por hoja, leyendo. El Gryffindor no era de sentir nervios, pero esta situación lo ameritaba; sus dedos rebotaban en sus piernas, sus pies se movían ligeramente de un lado al otro, su mirada se posaba en cada jarrón y obra de arte del cuarto, no podía aguantar mucho más.

- ¿Para qué me mandó a llamar? - preguntó rompiendo esa enorme capa de hielo que tanto lo estaba perturbando.

Minerva levantó su mirada mientras se sacaba sus anteojos, viendo directamente a Cedric, con su rostro sin expresión alguna.

- Estuve reconciderando tu propuesta, Cedric, y te voy a dar una oportunidad - afirmaba.

- Genial, ¿Cuál? - respondió él ansioso, sea cual sea esa prueba tenía que pasarla.

- Te someteras a la misma prueba por la que eres un Gryffindor - se levanta de su cómodo asiento y baja el Sombrero Seleccionador de una de las repisas.

Si el momento anterior lo puso nervioso, ¿Ahora qué le quedaba?. No importa de que manera fuera, pero tenía que ser un Slytherin, pensar como uno, sentirse uno, para poder pasar esta dichosa prueba. La señora caminó unos pocos pasos hasta él, deben haber sido los pasos que más lento pasaron para Cedric, suspiró mirándolo y le colocó el sombrero.

Éste, como de costumbre, comenzó a moverse de un lado a otro, como si pensara. "Slytherin, maldito, soy un Slytherin". pensaba el chico casi hasta murmurándolo tratando de influir al mágico sombrero.

- Mmm, ¿Así que Slytherin verdad?, oh no sé, estoy en duda - recriminaba el sombrero - Eres un chico valiente sí, muy valiente, ¿Por algo eres un Gryffindor no? - "¡Mierda, soy un Slytherin, tengo que serlo!" - Ahmm, pero también siento un profundo odio en tí, ¿No eres el mismo chico que seleccione en primer año verdad? - apenas Cedric pudo notar como Minerva cambió la expresión de su rostro al escuchar este comentario - Ya, ya, definitivamente no eres el mismo. Has cambiado chico, sí, tienes las típicas cualidades de un Slytherin, eres astuto; mucha determinación, si quieres algo luchas por conseguirlo, ingenio... Pero esa valentía, mmm, esto está muy díficil - "¡Pero termina ya con esto!, ¿Soy un Slytherin no lo vez?" - Ehh, no sé porque pero tengo la sensación de que luego me voy a arrepentir, pero tienes todo, eso es lo que veo... ¡Slytherin! -

McGonagall se limitó a llevar el sombrero a su respectivo lugar, se la veía ... ¿Triste?. Cedric sólo le dedicó una mirada, profunda, penetrándose en la de ella, como queriendo comunicarle todo por medio de ese cruze; el cual duró casi un minuto, fué algo... Raro.

Ese mismo día el chico se encontraba ya mudando sus cosas de su habitación, llevaba sólo un par de libros y su varita, con ésta última trasladó lo que le faltaba, usando su ingenio y un simple hechizo.

Los demás alumnos lo veían raro, cotillaban entre ellos, se escuchaban sus murmuros. No era para nada normal ver a un alumno cambiar de casa, es más, no se recuerda que algo de tal magnitud haya pasado.

[Creo que nunca había escrito un post tan largo -.-]

Arianne bajó de su habitación ansiosa, tanto murmullo por parte de sus compañeras ya la tenía estresada. No sabía muy bien que es lo que ocurría y no quiso preguntarle a las chicas porque no quería que luego le contaran todos los chismes que ocurrieran en el castillo. Sin embargo, la Sala Común no estaba mejor, todos revoloteaban de un lado para otro, hablando en susurros.

La chica se sentó en un sofá lejos de todos pero inevitablemente el ruido llegaba a sus oídos. Bufa molesta, sabía que muchos querían sentarse cerca de ella para comentar lo que estaba ocurriendo. Como si de verdad le interesaba. Y no se equivocó, de la nada un chico se sentó a su lado y le miró apreciativamente. La chica rueda los ojos y posa su mirada en él para decirle:

—¿Por qué tanto alboroto?

había escuchado de su padre el claro dicho: "Si no puedes contra el enemigo, unete a él", asi que dejó su orgullo a un lado y se dedicó a escuchar al que al parecer era un compañero de curso.

—Ha ocurrido algo extraño, Sinclair. —Sí, era de su curso, pero ella no le recordaba—. Hay un nuevo alumno en Slytherin.

Lo primero que piensa Arianne es un claro: "Y eso que tiene que ver, siempre llegan alumnos nuevos", pero al escuchar lo que el otro continuo diciendo verdaderamente colocó atención.

—Un alumno proveniente de otra casa, Arianne. —Escucha que la llama por su nombre, pero deja pasar eso—. Por lo poco que sé, nunca había ocurrido algo así.

Bueno, él siempre sabe poco. ¿Cuál es la manía de las personas de siempre agregar eso? Como si ella no supiera que ese Slytherin es el que lleva casi todos los chismes a la casa de las serpientes.

—¿Y sabes de qué casa viene? —le pregunta interesada.

—Era un Gryffindor —le responde, pero la chica no pudo aguantar a carcajada que escapó de ella—. ¿De qué te ríes? hay un león entre nosotros.

De eso mismo se reía. Era irónico, no, no, absurdo mejor dicho. Aunque alguna vez escucho de los leones y las serpientes se parecen más de lo que uno cree, ningun miembro de ninguna de esas casas aceptaría un cambio de ese tamaño.

—Es ilógico —dice ella, cuando pudo controlar su risa—, ¿qué león cometería tal suicidio?

—Si no me crees, ve a verlo por tí misma —la desafia el otro y Arianne sólo levantó una ceja, arrogantemente.

—Bien, ¿donde está?

—En la última habitación de la derecha. —El tono malicioso e irónico que utilizó hizo desconfiar a la chica, pero su curiosidad era mayor. Se levanta, elegantemente y pasa del chico—. Creo que será una grata sorpresa para tí, Arianne.

Ante el último comentario, la chica comenzó a caminar hacia los dormitorios de los chicos. "¿Por qué será una grata sorpresa?", se pregunta confundida. Pasa por los pasillos, evitando todo comentario que seguía luego de su andar. "Algo anda mal aquí", se dice aún más ansiosa que en un comienzo.

Llega a la habitación, suspira dandose ánimos y ahuyenta con la mirada a cualquiera que se detuviera a mirarla. "Estúpidos sin vida", piensa, maldiciéndolos. Toca la puerta, por mera cortesía, y entra al escuchar un sonido del otro lado.

Sintió como su respiración se cortaba al ver al nuevo Slytherin. "Mierda", se dice, "¿es que acaso este chico aparecerá por todos lados?"

—¿Qué haces aquí, León? —le dice, estúpidamente. La respuesta era obvia, pero ella quería escucharla de él. Que Cedric Blair le diga como es que de la nada se convirtió en una serpiente.

—Tersus Tidy — encantaba con un leve movimiento de muñeca el chico, haciendo que por medio de su varita su habitación se aomdase sola.

Su habitación era verdaderamente acojedora, lo que le resultó extraño pero aún así genial era que la tenía para él sólo, se ve que las otras habitaciones estaban ocupadas, el número de alumnos en Slytherin era par, pero con él había dejado de serlo.

Al terminar de acomodar los últimos detalles, haciendo su cama y organizando su repisa, donde tenía sus 2 medallas de campeón de Quidditch y una de 'Mejor Guardián de la Temporada', una voz conocida hizo que suspire. "Claro, me lo tendría que haber imaginado", levanta un poco su cabeza, piensa que escusa podía usar para cuando Arianne le preguntara de el porque se había cambiado de Casa, ya que no le diría la verdad ni en sueños.

— Yo acomodo mi habitación, ¿Y tú? — le dice a la pasada, mientras seguía moviendo su varita.

—Venía a ver al nuevo estudiante de Slytherin —comenta ella como si nada y entrando a la habitación, dejándo la puerta abierta. Prefería que todos vieran que estaban conversando, antes de que pensaran que ocurría algo más. Si algo tenía claro con los Slytherin que el veneno es más poderoso si va en contra de uno de su propia casa.

Observa el lugar, ve al chico y sinceramente Arianne no lo podía creer. ¿Blair siendo una serpiente? Sí, tenía muchas caracteristicas de un integrante de la casa de Salazar pero aun así -para ella- seguía siendo más león.

—Pero me parece que debe haber un error —sigue hablando ella, observando al chico por primera vez.

— Bueno, ya lo estas viendo — termina diciendo para luego largar un suspiro y regresar su varita al bolsillo de su pantalón.

Cedric se estiró tomándose ambas manos y luego arreglo su ropa, acomodó su nueva túnica Slytherin ya que estaba algo arrugada. Sabía muy bien que al igual que todos sus nuevos compañeros, Arianne estaba sorprendida y conociendola como la conoce, se esperaba cualquier cosa de ella de ahora en adelante.

— ¿Error?, ¿Dónde? — le responde, mirando todo el interior de su cuarto, somo si creyera que el error que ella decía ver era sobre su nueva habitación.

—En tu túnica —dice ella sin inmutarse de la ironía del chico—, me parece que el león se ha disfrazado de serpiente.

Porque para ella se estaba disfrazando en Slytherin, él seguía siendo el león que le complicaba la existencia. Y sabe que hay un motivo para lo cual han dejado que el ex-Gryffindor se cambie de casa. Un motivo muy importante. Que descubrirá.

—¿Qué hiciste para cambiarte de casa? —le pregunta acercándose a él, saliendo al fin de su sorpresa. Ahora entendía el porqué del comentario de su compañero. "Estúpido ofidio, ya me la pagarás", piensa molesta por tal atrevimiento de su otro compañero—. ¿Por qué tu querrías alejarte de lo que te sientes tan orgulloso para convertirte en sólo una culebra, en esas que tanto desprecias?

Escucha risas del exterior, sabía que los miraban. Rueda los ojos y hace un leve gesto de espera al chico para decir hacia la puerta:

—¿No tienen algo mejor que hacer? Dicen que afuera está lleno de tejones, águilas y leones con los que pueden jugar, idiotas.

— Y yo que creí que me ibas a felicitar — dice obviamente en broma, riéndose —, y bueno, digamos que es un disfraz permanente —

El chico acomodaba su cabello ahora, usando sus dedos como peine, mientras escuchaba cada una de las preguntas de su ahora compañera. Sabía que esto en verdad era un hecho que daría mucho que hablar, no le sorprendería verse en las noticias o algo por el estilo.

—¿Qué hice?, en verdad nada, sólo ese Sombrero cambió de desición y me envió aquí — termina ocultando gran parte de lo que en verdad había sucedido, mientras mide su distancia hasta la cama, se lanza hacia atrás y cae en ella, relajándose, con sus manos detrás de su nuca —, yo pensé exactamente lo mismo, ¿Calculo que tendré que llevarme bien con el veneno no?, me suena muy a depresión el odiarme a mí mismo — dice con su media sonrisa típica, mientras recorría con la mirada los bordes del techo.

Escucha los cotilleos y risas provenientes de la puerta y se ríe abiertamente.

— Déjalos, pobres, están viendo al bicho raro del colegio ¿No? — pregunta asomando su cabeza para que lo puedan ver mejor los de afuera, casi desafiándolos con la mirada, aunque poco tenía de desafiante, era casi una sonrisa mal escondida.

—Claro que te felicitaré, cuando de verdad vea que tan víbora eres, Cedric. —Algo que no sería muy difícil de ver. Para sobrevivir a lo que se le viene ahora, deberá saber utilizar los colmillos que ahora tiene y olvidarse de las inútiles garras.

Lo escuchó hablar, mientras paseaba por la habitación. Y algo en todo eso no le cuadraba. ¿El Sombrero cabiar de opinión? Sí, puede darse, pero ¿por qué volvió a utilizarlo? Era ilógico, y para Arianne hay algo más escondido, algo que el chico quiere esconder con una simpleza que la serpiente no cree.

—Te acostubrarás al veneno —dice tranquilamente, cuando ve que los chismosos se habían perdido—, te carcome día a día, como también te acostumbrarás a la cotilla casa de las serpientes. Verás que en el fondo, somos simples chiquillos.

Se encoge de hombros, divertida. Para ella no existe sentido en todo eso.

— A lo que me lleva, ¿cómo convenciste a la sub-directora de volver a usar el Sombrero, Blair?

Cedric mantiene sus ojos cerrados por unos segundos, dedicándose a relajarse por completo y escuchar lo que la chica le decía. Él sabía que si quería hacerse pasar por víbora lo podía hacer a la perfección, sabía muy bien como hacerlo.

Pasó completamente del comentario sobre el veneno, mostrando una sonrisa en su rostro, se notaba el sarcasmo en el habla de Arianne. "Te carcome día a día... No es precisamente ser una estúpida serpiente lo que me carcome", pensaba él, somo si no tuviera cosas más importantes de que preocuparse.

— No es una infromación que te pueda habilitar, y menos que menos algo que te interese — le explica mientras se levantaba de su posición, sentándose en el borde de aquella cómoda cama —; sólo digamos que, tengo mis trucos —

Arqueando una ceja, Arianne camina hacia Cedric y lo mira altivamente desde arriba, cruzándose de brazos.

—¿Y cómo sabes que no me interesa? —Al escucharse hablar, la chica parpadea un par de veces confundida por como había sonado aquello—. Que no se mal entienda —agrega a los segundos, algo incómoda—, has logrado algo que al parecer nunca había ocurrido en la escuela, sólo me gustaría saber cómo.

Le sonríe divertida, sabiendo que perdía su tiempo. El chico podía haber dejado de ser un león, pero sólo eso había cambiado en él. no porque ahora fuera una serpiente será más fácil convencerle de las cosas o dejarle callado. El ego de él no lo permitiría.

—Pero puedo vivir sin saberlo... por ahora —concluye, mirándolo a los ojos y encogiéndose de hombros—, sé que de todas formas me enteraré.

Él toma una pelotita que tenía en su escritorio, esas de goma que servían para presionarlas y calmar los nervios, para lanzarla a los aires y retenerla al caer, jugando con ella.

— Seguramente te enteres tarde o temprano, de eso no tengo ninguna duda — afirma Cedric, sabiendo que ella en algún momento lo sabría, por fuentes externas o por él mismo —; igualmente es mejor que sea tarde, es más divertido —

Hace rebotar la pelotita contra la pared, para tomarla de nuevo y agrega.

- ¿Así qué viniste a ver quien era el nuevo estudiante?, no te creía chismosa la verdad — pregunta al final, pero todavía sin verla a los ojos.

Escucha la pregunta del chico y sonríe divertida.

—¿Chismosa? Para nada. —Con un gesto de su mano, le quita la importancia debida al asunto—. Venía a darle la bienvenida —dice con tono coqueto—, pero al ver que eras tu y al recordar que no soy de tu agrado preferí pasar de tal hecho.

Algo que de verdad le molesta al mantener una conversación era que no la miraran a los ojos, mientras habla. Es que aparte de incómodo, no es confiable. Aunque bueno, el chico de eso último tenía poco. ¿Cambiarse de casa por que sí? En eso caen principiantes.

—Además, me habían dicho que iba a ser una grata sopresa para mí. Lo que me recuerda que debo visitar a cierto Slytherin chismoso y cortarle la lengua.

Por primera vez el chico la mira a los ojos casi riendo, le sonaba divertido lo que le decía.

— Ah perdón, no sabía que eras la encargada de las bienvenidas en el cuarto de los hombres, ¿Quién es el serpiente macho que lo hace en el de mujeres? — decía con cierto tono de desprecio, con la inteligencia que ella traía seguramente podía leer entre líneas que el león, si león de alma, la estaba tratando de cualquiera.

Asentía con la cabeza y se paraba de la cama, para estar frente a ella.

— Sí, se que no te caigo, intenté cambiarme de casa sólo por tí y ya vez como me fué — dice ahora negando ocn la cabeza, tratando de sonar real, era más que obvio que estaba bromeando con ella.

Arianne sabía que si le respondía al primer comentario terminarían discutiendo como la última vez que lo había visto, además no es necesario hacer un escándalo, no quería que toda la casa de las serpientes se entere que conocía al nuevo integrante.

Se prometió recordar tales palabras y las utilizaría en el momento adecuado. Cedric no se salvaría de ello. Por lo que lo mira a los ojos y socarronamente sonríe sólo para responder a lo siguiente que dijo.

—¿Caerme?—comienza a hablar para seguir con lo dicho por el chico—, Pero si eres el chico más simpático y agradable de todo Hogwarts. —Su tono sarcástico era palpable, pero a diferencia de otras veces no había malicia en sus palabras—. Si voy a cortarle la lengua a nuestro compañero, para que no le diga a alguien lo feliz que estoy que te hayas cambiado, Ced.

Se aleja un poco y con su rostro lleno de inocencia, le guiña un ojo, moletándolo.

Cedric sonreía fingiendo una gran felicidad, el sacasmo tan evidente de su compañera era demasiado gracioso.

— Ah mirá que bien, casualmente pienso algo parecido de tí, Arianne — dijo divertido, siguiéndole el juego, metiendo las manos en su bolsillo.

Siempre que la veía, algo extraño le pasaba, no sabía bien que era, pero cuidaba más sus palabras con ella que con cualquier otra chica.

— Mira, aprovecho que te tengo aquí para hablarte, por primera vez en serio, ¿Puedes dejar de lado los jueguitos? — dijo con un tono totalmente confiable, serio, concentrado, ya su sonrisa se había borrado.

La sonrisa de Arianne se pierde junto al comentario del chico. La mirada seria de ella, no cree haberla utilizado en algún momento con Cedric. Pero es que el pedido del chico era extraño.

—¿Dejar los jueguitos? —repite como pregunta—. ¿De qué jueguitos me estás hablando, Cedric?

Y verdaderamente no entendía de que hablaba, bueno tenía sus ideas, pero no sacaría conclusiones con anticipación, con Blair no se sabe lo que viene.

Se acerca a él lentamente, mirándolo con una faceta más propia de ella. Mostrando la Arianne que siempre ha sido y que muchas veces tapa con tantas caras que posee.

—Hay muchos jueguitos que ya no sé que es lo que va en serio.

Estaba algo incómodo ante la situación, si, bromeando él podía llegar a estar relajado, ya que varias cosas que hacía en ese estado eran por el simple hecho de divertirse, como también las cosas que decía, que la mayoría eran puras mentiras para redoblar apuestas.

— De esos jueguitos hablo, está bien, a mí también me divierte molestar a las personas por el sólo hecho de hacer que su sangre hierva, es algo que no puedo controlar — dice cruzándose de brazos, negando apenas con la cabeza.

— Quiero que por una vez, hablemos bien, sin nada de estos juegos, ¿Puede ser o es mucho pedir? —

Tal vez era la primera vez que el chico se expresaba de esa manera desde que había muerto su padre, algo parecido le había pasado al final de la última vez, con el Abraxan. En verdad sentía la necesidad de hablar claro con la serpiente; quería saber realmente que pensaba de él, realmente como era, conocerla, en realidad. Lo único que buscaba era comprobar si Arianne era con la que se cruzó todos estos días o era sólo lo que pudo ver de ella.

El silencio que reinó luego de las palabras del chico era incómodo. Arianne no sabía que decir, por lo que nerviosa, se pasó la mano por el cuello y respiró un par de veces. ¿Ansiosa? Sí y lo peor es que no sabía por qué.

Vuelve a escuchar risas al exterior y molesta se acerca a la puerta y exclamar:

—Ya dije que se pierdan. —Para luego cerrar la puerta. Se voltea a mirar a Cedric y suspira, incómoda—. Bien, cari... —pero deja la palabra a medias. ¿Nada de juegos, no?—. Bien, Cedric, hablemos bien, sin juegos, sin ironías, sin facetas.

Se acerca donde está él, pero pasa de largo para sentarse en la cama. Se cruza de brazos y lo mira. ¿Incómodo? Seguía siendo, demasíado. ¿Cómo hablar con alguien sin facetas si te ayudas con ellas? Arianne no tiene idea, pero tendrá que sobrevivir a ello, ¿no?

Cedric suspira por el hecho de ver que Arianne había aceptado su pedido, no deja de estar intranquilo y más ahora que tendría que comenzar a hablar. Se puso a pensar un momento, no más de 10 segundos, pero ese silencio se tornó muy molesto; mientras escuchaba como su acompañante aullentaba a los espectadores.

Al ver como ella toma asiento en su cama, el de un tirón mueve la silla que estaba en su escritorio, la coloca alrevez y se sienta en ella, quedando frente a la serpiente, apoyando ambos brazos en el respaldar de la silla. Mira por un segundo el cajón de su escritorio y decide abrirlo, saca el paquete que tenía allí escondido de cigarrillos y se lo muestra a ella.

— ¿Te molesta que fume? — sí, fumaba, muy de vez en cuando, para matar los nervios o relajarse cuando lo necesitara.

— A ver, por donde empezar — se dice Cedric más para sí mismo —, digamos que no se que piensas de mí; sí, muchas veces me lo has dicho y bueno... — corta para tomar aire y terminar de preguntarle .

— A veces pienso que si en verdad eso es lo que piensas, no sé para que aceptaste de mí ciertas cosas — termina de una vez recordando lo del Abraxan, como ejemplo.

Cuando lo ve sacar la cajetilla de cigarros, Arianne lo mira sorprendida, pero niga rápidamente, dandole a entender que para ella no es un problema. Su padre fuma, lo ha hecho desde siempre, sus pulmones ya están contaminados, tal como decia su madre.

La chica sólo traga saliva insegura, al escucharlo hablar. Luego de sus disculpas cerca de la cabaña del semigigante no había querido pensar mucho en el porqué lo había hecho. Se sentía culpable, pero ella siempre hablaba de esa forma, siempre se expresaba de tal manera y nunca antes había tenido la necesidad de arreglar las cosas.

Cierra los ojos y se dispone hablar, a explicar una vez más lo que pensaba. Suspira lentamente y vuelve a mirarlo.

—Te dije cuando volvimos del paseo con el Abraxan, que había dicho cosas sin pensar. —Mira para todos lados, tratando de buscar un escape pero su mente no encontró ninguno—. Y es verdad, Blair, yo no pienso todo eso de tí. Trato de jugar con tu orgullo. —cada vez la voz de la chica suena más baja y un leve rubor cubría sus mejillas.

Seguía sintiéndose incómoda, sobre todo ahora que se había percatado del detalle de sus mejillas. Cierra los ojos concentrándose y sigue hablando.

—Te tiento para que reacciones de cierta forma, pero siempre es distinto y terminamos discutiendo... infantilmente si me dejas agregar.

Luego de unos minutos, por fin Cedric pudo sonreir, y eso se debía a que a la chica no le molestaba que él fumara, así que podía hacerlo con total libertad. Esos pocos minutos para él habían sido mucho más largos que eso. Revisó el cajón por un momento buscando su encendedor y no lo encontraba, tanteó sus bolsillos y tampoco... Pero al hacerlo sintió el relieve de su varita, entonces la tomó y con un leve agite de ella sobre su cigarrillo hizo que se encendiera.

Escuchaba atentamente la explicación que el le había pedido a Arianne, mientras inhalaba una profunda pitada, llenando así sus pulmones de nicotina, para luego expirar el humo con su labio inferior más alejado del superior, haciendo que éste se eleve hacia arriba y no moleste la vista de la chica.

Al terminar de escucharla hablar, al menos una parte de él se aliviaba, en cierta forma era lo que el creía.

— Ya, entiendo, yo suelo hacer lo mismo contigo — comentó rápido para ayudarla, ya que había visto como sus mejillas habían tomado color.

— ¿Y de qué forma esperas que reaccione?, si me meten en un juego, juego, y si redoblan la apuesta, pues yo la triplico — dijo tratando de aclarar las cosas — No tengo límites Arianne, y siempre quiero ganar —

La chica no tenía idea de qué contestar a eso. Si ni siquiera ella tenía claro que es lo que buscaba al molestarlo. ¿Demostrar que es superior? Eso lo hace con todos y con ningún otro actua de esa forma tan extraña o diciendo lo que termina gritandole al chico.

Bueno, también se debe al hecho de que todos actuan como ella sabe que haran, muy pocas veces han logrado sorprenderla verdaderamente.

—Pues yo tampoco tengo límites, Cedric, como también siempre voy a ganadora —le contesta, como si lo que dijera fuera obvio—. Y creo que es eso lo que me lleva a actuar tan mal contigo, porque no actuas como deberías hacerlo, no haces lo que mi mente dice que deberías.

Se levanta de la cama y comienza a caminar por el lugar. ¿Cómo es que llegó a esa situación? Por hacerle caso a un Slytherin. Ahora sí que le cortaria la lengua. Se desordena el pelo con las manos, intentando pensar, tratando de evitar que vuelva esa faceta arrogante que tanto la caracteriza.

—¿Cómo deberías reaccionar? —repite ella la pregunta hecha por el chico—. Como todos, porque así estoy acostumbrada que las cosas sucedan. Como yo quiero, para aumentar mi ego y nunca sentirme inferior o como una más.

Bien, lo había dicho. Había hablado y cierra los ojos para escuchar cualquier comentario irónico por parte del chico. Ya no sabía que hacer. La situación esta descontrolada, sobre todo para Arianne.

Cedric ya no podía creer como habían avanzado en esta charla, en menos de cinco minutos ya ambos se habían expresado libremente, verdaderamente como unos adultos, sin vueltas ni juegos raros. Comenzaba a entender más las razones de porque Arianne hacía lo que hacía, pero obviamente no las avalaba.

— Bueno, eso ya es un problema — le responde mirando como ella se ponía a caminar, sin moverse de su asiento — Porque si lo que buscas en mí es que actúe como tu quieres estás muy equivocada, no soy así y nunca lo seré, me gustaría que entiendas eso —

Él trataba de que todo quedase en claro entre ellos, si ella pretendía que él actúe por los gustos y caprichos de la serpiente, se podía ir por esa misma puerta y ya no habría más una relación entre ellos, al menos ese intento.

Golpea con su pulgar levemente el filtro de su cigarro para que las cenizas caigan al suelo y luego se lo lleva de nuevo entre sus labios, presionándolo entre su dedo índice y el mayor. Toma una profunda pitada de nuevo y expulsa el humo.

— En verdad no se que tengamos; si nos llevamos bien, nos divierte discutir o quizás me gustes — sobre esto último, el chico podría haber jurado que lo dijo para sí mismo, en su mente —, pero si lo que en verdad pretendes es que haga lo que tu cabeza imagina, no intentaría nada más, no me interesa —

Bien, lo había dejado bien en claro, si la chica decidía seguir comportandose así, pensando en que era superior a todos y que los que estaba por debajo de ella debían hacer lo que la serpiente creería que harían, él la dejaría de lado, cortaría todo tipo de relación.

Trataba de ordenar sus ideas después de todo lo qua había escuchado del chico. Lo miraba atentamente como si no pudiera creerlo. "Este día ha pasado de ser raro a excéntrico", es lo primero que piensa la chica y se regaña por pensar tal pelotudez. Desviarse del tema no le servirá, mucho menos ahora.

Se acerca a él, afirmándose con fuerza del respaldo de la silla en la que él estaba sentado. Niega lentamente y suspira por ¿tercera vez ya?

—No te equivoques —dice ella, sin una gota de diversión o burla en su rostro—. Lo único que busco en tí es poder saber aunque sea un poco lo que me responderás para poder seguir siendo yo, sin tener que terminar diciendo algo que luego me arrepentiré. —Ladea levemente su cabeza y sonrie ligeramente—. Porque si actuaras como el resto, lo único que conseguiría es que de media vuelta y toda atracción hacia ti se pierda.

Arianne abre los ojos sorprendida por su comentario final. ¿Atracción? Se aleja un par de pasos y cierra los ojos, tapándose la cara con sus manos. Y no pudo evitar reirse, soltar una carcajada. Divertida por la situación.

—¿Sabes que si no es porque quería saber qué Gryffindor se había cambiado de casa no habría venido hasta acá? Por ende no tendríamos esta conversación. —La voz de la chica se veía opacada por la risa—. Y no estaría complicandome la existencia con tu "o quizás me gustes". Irónico, ¿no?

La situación era seria, pero Arianne ya no sabía como actuar, no sabía que hacer o qué decir. Se cruza de brazos, viendo el rostro de Cedric y lográndo por fín tranquilizar tan infantil actitud. Actuar como niña no le servirá en ese momento. Tenía que serguir actuando con serenidad, tratando por lo menos de mantener el control por lo menos un poco de ella misma.

"¿Quizás me gustes?, ¡¿Acaso lo dije en voz alta?!, bastaba con ver la actitud que tomaba la chica frente a él para poder sonreír más seguido, y así lo hizo. Al menos de esta forma no era el único que se sentía tonto, entonces al fin pudo relajarse un poco más. De una última pitada se terminó su cigarro y lo dejó caer delante de él; por ser su habitación nueva ya se estaba ensuciando bastante, en verdad.

Esos nuevos comentarios que salían de los labios de la chica hicieron, además de relajar a Cedric, que éste se levantase de su silla y la acomodara en su lugar de siempre. Sonrió apenas de vuelta y al acercarse a Arianne expulsó el humo por su nariz.

— Un poco de ironía mezclada con casualidad y suerte no viene mal, bueno, al menos por esta vez — afirma el chico al pararse frente a la muchacha, metiendo sus manos en los bolsillos de su pantalón.

— Creo que no tengo más nada que objetar, ¿Tú quieres preguntar algo o damos por finalizado el juicio? — dijo ya destendiéndose un poco de su seriedad, vamos, reírse rejuvenece.