Paseando al Alba

Escuché sus palabras y dejé que mi magia corriera. Sentí cosquillas en mi interior y no pude evitar sonreír, pero no me moví.

Fui hasta el interior, imaginé mi corazón bombeando. Sangre, magia...

Noté cómo mi alma se iba alzando y mi conciencia se metía más en mi interior, buscando a mi animal interior.

Estaba llegando a la respuesta cuando un dementor apareció en mi mente. Me asusté totalmente pero no abrí los ojos ni me moví, sólo noté cómo se tensaban mis músculos.

Sentí calor y frío al mismo tiempo. ¿Es que aquello era así?

El dementor se acercaba y me quedé petrificada. Entonces vi a Alex a mi lado, sonriendo. Y una voz que me hablaba.

Con una gran inspiración me arqueé, volviendo en mí misma. Miré a Alexandra un segundo y la abracé.

-Dementores... Qué miedo...-dije con voz temblorosa a punto de llorar.

Miré lo que hizo aparecer y que ahora me ofrecía.

-¡Chocolate!-exclamé y cogí la tableta.-¿Por qué vi un dementor? ¿Crees que haya llegado a la zona de mi mente que acoge el miedo?-hice una pausa para seguir comiendo y cuando llegué a la mitad, paré y me reí.-Ya me he puesto psicólogo-química.-suspiré.-¿A qué temes más, Alexa? ¿Cuál es tu boggart?

La miré largo rato e hice un mohín. Luego miré al suelo.

-Yo... Cuando vi mi boggart... me desmayé. No fui capaz de convertirlo en algo ridículo.-suspiré y la miré.-¿Sabes qué es lo que yo más temo?

-Sí, sé hacer un patronus pero...-suspiré.-Mi profesor me dijo aquel día cuando volví en mí, que si mi boggart es un dementor quiere decir que le tienes miedo al miedo.

-Los dementores son una especie de representación del miedo. Por eso mi boggart es un dementor, porque temo tener miedo.-respondí. No sabía explicárselo mejor.-¿Entiendes qué te quiero decir?

No me había entendido bien. Pero cambió de tema y sonreí.

-Quiero intentarlo otra vez.-dije tumbándome de nuevo en el suelo.

Suspiré y cerré los ojos mientras escuchaba su voz suave.

Me metí en mí misma, sentí más la magia en mi interior. Sabía por dónde no debía irme. Me desvié de esa parte de mi mente.

Pensé en algo bonito, en mi madre, en mi perrito, en Alex... Oí un rugido.

Me erguí en mí misma, volviendo a la realidad de repente.

-Vaya... Creo que casi llego.

Llevábamos una semana practicando y ya comenzaba a perder la paciencia. Me acostaba agotada y me levantaba aún cansada. Pero yo seguía intentándolo y agradecía de verdad el empeño de Alexandra en enseñarme.

Aquel sábado no fue distinto. Nos pasamos toda la mañana intentándolo y no lo conseguí. Pero Alexa parecía menos dada a rendirse que yo.

-¡Sí, otra vez, otra vez!-exclamé tumbándome de nuevo y cerrando los ojos.

Allí vi a todos mis seres queridos. Fui hacia ellos pero tuve que seguir avanzando. Algo me llamaba. Oía un rugido, sabía que tenía que ir hacia allí. Me deslicé rápidamente. Algo corría hacia mí, íbamos a chocar, cerré los ojos y oí un golpe sordo.

Abrí los ojos. Había vuelto a la realidad. Hice un mohín y me giré hacia Alexandra sin levantarme del suelo.

Su cara reflejaba sorpresa. Fruncí el ceño, extrañada.
‘’¿Qué ocurre?’’ quise decir. Pero en lugar de palabras, lo que salió de mi boca fue un enorme rugido.

Abrí los ojos como platos. ¿Lo había conseguido? Me quise poner en pie pero sólo logré quedarme a cuatro patas. Las miré, eran blancas. ¿Qué era, qué era? ¿Un oso polar?

Me acerqué al lago y vi mi reflejo. ¡Un león albino! Pero no una hembra, sino un macho adulto. Un león albino y con melena. ¡Un macho! Me miré por debajo y me habría ruborizada si hubiera sido humana. Tenía órganos reproductores masculinos.

Miré a Alexandra y sonreí... A mi manera.

Era gracioso verla, parecía más alegre que yo.

Reí en mi interior cuando comentó que era un macho. Sí que era gracioso. Me preguntó si podía tocarme.

''Sí'' dije, pero sólo salió otro rugido. Asentí con la cabeza y la bajé como hacían los perritos cuando querían que los acariciaran.

Me acarició el hocico y estornudé ante las cosquillas. Cuando abrí los ojos, volvía a ser humana y estaba de rodillas en el suelo.

-Vaya... Qué poco ha durado.-dije mirándome las manos.-¡Ha sido genial!

Y me eché a reír.

Reí ante su halago.

-¡Un león albino! ¡Qué bonito! ¿Pero es normal que sea un macho y no una hembra.-me puse a dar saltitos a pesar de lo cansada que estaba.-¡Nunca pensé que sería un león! Mi patronus lo es pero ¿Yo? ¿Será que soy rara?

-Será eso,-reí.-no te lo voy a negar. Ahora mismo me caería aquí en el suelo, estoy taaan cansaaada.-dije bostezando.-¡Muchas gracias por tener más paciencia que yo!-exclamé y le di un abrazo.-Eres tan buena.